El irritante sonido de la alarma consiguió sacarme del sueño después de que los "cinco minutos más" se convirtieran en media hora. Mierda, la universidad. Ni siquiera me molesté en darme prisa. No es que faltar a clases fuera un hábito, es que haber dormido tanto me había cansado aún más, y si a eso le sumaba la saturación de emociones del día anterior, me sobraban las razones para quedarme en la cama. Pero no podía permitirme la vagueza en un estado tan avanzado del curso. Si conseguía despegarme de las sábanas, quizás me diese tiempo a entrar a la siguiente clase.
Levantarme de me costó como si mi cuerpo pesara veinte kilos más. Caminé hasta la cocina casi a ciegas, con los ojos entrecerrados para evitar que la intensa luz que reflejaba las paredes blancas siguiera apuñalándolos. En cuanto vi a Bey engullendo su saludable desayuno (unos huevos revueltos sin yema y un zumo de naranja exprimido) me invadió la culpabilidad. Tendría que enfrentarme a ella y contarle todo lo que no pasó con Aiden y que se negaría a creer. No iba a contarle lo de Rodriguez, por supuesto. Lo último que quería era ponerla en peligro también por "saber más de lo que debería". Aunque la situación parecía mucho menos alarmante después de haber pasado un día.
Levantó sus ojos más achinados que de costumbre para mirarme.
-Buenos días, marmota -dijo con aire divertido.
-Buenos días. ¿Qué hora es? -pregunté por seguir la conversación de alguna manera.
-Once y media. Lunes. Veinticinco de abril de...
-Vale, me sitúo. -Me senté en la mesa alta donde nunca solíamos comer, justo en frente de ella-. ¿Por qué no estás en la uni? -Cogí una apetitosa manzana verde solitaria en el bol y la mordí.
-He decidido tomarme un descanso. Traducción va a acabar con mi vida.
-Yo tenía intención de ir a la siguiente hora. Pero, pensándolo mejor, creo que seguiré tu ejemplo -dije con la boca llena.
Ella me miró con sorpresa.
-Te estás dejando arrastrar al lado oscuro. -Rió mientras se levantaba a lavar su plato-. Y hablando de seguir mi ejemplo... -Giró la cabeza para mirarme con su cara de perversión-. ¿Dónde estuviste la otra noche?La esperada pregunta hizo que un trozo de manzana sin masticar se me clavara en la garganta provocándome la tos.
-¿La otra noche? -repetí aún intentando recuperarme.
-Sí. Te llamé un millón de veces y no me cogías el teléfono. Incluso llegaste a colgarme.
-Imagínate cómo estaba que de eso ni me acuerdo.
-¿Te emborrachaste? -Fingió sorpresa.
-Un poco. Acabé en la penúltima.
-Podrías haber avisado, perra. Estuve preocupada por ti. Incluso llamé a Jackson para saber si estaba contigo.
-Entonces ya lo sabes.
-¡Obvio! Y me duele que hayas esperado dos días para contármelo.
-No he estado en condiciones físicas. ¿Te ha... dicho algo de cómo pasó?La pregunta real era: ¿Te ha dicho que me dejó porque está seguro de que me muero por los huesos de Aiden y yo a penas pude desmentirlo?
-No ha querido hablar del tema, pero parecía muy dolido. En el fondo siento pena por él. Parece que te quiere de verdad.
-Bueno, fue él quién quiso esto, ¿no? -Bajé la mirada a la manzana mordisqueada de entre mis manos.
-Hablas como si no te importase.
-Y no me importa. -Mentí. Era cierto que me preocupaba menos de lo que había pensado, y era cierto que tampoco dolía tanto (aunque no estaba segura de si eso se debía a la indignación que sentía), pero él había sido muy importante para mí y, vamos, sólo habían pasado dos días.
-¿Como? -Alargó la primera sílaba-. ¿Me estás diciendo que Jackson Bush no te importa en lo más mínimo cuando estabas segura de que sería el padre de tus hijos? Asia Wood, tú tienes mucho que contarme.
-Bey Kobayashi -Seguí su juego de nombrar los apellidos-, te equivocas.
-Entonces, dime. ¿Dónde has pasado la noche? -Se cruzó de brazos en espera de una respuesta que ella ya creía sabe-. ¿Has estado con algún chico?
-¿Qué? ¡No! -Bufé, evidenciando el nerviosismo que intentaba ocultar-. Estuve... con una amiga.
-¿Una amiga?
-Sí.
-¿Maddie? ¿Mel?
-Chloe.
-¿Quién demonios es Chloe?
-Una amiga.
-¿Usa Chloe ropa de chico? -Señaló mi cuerpo de arriba a abajo con sus dedos. Me maldecí al percatarme de que aún llevaba la ropa de Aiden puesta. Por suerte, pareció no darse cuenta de a quién pertenecía y mi despiste no acabó provocando la tercera gran guerra.
-P-Pues si. Yo también la uso. -Insistí torpemente, a pesar de que su ceja levantada me gritaba "déjalo ya, Asia, te he pillado".
-¿También usa perfume de hombre? -Alzó la otra. Si Bey se caracterizaba por algo, era por su imposible control facial
-Le gusta. -Me encogí de hombros.
-¡Venga ya! -Llevó las manos a sus caderas, lo que -según mis años de experiencia- significaba indignación-. ¡Me ofende que intentes ocultármelo! ¿Crees que voy a juzgarte? ¿Es eso? -Leyó mi mente-. ¡Eres mi mejor amiga! Soy la última persona en el mundo que lo haría.
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Un ángel caído por amor
Ficção AdolescenteMe leyó el alma a través de los ojos, intentando entender cada uno de mis sentimientos que ni yo comprendía. Me regaló su dulce sonrisa y me acarició la mejilla. Estábamos en un callejón y era de día. La luz del sol que -se suponía- debía bañar las...