23 - Falling

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Martin había bebido mucho. Demasiado. La discoteca giraba a su alrededor, un torbellino de luces de neón y música ensordecedora que apenas podía distinguir. No entendía mucho de lo que pasaba, su mente nublada por el alcohol y la confusión. Pero sí entendía una cosa con claridad: Juanjo le había cogido de la mano. Ese gesto, pequeño pero significativo, resonaba en su corazón, atravesando la neblina de su embriaguez.

Juanjo le había defendido delante de todos, enfrentándose al hombre que le había atacado verbalmente. La firmeza y la protección en su voz, algo que Martín no se había esperado, lo habían dejado paralizado. Intentaba asimilarlo todo, a pesar del alcohol que corría por sus venas. Juanjo había dicho que follaba bien. Y que podía confirmarlo. Pero esos eran detalles superfluos.

Mientras Martin trataba de ordenar sus pensamientos, seguía sintiendo la mano de Juanjo aferrada a la suya, fuerte y segura. El contacto era cálido y reconfortante, un ancla en medio del caos. Juanjo no aflojaba su agarre, como si temiera perderle en la multitud de cuerpos sudorosos y movimientos frenéticos.

A su alrededor, sus compañeros seguían disfrutando de la noche, demasiado borrachos y felices, cargados aún de la excitación post-concierto, como para prestarles atención. Las risas y los gritos de alegría llenaban el aire, mezclándose con la música, pero para Martin, todo se había reducido al silencio que compartía con Juanjo. La conexión entre ellos era palpable, una línea invisible que les unía en medio del bullicio.

Martin miró a Juanjo a través de la penumbra y las luces intermitentes. Sus ojos, ligeramente nublados por el alcohol, buscaban alguna señal en los del otro. Juanjo le devolvía la mirada con una mezcla de preocupación y resolución. No había palabras entre ellos, pero el mensaje era claro.

El vasco intentó hablar, pero las palabras se le escapaban, enredadas en su mente borracha. En lugar de eso, apretó ligeramente la mano de Juanjo, tratando de transmitirle su agradecimiento y la confusión que sentía. Juanjo asintió, entendiendo sin necesidad de palabras.

Juntos, se apartaron un poco más de la pista de baile, buscando un rincón más tranquilo donde pudieran sentarse y descansar. La discoteca seguía vibrando con energía, pero para ellos, el tiempo parecía haberse detenido. Cada movimiento, cada respiración, estaba cargado de significado.

Juanjo ayudó al menor a sentarse en un sofá cercano, su agarre en la mano del otro tan firme como antes. Se inclinó hacia él, su rostro cerca del suyo.

—¿Estás bien? —preguntó Juanjo, su voz apenas un susurro entre el estruendo de la música.

Martin asintió lentamente, aunque sabía que no estaba completamente bien. El alcohol le hacía sentirse desorientado y emocionalmente vulnerable, pero la presencia de Juanjo le daba una sensación de seguridad que no había sentido en mucho tiempo.

—Gracias —murmuró, sus palabras apenas audibles.

Juanjo sonrió levemente, su expresión suavizándose.

—No tienes que agradecerme, de verdad -

- No, no tenías ninguna razón para hacerlo. Tú no. -  soltó el menor, intentando no arrastrar cada palabra que salía de su boca.

- Reconozco que también fue el alcohol lo que me indujo a ello. - suspiró el mayor, sujetándose la cabeza con las manos, apoyado en el sofá de la discoteca.

- La última cosa que dijiste... - 

- Fue el alcohol, por favor Martin, olvídalo. - el menor juró que vio enrojecer sus mejillas, mientras que intentaba esconder su rostro entre sus manos.

- Fue... bonito - 

- ¿Bonito? - 

- Pues, lo tomo como un cumplido, ¿no? - Martin dirigió su mirada hacia el mayor, soltando una risita.

The time I spent without youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora