Capítulo 7 - Contradicciones.

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Le conté a Bey cómo me sentía acerca de Jackson. Por supuesto, no le dije nada sobre mis confusiones con Aiden. ¿Qué clase de amiga sería si le confesara que por un momento llegué a pensar que podría estar sintiendo algo por el que ella consideraba seriamente el amor de su vida? ¿Pero qué clase de amiga era si no lo hacía? Un dilema ético y moral que empezaba a incomodarme. Bey había sido una amiga ejemplar desde tiempos inmemorables. Cabezota e irritante a veces, pero siempre disponible para solucionar cualquiera de los problemas que frecuentaban mi vida, o al menos intentarlo.

Se empeñó en llevarme al centro comercial para comprar lo que, según ella, me haría ver preciosa aquella noche de salida en pareja que ella misma había organizado. Aiden, Bey, Jackson y yo; una completa locura. Le dije que no era una buena idea, que ellos no podían ni verse las caras, pero pensó que era una forma eficaz de intentar arreglar las cosas y que si nos querían, lo harían. Pero Aiden no la quería...

-No acabo de entender qué quieres conseguir con esto, Bey... -en mi voz era notable el cansancio que me había producido andar de tienda en tienda una hora sin descanso.
-Tia, estás pasando por una crisis, y voy a ayudarte a que esos sentimientos por Jackson que crees perdidos, vuelvan a florecer -sonrió de oreja a oreja ilusionada por la idea de jugar el papel de celestina.
-No servirá de nada. He tomado una decisión. No quiero seguir con esto y se lo diré a Jack en cuanto tenga oportunidad.
-Desde luego no funcionará si te empeñas en ello -se cruzó de brazos y frunció el ceño.
-Lo utilizas como una escusa para hacer con Aiden algo más que tener sexo -solté las bolsas en el suelo y me dejé caer en un banco. No fui consciente de la dureza de mis palabras hasta que vi en su cara un bien disimulado atisbo de dolor.
-¿Por qué desconfías de mi buena voluntad? -hizo un gesto exagerado de indignación.
-Porque te conozco desde que me acuerdo.
-También lo hago por ti, tía. Jackson es un buen chico, y no quiero que seas una estúpida que lo abandona todo por tropezar en un pequeño bache.

Fijé la vista en algún punto fijo del suelo. Quizás tenía razón. No era más que una pequeña decadencia de afecto que podría solucionarse con un par de besos. Lo que sentía por Aiden no era más que atracción física por evidentes motivos, y no merecía la pena saturarme la cabeza con sentimientos inventados.

-Un momento -entre cerró los ojos como intentando descifrar algo en mi gesto-, conozco esa mirada -se le iluminó la cara-. ¡Te gusta otro chico! -elevó la voz lo suficiente como para que algunos curiosos de nuestro alrededor se giraran a mirarnos.
-¿Cómo? No, no... deliras.
-¿Quién es? ¿Es guapo? ¿Está bueno? ¿Cómo se llama? -tenía una sonrisa maliciosamente divertida.
-Te digo que no hay nadie, Bey.

Pero mis mentiras no servían con la que había sido mi confidente durante diez largos años.

-Sabes que no puedes ocultarme nada -canturreó.

Me levanté y seguí caminando. Era más fácil ignorarla y no ver la clara emoción en su cara, que intentar convencerla de que no había una tercera persona, o convencerme a mí de que no era Aiden.

-¿Qué clase de magia negra has utilizado para convencerlo? -cambié de tema y me salvé por un rato. El bombardeo a preguntas vendría más tarde.
-Bueno, se negó hasta que le dije que era para ayudarte. Supongo que no le encantó la idea de pasar tiempo a solas conmigo como una pareja -hizo comillas con sus dedos en las últimas dos palabras. Aunque intentaba ocultarlo tras una sonrisa desganada, la tristeza se adueñó de sus gestos.
-Lo quieres, ¿verdad?
-No lo sé -suspiró-. Nunca estoy segura de qué sentir cuando está cerca. Nunca tenemos de qué hablar. Sólo lo veo por la noche y a penas me doy cuenta de que ha estado allí porque se va antes de que me despierte.
-¿No has intentado decirle cómo te sientes?
-Sería una estupidez hacerlo. Sé que no soy correspondida y que para él esto es sólo un juego pasajero.
-Entonces no entiendo por qué sigues con esto.
-Porque, si no es así, no será de ninguna manera, Aish.
-Pero algún día desaparecerá sin avisar. ¿Y entonces qué? Será demasiado tarde como para evitar el daño, Bey. ¿No es mejor pararlo ahora y no cuando de verdad no haya vuelta atrás?

Un ángel caído por amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora