27 - La propuesta

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Martin se quedó paralizado, sintiendo cómo su corazón comenzaba a latir con fuerza en su pecho. La realidad lo golpeó como un balde de agua fría cuando, al levantar la vista, vio a Juanjo de pie frente a él. El brillo de las luces del pasillo del baño se reflejaba en los ojos oscuros de Juanjo, que lo miraban con una mezcla de confusión y dolor. El silencio entre ellos se hizo insoportablemente denso, y Martin sintió que el suelo bajo sus pies se tambaleaba.

Juanjo no necesitó decir mucho. Su expresión lo decía todo: sus labios apretados, su mandíbula tensa, la forma en que sus ojos se oscurecían con una tristeza que Martin reconocía demasiado bien. La pregunta que salió de sus labios fue directa, cortante, como una cuchillada.

—¿A qué juego estás jugando, Martin?

El tono de su voz era bajo, pero no podía ocultar la mezcla de incredulidad y decepción que lo impregnaba. Martin, que apenas podía sostenerle la mirada, sintió cómo su garganta se cerraba, sin encontrar las palabras que pudieran explicar lo que estaba sucediendo. No había ninguna explicación lógica, ni excusas que pudieran justificar la escena que Juanjo acababa de presenciar.

El chico con el que Martin había estado momentos antes, salió del baño sin siquiera mirarlos, ajeno a la tormenta que acababa de desatar. Juanjo lo siguió con la mirada por un segundo, antes de volver a clavarla en Martin, esperando alguna explicación, alguna respuesta que pudiera darle sentido a todo aquello. Pero Martin, sintiéndose arrinconado, incapaz de procesar lo que estaba pasando, solo podía devolverle una mirada vacía.

—Yo… —intentó decir Martin, pero su voz se quebró antes de poder continuar.

La vergüenza, el dolor y el enojo se mezclaban en su interior en una maraña de emociones que lo asfixiaba. Había bebido demasiado, y ahora las consecuencias de sus actos caían sobre él como una losa, pesada e implacable. Quería gritar, golpear algo, hacer cualquier cosa para aliviar la presión que sentía en el pecho, pero todo lo que pudo hacer fue quedarse allí, atrapado bajo la mirada escrutadora de Juanjo.

—¿Es así como decides lidiar con todo? —preguntó Juanjo, su voz ahora más tranquila, pero con un tono que Martin reconoció como peligroso. Era la calma antes de la tormenta.

Martin sintió que las lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos, y su frustración solo aumentaba. No quería llorar, no delante de él, no en esa situación. Quería decirle que todo era una estúpida confusión, que no significaba nada, que solo estaba tratando de olvidar… pero incluso esas palabras sonaban vacías en su cabeza.

—No sé qué decirte, Juanjo —respondió finalmente, su voz apenas un susurro. Sabía que lo que había hecho era indefendible, y lo peor de todo era que ni siquiera entendía por qué había sentido la necesidad de hacerlo.

Juanjo soltó un suspiro profundo, pasando una mano por su cabello en un gesto de frustración. La tensión entre ambos era palpable, un abismo que se abría cada vez más entre ellos, amenazando con tragarlos.

—Martin, esto… esto no puede seguir así —dijo Juanjo, mirándolo con una expresión de derrota que hizo que algo se rompiera dentro de Martin. —No podemos seguir haciéndonos esto el uno al otro.

Martin quiso protestar, quiso decirle que no era justo, que él también estaba sufriendo, que no era el único que lo estaba pasando mal, pero las palabras se quedaron atrapadas en su garganta. Sentía que todo lo que podía hacer era observar cómo las pocas cosas que había intentado mantener bajo control se desmoronaban frente a él.

—No sé qué estás buscando con esto —continuó Juanjo, su voz volviendo a adoptar un tono más severo—, pero no puedo seguir viendo cómo te haces daño, cómo nos hacemos daño mutuamente.

The time I spent without youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora