Clara me deja un momento sola para informar a los demás que debemos esperar un poco más, ya que uno de los exámenes aún no está listo. Aunque no es completamente una mentira, no mencionamos nada sobre el embarazo, especialmente porque Lucas está esperando fuera con los demás. Ella es la única persona que conoce con quien desperté en aquel hotel, por lo que antes de salir, me pide que no me preocupe, que ella distraerá a todos.
La enfermera llega con la máquina para la ecografía. Me levanto un poco la camiseta mientras el doctor aplica un gel translúcido que, al principio, se siente bastante frío, pero se ajusta a mi temperatura conforme él mueve el pequeño aparato sobre mi vientre. Después de unos minutos, el doctor ajusta el monitor y sigue moviendo el dispositivo.
— Aquí está —dice, presionando un botón para congelar la imagen—. Esta pequeña mancha que ves ahí es tu bebé, que está creciendo en el interior de tu útero.
Contemplo la imagen en el monitor, completamente atónita, sin poder creer lo que estoy viendo. Asiento mientras veo que la boca del doctor se mueve, pero el impacto de la noticia hace que no logre escuchar lo que dice.
— Noviembre —me llama el doctor, trayendo mi atención de vuelta hacia él—. Puedes limpiarte.
Me entrega una toalla de papel, con la que me quito el exceso de gel. La enfermera se despide y se lleva la máquina de ecografía. El doctor termina de anotar algunos detalles en los papeles y me entrega unas recetas para el tratamiento que necesito. Siento que todo a mi alrededor se mueve en cámara lenta mientras agradezco al doctor y firmo el papel del alta médica. Salgo por las puertas automáticas hacia la sala de espera, donde veo a Henry, Clara, Mateo, Emma y Lucas, quienes se alegran al verme.
— ¿Cómo te fue? —se acerca Clara, su preocupación es evidente.
— Después hablamos —logro decir, intentando procesar la avalancha de emociones— debo comprar algunas pastillas, tengo anemia y por la temporada alta se tuvo que haber empeorado —le comento ahora a todos.
Cuando estamos por irnos, noto cómo las puertas se abren y sale la enfermera que llevaba la máquina de ecografía. Al hacer contacto visual conmigo, una sonrisa aparece en su rostro.
— Señorita Ortega —dice acercándose a nosotros, con un papel de color rosado con grandes letras que dicen "Control de natalidad"—, su cita con la matrona es el lunes con la doctora Garza, como se lo indico el doctor. Además, le entrego esto, una pequeña foto de su ecografía para que no se vaya con las manos vacías.
Me quedo en silencio, sosteniendo la ecografía y el carnet en mis manos, sintiendo la mirada de todos a mi espalda. El nerviosismo me invade y mis manos comienzan a temblar. Mateo está aquí; ¿cómo reaccionará al enterarse de que estoy embarazada? Me giro para enfrentar a todos, y con una sonrisa nerviosa intento decir algo, pero noto los rostros de sorpresa, especialmente el de Lucas.
— A baby? —exclama Henry sorprendido, recibiendo un golpe de Clara.
— Yo... este... —intento decir, pero las palabras no salen. ¿Qué puedo decir?
— Novi ... ¿estás bien? ¿Estás embarazada? —pregunta Mateo, aún más sorprendido.
Las palabras de Mateo resuenan en mis oídos, y la realidad de la situación me golpea con fuerza. No quería que nadie lo supiera aún, especialmente no así, y menos con Mateo . . . y Lucas presentes.
— Sí —respondo finalmente, con voz apenas audible. Siento que el suelo se abre bajo mis pies.
Pero antes de que logre decir algo más, mi mano es tomada delicadamente por Lucas, quien me saca de la sala de espera y me lleva al estacionamiento. El silencio entre nosotros es inevitable, y siento cómo las lágrimas se acumulan en mis ojos, sin saber qué hacer. Tengo 26 años y, a pesar de eso, no me siento lista para esto. Además, a Lucas no lo conozco bien; fue una cosa de una noche que ahora está provocando consecuencias.
— ¿Es cierto? —pregunta Lucas, rompiendo el silencio— ¿el embarazo?
Con cuidado toma el carnet rosa de mis manos y lo examina detenidamente, deteniéndose también en la pequeña fotografía en blanco y negro que me entregó la enfermera. Sus ojos denotan sorpresa y más cuando hace contacto visual conmigo.
