Elegida

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Cuando seas señorita y llegue tu primera sangre, ELLOS oleran tu coño sanguinolento y vendrán por tí.
Esa era la frase que me repetía la alcohólica de mi madre, una y otra vez.
Siempre pensé que era su alocada forma de advertirme que a partir de mi primera menstruación, me convertiría en una mujer y sería acosada por los chicos del barrio que ella llamaba aprovechados. Pero no, ahora me doy cuenta de que yo estaba equivocada y que mi madre tenía razón. ELLOS si existen y están aquí, buscándome. Puedo sentirlos al igual que ellos sienten el olor de mi sangre. Están cerca, muy cerca. Tengo que huir.
Mi madre ha muerto. Llevo cinco años huyendo desde que ELLOS aparecieron y en mi desesperada carrera por sobrevivir he conocido a mucha gente, entre ellas a un viejo, no recuerdo su nombre, que un día apareció en mi refugio diciendo que conoció a mí madre y me contó una extraña historia. Decía que yo era la Elegida y que debía mantenerme virgen hasta que el Elegido me desflorara y del fruto de esa unión nacería el Liberador que nos salvaría de ELLOS. También me contó que ELLOS eran conocidos como lo Fiera violadores y habían sido enviados desde la dimensión Lujuria para corromperme y evitar la llegada del Liberador. Porque sin el Liberador, ellos podrían invadirnos y esclavizarnos sexualmente para siempre. Por eso el futuro de la humanidad dependía de mí.
Después de esa visita no volví a ver al viejo, aunque creo que que escuché sus gritos de agonía la noche que ELLOS atacaron el campamento.
Ya tengo treinta años, sigo virgen y mi Elegido no aparece. Estoy cansada, ELLOS siguen persiguiendome, cada vez están más cerca y no sé si podré seguir evitandolos.
Me han atrapado. Sus cuerpos con múltiples extremidades terminadas en penes y lenguas babeantes me tienen prisionera. Lenguas que soban mi piel desnuda, sin dejar un rincón por explorar, para luego penetrarme con sus falos erectos y venosos, desflorando los santuarios inmaculados de mi cuerpo. ELLOS no tienen ojos, solo se guían por el instinto salvaje de poseerme. Son bestias insaciables. Siento sus lenguas y penes atacando una y otra vez, aumentando el ritmo. Lo siento en todo mi ser y grito:
-Nooo
Y una falo extremidad azota mis nalgas.
- Nooooo
Y las penetraciones y los lenguazos aumentan
- Nooooo. - grito con todas mis fuerzas. - no, no paren. No se le ocurra parar. Estas sensaciones son lo máximo. Sigan, sigan y que se vaya a la mierda el futuro del mundo.
Fin

Terror, espadas y erotismo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora