Día 4. 3:45 am a 5:20 am.

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-5, para ser exactos.

-¿Para ser booktuber hay que tener los ojos lindos, de colores llamativos? -Preguntó Axel, sabía que era hacia mi persona.

-¿A qué te refieres? -Pregunté.

-Bueno, tú tienes los ojos hermosos, de un color mezclado que cambia a su antojo. Pero, la chica de argentina, Mica, tiene unos ojos que capturan, cuando crees que son grises te hipnotizan cambiando de repente. Sin embargo, "Receptor", Sebastián el argentino, tiene unos océanos en la cara, realmente intensos.

Suena una risita forzosa de Adolf, intenta calmarse, y Axel también.

-Ah... Pues, está claro que no puedes ser booktuber, Castle.

-Pero Adolf sí... -Dije mirando al joven, pero sin embargo Adolf no lucía tan feliz pero si halagado.

Luego de unos segundos Adolf se volvió tenso. -Hemos llegado... -Dijo Adolf.

El lugar era hermoso, realmente hermoso, la estructura era notablemente un trabajo de años con fuerza e inteligencia. ¿Cuanto dinero se fue en eso? Muchísimo, lo sé. Si en ese momento me preguntaban; ¿Estas sorprendida? ¿Estas intimidada? ¿Sólo estas atónita? Hubiera dicho que sí a todo.

Escondimos los autos otra vez y fuimos sigilosos, Adolf se mordía las uñas de una mano y sostenía la mía en la otra. Sebastián el coleccionista despertó a Mica, no sentía deseos de hacerlo, quería dejar que descansara. Pero dejarla sola en el auto era un peligro.

-Debemos decidir que haremos, lo mejor es ir por partes. -Castle nos dividió y nos fuimos dispersando. Yo iba con Castle y con Adolf, y entramos a las oficinas.

Había un silencio hueco, como si rebotara en las paredes, como si absorbiera, como si doliera, como sí almacenara recuerdos frívolos. La música insistente invadió mis oídos, hay un silencio sonoro, gritón. Adolf tomó la iniciativa junto a Castle, Caminaron frente a mí, Adolf tocaba las paredes, no entendía porque, era como memorizar la textura para tener mejor explicación, creo.

-¿Dónde fueron los demás? -Preguntó Adolf.

-Dispersos un grupo con Brucks y otro con Mabel.

-Necesitamos que sea sigilosos.

-Adolf, cállate.

Seguimos caminado, y las oficinas se veían todos vacías, nada nos mostraba señal de vida. ¿Qué esperábamos? ¿Algún ruido de una lunática? Estaba claro que todo era calculado y sigiloso. Hasta que decidimos hartarnos, y corrimos destruyendo algunas cosas que nos pudieran decir algo. En un momento nos jugamos con Mabel, que estaba junto a El coleccionista y Mica. Sus expresiones nos decían que no tenían nada. ¿Qué estábamos esperando?

Adolf empezó a gruñir cabizbajo para no gritar, mi frustración me llevó al punto de un par de lágrimas, pero no era momento de llorar, tiempo aún había. Aún Bruks, estaba buscando en la casa, y aún no había señales de ellos, así que puede haber la posibilidad de que aún podamos conseguir algo. Luego me di cuenta de algo, el nombre de Brucks: León King Bruks. Lo había visto en el celular de Axel, y aunque la ansiedad me mataba y quería saber por qué sólo lo llamaban Bruks, no era el momento. Mi curiosidad ansiosa debía calmarse y comportarse.

Después de rendirnos en las oficinas, una de mis pesadillas más recientes volvieron, ese sonido cortante y abrasador, que sólo en unos segundos puede paralizar corazones. Un disparo, no muy lejano. Corrimos oficinas afuera, ¿Éramos en ese momento el gato tras el ratón? Yo diría que viceversa. Salimos de golpe, cuando Brucks nos habló por los radios, nos dijo que él disparo se escuchó desde la casa.

Axel pateo la puerta y sacó su pistola, Nosotros tras él y Mabel cuidando nuestra espalda. Todos caminamos firmes y miedosos. Caminamos hasta encontrar unas escaleras que bajaban a otra habitación, y él grotesco olor a sangre subió por nuestras narices. Axel y los Sebastianes vieron la escena primero que yo, hasta que entré. En el suelo estaba un cuerpo inerte, sin vida, joven. Pelo oscuro, cara perfilada, americana. Mi respiración se entrecortaba y volvía de golpe como bofetadas, volvía a entrecortarse cuando veía más clara la horrible escena de estaba frente a nosotros. Adolf se desparramó en el suelo cuando vio el cadáver, pero todo fue más intrigante cuando reconoció el cuerpo. Era Magie.

-Ella igual iba a matarse.

La voz más distorsionada que había escuchado en toda mi vida, en el transcurso de mis dos décadas que transcurrían. Tenía su pistola en mano, hablaba segura, pero su leguaje corporal decía miedo. Parada con las piernas separadas, algo encorvada al frente con la pistola en manos, brazos estirados frente a la cara, parecía un cañón en su totalidad. Junto a ella, amarrada a una silla, con cita en la boca y toda despeinada, estaba Kylie.

-¡Kylie! -Gritó Adolf.

-¡Callaté! -Wendy disparó al techo- Harás que se despierte, ¿Sabes cuantos analgésicos me costó dormirla?

-Eres una bestia. -Adolf gruñía entre dientes.

-Tu hermana me gritó lo mismo cuando la tuve aquí.

Retuvimos a Adolf para que no sé lanzará sobre Wendy, la cual mostraba más seguridad que antes, era como si otra persona estuviera en su lugar. Nada era claro, pero no era tiempo para preguntar.

-Magie me gritó que me acusaría, esa estúpida nunca me dijo que ya lo había dicho. Debí prestarle más atención. -Wendy nos miró a todos- ¡No me miren así! Soy un ser humano normal y más valiente que ustedes por cierto.

Nadie dijo nada mientras Wendy desparramaba su locura por todas partes, era asquerosamente triste, ya que era eso lo que sentía; lástima hacia esa blasfemia joven.

-¡Hablen! -Otro disparo al techo.

Síndrome Fa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora