24 - Palabra prohibida

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Juanjo se despertó en su habitación de hotel, sintiendo el peso de la noche anterior en cada fibra de su cuerpo. Aunque no había bebido tanto como en otras ocasiones, la resaca le golpeaba con fuerza. Se pasó una mano por el rostro, intentando despejar la neblina que parecía envolver su mente. La habitación estaba en silencio, apenas iluminada por los primeros rayos de sol que se filtraban por las cortinas mal cerradas.

Con un suspiro, se giró hacia la mesita de noche, donde había dejado su teléfono la noche anterior. Lo encendió y, al instante, la pantalla se inundó de notificaciones. Varias llamadas perdidas de Nacho y una interminable serie de mensajes urgentes que pedían que le devolviera la llamada lo antes posible.

Juanjo frunció el ceño, sintiendo cómo el malestar en su estómago se intensificaba. Estaba agotado, tanto física como mentalmente, y lo último que deseaba era lidiar con alguna crisis de última hora. Sin embargo, sabía que no podía ignorar a Nacho. Con un suspiro resignado, se sentó en la cama y marcó el número de su manager.

El teléfono apenas sonó un par de veces antes de que Nacho contestara, su voz sonando tensa y apresurada.

—¡Por fin! —exclamó Nacho, claramente aliviado de que Juanjo hubiera llamado—. ¿Estás bien? ¿Por qué no me contestaste antes?

Juanjo se frotó los ojos, intentando sacudirse el sueño que aún pesaba sobre él.

—Lo siento, Nacho —respondió con voz ronca—. Me acabo de despertar. Anoche fue una noche larga...

—Lo sé, lo sé —lo interrumpió Nacho, sin molestarse en ocultar su impaciencia—. Pero escúchame, porque esto es importante. En cuanto regreses a Madrid, vas a tener que asistir a un evento público con la cantante de reggaeton. Es una cena de gala para anunciar un nuevo producto cosmético de una marca americana muy conocida.

Juanjo frunció el ceño, una sensación de incomodidad creciendo en su pecho. Sabía lo que eso significaba: un espectáculo mediático, fotos y rumores que alimentarían la prensa del corazón. Era parte del acuerdo que había hecho, pero no por ello se sentía más cómodo con la idea.

—¿Una cena de gala? —repitió, tratando de procesar la información mientras aún luchaba contra la resaca—. ¿Y qué se supone que debo hacer allí?

Nacho dejó escapar un suspiro, como si estuviera explicando algo obvio.

—Van a hacer algunas fotos juntos, Juanjo. Los paparazzi estarán ahí, asegurándose de que haya material suficiente para que los rumores empiecen a circular. Además, se va a anunciar el lanzamiento del single que grabasteis juntos.

Juanjo sintió un nudo en el estómago. Sabía que esto formaba parte del plan para revivir su carrera, pero la idea de fingir una relación frente a las cámaras le resultaba cada vez más desagradable. Había algo en la artificialidad de todo ello que le resultaba asfixiante.

—¿Es realmente necesario, Nacho? —preguntó, su voz dejando entrever su descontento—. No estoy seguro de que esto sea lo mejor para mí, para mi música...

Nacho suspiró al otro lado de la línea, su tono suavizándose un poco.

—Juanjo, sé que esto no es lo ideal para ti. Pero hemos hablado de esto, ¿recuerdas? Es una oportunidad para que vuelvas a estar en el radar, para que la gente vuelva a hablar de ti y de tu música. No tienes que hacer nada más que sonreír para las cámaras y dejar que los rumores hagan el resto.

Juanjo cerró los ojos, dejando que las palabras de Nacho se asentaran en su mente. Sabía que su manager tenía razón desde un punto de vista práctico, pero no podía evitar sentir que estaba vendiendo una parte de sí mismo que no estaba dispuesto a ceder.

The time I spent without youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora