Juramento

13 2 0
                                    

El crepúsculo artificial dominaba la ciudad. La joven apagó el móvil con violencia y lo lanzó dentro de la cartera que le colgaba del hombro. Con un gesto brusco, sacó un cigarro de la cajetilla y se lo llevó a la boca. El verde chillón del habano, contrastaba de forma escandalosa con el rojo de los labios. La yema del dedo índice rozó el extremo del cigarrillo, haciendo brotar un ondulante hilo de humo verdoso.
La punta de uno de los tacones de la chica, golpeaba  continuamente la acera, haciendo que este cambiara de color, con cada contacto.     
Un mínimo de fibra sintética, se ajustaba  perfectamente a las bronceadas curvas de su dueña. El excitante diseño, consistía en un collarín ceñido al cuello. Del centro de este, partía una estrecha banda, que atravesaba el torso de manera simétrica. Pasaba entre los senos, tapaba lo justo, el sexo rasurado y subía, pasando entre nalgas, por la espalda, de vuelta al collarín. Dos círculos del mismo material, se adherían como ventosas a los firmes pechos, tapando los pezones. Varios tatuajes cinéticos, de diseños tribales, recorrían  las partes más favorables de la anatomía femenina. 
Tres rápidas caladas, consumieron más de la mitad del cigarrillo. La joven, lo desechó con rabia y le hizo señas al aero  taxi que se acercaba entre el tráfico.

---------------------------------------------------------------------- 

El joven colgó molesto su celular.
-- ¿La jeva otra vez?  preguntó el que lo acompañaba. Ambos vestían overalls de trabajo amarillos, con las siglas F.B.R.K. violetas en la espalda. El del móvil tenía rasgos asiáticoS, el otro, era mulato.
-- Si acere, me tiene quema´o. Ya le dije que hoy estaba complicado, que yo no estaba en na´. Pero es celosa como una perra.   
-- ¿Entonces, la bárbara piensa que tú estás en cosa de sallas? 
-- Si mi herma. Y no puedo decirle la verdad.
-- ¿Ah, porque no le has dicho que vas a jurarte?
-- No brother, a mi jevita no le cuadra eso.
-- ¿Entonces?
-- Entonces na´ acere. Después que me jure, ya veremos. Además, si me quiere de verdad, tiene que aceptarme como sea. Tú sabe que yo me metí en candela con los puros, por estar con ella.
-- Es verdad mi yunta, los viejos tuyos formaron tremendo lío cuando se enteraron que tú estabas romanceando con una gatica de barrio Escoria.
-- Si y a mi no me importó que me recortaran el billete, ni que tuviera que ponerme a pinchar en la FABRI  K. Yo lo hice por ella.
-- Así mismo es. Y hay que reconocer que la jevita es de ley y que no estaba contigo por interés, porque con dinero a sin dinero, ella se mantuvo fiel a la causa.
-- Claro, mi herma. Por eso, estoy seguro de que no se va a rajar. Pero primero, tengo que hacer esto. Y si se raja, entonces este romance nunca sirvió.
-- Es verdad.
Ven aca mi herma y con quien te vas a hacer el trabajo.
¿Con los originales, no?
-Seguro brother, con los Calabares. Las raíces son las raíces. Y ellos y Nigeria Sur, son los mejores.
Asi se habla yunta, métele y que salga el sol por donde salga.
Seguro.   
Mientras cambiaban de tema de conversación, los dos hombres doblaron una esquina y se perdieron entre la multitud.

Las agujas que coronaban la mayoría de los edificios de los alrededores, indicaban que habían llegado a una zona residencial de la ciudad.
El aero  taxi se detuvo frente a una lujosa casa. La joven presionó su huella de crédito en el tablero táctil de la puerta y la I.A. conductor, tras descontar la carrera, le permitió abandonar el vehículo. 
La muchacha sacó su teléfono y tecleó barios dígitos en la fibro-pantalla. A los pocos segundos, un holograma apareció en el portón  de la casona. Era un joven achinado, de pelo largo, color plata hasta los hombros. Vestía un smokin  a la medida de silicón transparente, que dejaban ver un cuerpo curtido en el gimnasio. Una tanga de cuero negro y remaches, cubrían sus genitales. Chancletas artesanales japonesas, completaban el atuendo.   
-- Hola ricura  dijo tras una desagradable sonrisa.  tu si eres guapa de venir hasta aquí. Si mis padres se enteran, seguro te echan a seguridad, con perros y todo.
La joven hizo un gesto de asco y se dispuso a marcharse, pero las palabras de la imagen la detuvieron.
-- Yo sé donde está tu noviecito. Espérame, que enseguida salgo y te cuento.
El zapato volvió a repiquetear nervioso, con intermitentes cambios de colores. 
Un leve sonido mecánico dejó abierto el portón. Cabello de plata salió a la acera.
-- ¿Así que estás buscando a mi hermanito?  preguntó mirando con lascivia el atractivo cuerpo.
Ella no respondió, solo lo miró con roña.
-- Pues yo te puedo ayudar  dijo él acercándose.  y si eres cariñosa, te puedo?!   
Antes de que terminara la frase y la mano tocara la nalga, la muchacha presionó con su pulgar izquierdo la parte interior de su muñeca derecha. El movimiento fue rápido, instintivo, como todo aquel que ha sido perfeccionado en la supervivencia en los bajos fondos. Las uñas morfo-cerámicas índice y del medio, crecieron como navajas y se detuvieron en la garganta del acosador.  Un hilillo de sangre le corrió por el cuello.
-- ¿¡Estás loca!?  dijo con un grito ahogado y los ojos desorbitados por el miedo.
-- Loco estás tú, si piensas que vas a coger jamón. Dime, ¿Dónde está Járol?
-- Tranquila, cuidado con las uñitas. -- dijo con nerviosismo.  Tu noviecito está en Guanabacoa.
Los ojos de la joven eran un reflejo de evidente sorpresa.
-- ¿Guanabacoa? ¿Y eso?
-- ¿Ah, porque te escondió la bola? Mi hermanito no es fácil. ¿No te contó que hoy iba a jurarse, que iba a hacerse ñáñigo?
--  ¿Ñáñigo?
-- Si, ñáñigo, abakúa, es lo mismo.
--  Si, no, algo de eso me dijo, pero él no -- dijo contrariada.
-- Nada de no, -- la interrumpió disfrutando el momento. -- Hoy, hoy mismo es la cosa. A las doce de la noche creo que empieza todo.
La muchacha se quedó callada. El disgusto se notaba en su rostro. De pronto, con un ágil movimiento, agarró entre sus letales uñas, las bolas de su prisionero.
-- Suave, loca suave, mira que esa parte es delicada.
-- Yo lo sé só conejo y por eso, ahora mismo tú me vas a llevar a ese lugar. Y cuidadito con hacerte el cabrón, que todavía no se han inventado los transplantes de huevos.  Así que pon cara de cumpleaños y para un taxi que nos vamos para Guanabacoa. Dale, dale, saca la mano que por ahí viene uno. 
-- Si, si, tranquila, no te estreses. Pero te advierto, con esa gente no se juega y ahí, las mujeres no se pueden asomar ni de lejos. Mira, mejor
La presión de las uñas sobre los testículos, cortó la explicación.
--- Está bien, esta bien. Yo te llevo, yo te llevo.  y extendiendo el brazo, detuvo el aero-auto.

Terror, espadas y erotismo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora