Capítulo 2 - allanamiento de morada.

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[Dato importante: el nombre de Asia se lee en inglés. Es "Eisha", no "Asia". El diminutivo es "Aish", que se lee "Eish".]

Abrí mis ojos lentamente al sentir mi cuerpo rebotar contra el colchón. La imagen de Bey saltando entusiasmadamente en mi cama encendieron mis ganas de darle una patada, pero mi cuerpo no estaba activo a una hora tan temprana de la mañana.

—¡Despierta, Asia! ¡Tengo cosas que contarte! —gritaba eufórica zarandeando mis sábanas blancas.
—Bey, déjame dormir —arrastré las palabras. Me giré sobre un costado dándole la espalda y me tapé la cabeza con la almohada.
—Ayer traje un chico a casa —continuó, sabiendo que no tenía más remedio que escucharla.

"Ese es exactamente el motivo de mi insomnio. Creeme, lo sé.", pensé para mis adentros.

—Sí, el famoso Aiden Miller —mi voz sonaba ahogada.
—¿Cómo lo sabes?
—Tuve un encuentro nocturno no deseado con ese idiota.
—No es un idiota. Es tan... perfecto —suspiró dejándose caer a mi lado.

Su voz sonaba tan asquerosamente feliz, que el arcoiris acumulado en mi estómago saldría en cualquier momento haciendo acto de presencia en aquella situación tan sumamente ridícula.

—He oído eso un millón de veces.
—No, esta vez es diferente —la miré con incredulidad—. No sabes lo amable y caballeroso que fue conmigo anoche. Me hizo sentir tan especial —una amplia sonrisa le ocupaba toda la cara.
—Es una táctica, Bey. Tienen que mantener la fachada para no parecer más inútiles y cabrones de lo que ya son. Te ilusionan, te hacen sentir especial, y luego encuentran a otra que está más buena que tú. Y mientras tú te quedas en casa llorando y comiendo helado de vainilla, viendo esos culebrones cutres que tienes grabados en CD, él está empezando el ciclo de nuevo.
—Hablo en serio, Aish —se giró de lado para mirarme a la cara—. Me conoces mejor que nadie. Mírame: ¿de verdad crees que miento o que simplemente es uno de mis típicos caprichos? —arqueó ambas cejas esperando una respuesta.

El brillo en su mirada delataba sinceridad, pero tenía que hacerle ver que ese tío no iba a traerle nada bueno.

—No puedes enamorarte en una noche.
—No estoy enamorada. Sólo... Sólo quiero conocerlo mejor y, con un poco de suerte, hacer surgir algo de todo esto.

Jugeteaba con uno de mis pronunciados y largos rizos, enrollándolo en su dedo índice.
Ella era la única persona con acceso autorizado a mi melena salvaje. Cuando era pequeña, la gente se sorprendía y se empeñaba en tocar mi pelo por el simple hecho de ser extremadamente rizado. Eso me causó tal trauma, que no permitía que absolutamente nadie se acercara a mi cabellera de león. Eso y que se encrespaba fácilmente.

—Sí, y os casaréis y tendréis pequeños delincuentes correteando bajo el viejo puente donde viviréis —rodé mis ojos y sonreír con burla.
—Ahg, eres un maldito grano en el culo, Aish —me lanzó un cogín que esquivé con una técnica infalible que mi cuerpo había desarrollado por pura supervivencia a los continuos ataques de Bey.

Su mirada con intento de asesinato fue interrumpida por el sonido de un teléfono móvil. Bey correspondió a mi gesto incrédulo y me dirigí hacia el lugar desde donde procedía aquel sonido seguida por ella. Acabamos en su habitación. Un móvil negro de pantalla plana que parecía nuevo vibraba en la alfombra beige al lado de la cama. El nombre "Katherine" estaba estampado con letras enormes en medio de la pantalla. Pensé unos segundos antes de atender la llamada.

—Hola, Aiden —la voz juguetona de una mujer resonó al otro lado del aparato—. ¿Que te parece si... te pasas por mi casa y pasamos un buen rato? Hoy tengo el día libre —hablaba de una forma tan sensual y jadeante que parecía estar en pleno acto sexual.

Un ángel caído por amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora