La palabra "mujer" resonaba en mi mente, y el recuerdo de la noche en la que mató a mi familia y mi estirpe me golpeó con una fuerza dolorosa.
—Has dicho que soy tu mujer... —repetí, mi voz cargada de una mezcla de incredulidad y angustia—. Pero ¿Cómo quieres que confie en ti más que en tu hermano? Eres un asesino despiadado...
Morian se detuvo, su expresión mostró una mezcla de arrepentimiento y firmeza.
—Sé que es difícil, Ilyana. Pero la oferta es genuina. Estoy tratando de protegerte por mi bien. Este no es un lugar muy seguro para ti, y no quiero que pases la noche sola , especialmente con lo que ha pasado. Me interesas viva hasta que bueno, ya sabes.
Me dirigí hacia la cama. En ese momento, miré el camisón de encaje negro que aún llevaba puesto, el cual ahora entendía era un cruel regalo de Azaroth. Sentí una oleada de repulsión al recordar la intención detrás de la prenda.
—No puedo quedarme con esto puesto —dije mirando mi camisón, mi voz cargada de desdén—. ¿Tienes algo más que pueda usar?
Morian se acercó a su armario y sacó una camisa negra, que me entregó con un gesto indiferente.
—Aquí tienes.
La camisa era simple, pero en comparación con el camisón de Azaroth, era un alivio. La tomé y, con un toque de orgullo, le pedí que se diera la vuelta para que pudiera cambiarme.
Mientras me preparaba para ponerme la camisa, me di cuenta de que había un espejo grande en la pared opuesta, que había pasado por alto anteriormente. Miré mi reflejo brevemente y, al levantar el camisón para cambiarme, vi a Morian mirándome a través del espejo. Su mirada era penetrante y, al parecer, había estado observándome todo el tiempo.
Me detuve, incómoda por la invasión de mi privacidad.
—¿Qué estás haciendo? —exigí con una mezcla de enfado y vergüenza—. ¿No puedes respetar un momento de privacidad?
Morian se rió, un sonido sarcástico que resonó en la habitación.
—No te pongas a la defensiva. Además no sería la primera vez que te veo desnuda.
El sarcasmo en su voz solo aumentó mi frustración, pero no tenía tiempo para una confrontación mayor. Me puse la camisa y me tumbé en la cama, apartándome lo más posible del centro, él se acomodó en el borde opuesto.
La noche se extendió en un silencio incómodo, y mientras intentaba dormir, mi mente seguía agitada por los eventos recientes. Las horas pasaban lentamente, y la proximidad de Morian, aunque aparentemente respetuosa, solo hacía que el ambiente fuera más tenso.
En medio de la oscuridad, sentí el roce "accidental" de su mano contra la mía. El contacto, aunque breve, envió una ola de calor a través de mi cuerpo. La línea entre el deseo y el rechazo se volvió difusa a medida que nuestras manos permanecían en contacto, el roce intermitente entre el miedo y una atracción inesperada.
Me giré de espaldas a él, tratando de ignorar el deseo que crecía en mí, pero el calor de su proximidad era innegable. Cada respiración compartida parecía encender una chispa en el aire entre nosotros, envolviéndonos en una tensión palpable.
De repente, sentí cómo su mano se posaba sobre mi espalda, sus dedos recorriendo las cicatrices que los látigos de las primeras noches habían dejado marcadas sobre mi piel. Su toque, ligero pero decidido, me hizo estremecer.
—Perdón —susurró, su voz baja y cargada de una emoción que no esperaba.
Me giré hacia él, sorprendida por sus palabras. ¿Perdón? ¿Él, pidiendo perdón?
—¿Perdón? —repetí, incrédula, buscando sus ojos en la penumbra.
—Sí, perdón —dijo con un suspiro, apartando la mano de mi espalda pero manteniendo su mirada fija en la mía—. Esto fue culpa mía, lo sé. Pero no deberías haber intentado crear un veneno para matarme... Eso me enfureció, y cuando me enfado, el demonio en mi interior toma el control.
Sus palabras se hundieron en mí, mezclándose con la confusión y el dolor que ya sentía. ¿De verdad estaba arrepentido? ¿O solo estaba jugando conmigo?
—La verdad es que hacía décadas que no me sentía tan... humano como ahora mismo —continuó, su voz revelando una vulnerabilidad que nunca antes había mostrado—. Supongo que es por el rito...
No dije nada más y él tampoco.
La noche se convirtió en un torbellino de emociones conflictivas, y el deseo reprimido se mezclaba con la furia que sentía hacia él.
Morian, a pesar de su frialdad, también parecía afectado por el contacto. El silencio en la habitación se volvió casi palpable, cargado de una tensión que ni él ni yo podíamos ignorar. El roce de nuestras manos en la oscuridad era un recordatorio constante de la complejidad de nuestra relación, un tira y afloja entre el deseo y el odio, la necesidad y la repulsión.
Finalmente, el sueño llegó con lentitud, y me sumí en un estado de vigilia perturbada, consciente de la presencia de Morian a mi lado. La mezcla de emociones, el deseo reprimido y la frialdad de la noche se convirtieron en el telón de fondo de una noche que no podría olvidar fácilmente.
ESTÁS LEYENDO
Cautiva del Abismo
FantasyElla, es la última de su linaje de alquimistas, vendida como esclava y obligada a casarse con el príncipe demoníaco que mató a toda su familia. Debe luchar no solo contra su peor enemigo, sino también contra el deseo que amenaza con destruirla. Él...