— Aquella noche... —titubea—, ¿no usamos protección?
— Tú eres la última persona con la que estuve —le digo, mientras las lágrimas comienzan a rodar por mi rostro.
— No llores —dice suavemente, limpiando mis lágrimas con su mano—. Lo siento, no quise que mis palabras se malinterpretaran, perdón. Es mucha información, debes estar abrumada.
Sin decir más, me envuelve en un abrazo. Como una niña pequeña, me dejo llevar y comienzo a llorar. Mientras lloro, siento cómo sus manos acarician mi espalda en un intento por consolarme. Ha cambiado desde la última vez que lo vi; la barba que lo hacía parecer tan maduro ya no está, y su nuevo corte de cabello lo hace lucir más joven de lo que recordaba. Poco a poco, mis sollozos disminuyen, y aunque la confusión y el miedo aún me envuelven, empiezo a sentirme más tranquila. Lucas se aparta un poco para mirarme a los ojos.
— No estoy seguro de qué decir —admite con una mezcla de nerviosismo y determinación en su voz—, pero asumiré la responsabilidad. Estaré aquí para lo que necesites y para lo que decidas hacer.
— Gracias —susurro, apreciando su apoyo inesperado. Me limpio las lágrimas con la manga de mi camisa y respiro hondo, tratando de recuperar fuerzas.
— Tendremos que hablar de esto con más calma —dice Lucas—. Vamos a tomar un café o un té, o lo que prefieras.
Me río ligeramente por su última frase y acepto su propuesta, pero para otro día, ya que mis amigos y su hermana todavía están adentro, confundidos por todo lo que ha sucedido. Nos acercamos nuevamente a urgencias y vemos a Henry, Clara, Mateo y Emma hablando entre sí afuera. Mi nerviosismo aumenta cuando mi mirada se cruza con la de Mateo, pero tomo aire y me armo de valor al llegar junto a ellos.
— No me siento capaz de hablar ahora —digo, mirando al suelo—. Solo quiero ir a descansar; ha sido demasiado.
Todos asienten y aceptan mis palabras, pero aún siento la mirada de Mateo, como si quisiera decirme algo. Clara toma mi mano y me guía hacia el auto junto con Henry. Mientras observo a mi alrededor, solo quiero desaparecer.
Me subo en el asiento trasero, apoyando mi cabeza en la ventana, pero antes de que Clara pueda arrancar, Lucas se acerca al auto.
— Puedo llevar a Noviembre por sus medicamentos —le pregunta a Clara, quien rápidamente me mira a través del espejo retrovisor.
— ¿Y quién llevará a Emma y Mateo? —le pregunto a Lucas.
— Podrías llevarlos tú —le sugiere a Clara.
Mi amiga, comprendiendo mi señal, acepta la propuesta, sabiendo que ella podrá calmar a Mateo, que parece inquieto por querer hablar. Me bajo del automóvil y camino junto a Lucas hacia su auto, donde están Emma y Mateo. Antes de subirme, veo cómo Lucas habla brevemente con ambos, y sin muchas palabras, se dirigen hacia Clara. Aún siento la mirada de Mateo en mí.
El auto de Lucas es negro y bastante amplio. Amablemente, me abre la puerta del copiloto para que pueda subir, y coloca su mano sutilmente en el marco para evitar que me golpee la cabeza. Una vez sentada, me pongo el cinturón de seguridad, y él se sube al vehículo, enciende el motor, y comenzamos nuestro recorrido hacia la farmacia. Durante el trayecto, el silencio es palpable; mis manos juegan entre sí, y noto cómo Lucas me observa de vez en cuando, esbozando una pequeña sonrisa.
— Creo que nunca nos hemos presentado formalmente —dice Lucas, deteniéndose en un semáforo—. De manera directa, quiero decir.
— Creo que sabes más de mí que yo de ti —respondo—. Me llamo Noviembre Ortega y tengo 26 años.
— Mucho gusto, Noviembre —responde con una sonrisa—. Soy Lucas Castillo, tengo 31 años y trabajo en una compañía de publicidad.
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La novela se actualizará los jueves y, posiblemente, otro día que aún no he decidido.
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Planificando Sentimientos
RomanceNoviembre Ortega tiene bien definido su camino, como organizadora de bodas, su habilidad para mantener todo bajo control es su mayor fortaleza. Sin embargo, tras el dolor de un amor no correspondido, encuentra consuelo en los brazos de un desconocid...