El método es lo de menos

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La imagen holográfica ocupaba toda la mesa. Una pareja de niños miraba con avidez lo que estaba a punto de acontecer. Al fondo de la habitación un hombre sonreía complacido. Los datos históricos iban apareciendo, poco a poco en el cielo virtual.
Escocia, 11 de Septiembre de 1297. Batalla de Stirling Comandante del  reino de escocia, William Wallace.
Comandante del reino de Inglaterra,  Jhon de Warenne
Fuerzas escocesas, 7000 infantes y 150  de caballería.
Fuerzas inglesas, 25000 soldados de infantería y 600 caballeros acorazados.
La reproducción del momento histórico era “casi” exacta a la descrita en los datos históricos. Y este “casi” se definía por la apariencia de los protagonistas del inminente combate.
William Wallace, vestía la típica sayita escocesa y llevaba la cara pintarrajeada, pero el halo mágico que envolvía su imponente claymore y los rasgos élficos, lo hacían lucir fantásticamente sospechoso. Al igual que sus huestes de cabellos dorados y orejas puntiagudas. Armadas de curvas dagas y arcos de exquisita factura.
Lo mismo sucedía con las fuerzas al otro lado del puente. Warenne, era un musculoso hombre lagarto, cubierto de recia y oscura armadura y sus soldados de a pie, compactas hileras de minotauros, erizadas de cuernos, hachas y escudos con púas. La caballería, la formaban  magníficos centauros, cubiertos por completo, de negras armaduras de escamas de dragón. Sus lanzas aserradas, les daban un aspecto aterrador.
El desafío de Wallace, retumbó en el paraje
-- ¡Hemos venido a luchar, tomar venganza y liberar a nuestra patria! ¡Ataquen,  los estamos esperando para enfrentarnos cara a cara!
Un caballero con cara de zorro se acercó a Warenne.
-- Señor, no creo sensato que nuestra caballería ataque a través del puente. Su anchura solo permite el paso parejo de dos centauros.
-- Tonterías  lo interrumpió un encapuchado con cara de serpiente. Los superamos en número. No es momento de dudar. Señor, de la orden de ataque.
-- ¡Ataquen!  rugió el hombre lagarto. Y los hombres caballos se abalanzaron sobre el estrecho puente.
Wallace detuvo el ímpetu de lucha de sus soldados, esperando que el enemigo se acercara.  Mientras,  el líder de la caballería escocesa, se posesionaba con sus unicornios en uno de los flancos ingleses, al otro lado del río. El comandante escoses dio la orden y los arqueros dispararon una lluvia de flecha sobre los centauros ingleses. Las saetas mágicas hicieron estragos en el enemigo.  Al mismo tiempo, una estampida de unicornios   embistió al ejército ingles, partiéndolos  en dos. Miles de infantes y centauros quedaron aislados. Wallace y sus guerreros salieron en tromba y aprovechando la confusión del enemigo, los masacraron bajo el poder de sus imparables claymore.
La pequeña pareja de espectadores estaba fascinada con lo que veía. El hombre, continuaba riendo satisfecho
Warenne envió refuerzos, pero el exceso de peso provocó que el puente cediera, llevándose a cientos de ingleses al agua. Se ahogaron rápidamente, al no poder librarse de sus pesadas armaduras.  
Una mujer se asomó en la habitación. Sus ojos miraban las imágenes con inconformidad. Estuvo a punto de decir algo, pero el hombre que observaba a los niños le hizo un gesto con la mano. La mujer desistió de intervenir.   
Sin molestar a los pequeños, se acercó hasta su pareja. Este, con un ademán le indicó que la siguiera. Ambos llegaron a la cocina.
-- Pero, Arturo  dijo ella molesta. ¿Cómo se te ocurre enseñarles Historia a los niños, llenándoles de Bicharracos el ejercicio de estudios? ¿Tú no sabes que pasado mañana tiene examen?
-- Por eso mismo mi amor. Yo conozco bien a los muchachos. A ellos les encanta la fantasía heroica. Simplemente lo que he hecho es  mezclar las cosas, para captar su atención. ¿No viste lo entusiasmados que estaban? Antes, nada más de mencionarles la palabra Historia, ponían cara de asco. ¿Y ahora, vez?
-- Si, pero, ¿Eso no los confundirá?
-- Tranquila.- le contestó abrazándola con cariño.-- Confía en mí. Luego hablo con ellos y les aclaro algunos detalles. Lo importante es que aprendan. El método es lo de menos.       

FIN

  

Terror, espadas y erotismo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora