Los aplausos de los invitados y colaboradores resuenan por toda la villa, donde se está realizando la recepción, cuando Mateo y Emma entran tomados de la mano, emocionados al haber iniciado su vida matrimonial.
2 Horas atrás...
— Emma, querida —le comento— esta es una pregunta que siempre hago antes de cualquier boda que organizo, ¿está bien? ¿Aún te quieres casar?
— Puedo tomarme un momento —dice, tomando la mano de su padre.
Asiento y tomo la pequeña radio para avisar a Sophia y Dylan que Emma no se siente muy bien, por lo que la entrada no ocurrirá ahora y que me traigan agua lo más rápido posible.
— ¿Estás bien, Emma? —se acerca Clara junto a mí.
— Ya traen una botella de agua —informo, entrando por completo en mi rol de organizadora— Emma querida, respira conmigo, inhala y exhala, repite e intentemos tranquilizarnos, siente cómo el aire entra en tus pulmones.
Mientras continuo con mi guía de respiración, veo cómo Emma la sigue al pie de mis palabras y poco a poco su respiración se tranquiliza, logrando que al menos sus manos no tiemblen tanto. La acompaño junto a su padre para que camine un poco y junto con el señor Castillo intentamos distraerla señalando cosas que se encuentran en el gran pulmón verde que nos rodea. Después de unos casi 10 minutos, las damas y acompañantes vuelven a sus posiciones, al igual que las pequeñas de las flores, quienes son las primeras en ingresar, causando que los invitados suelten un sonido enternecedor al verlas lanzar los pétalos de flores por el pasillo. Luego, a mi conteo, van ingresando las parejas de acompañantes, que una vez llegan al altar, se separan para posicionarse en el lado correspondiente. Desde la entrada veo a Mateo, quien luce algo nervioso y, ¿cómo no estarlo? Todo se retrasó 10 minutos, tiempo perfecto para poder cancelar una boda, pero noto cómo sus ojos cambian cuando Emma toma protagonismo en el pasillo. Al ver sus ojos, pienso en que nunca logré que me viera así.
— Inicien —le indico a Emma y su padre, quienes al ritmo del piano ingresan a la iglesia.
No puedo negar que verlos juntos en el altar fue doloroso, especialmente ver a Mateo sonreír de una forma que rara vez había visto. Incluso cerré los ojos como si fuera una niña pequeña cuando el padre les dio permiso para besarse, porque en lo más profundo de mi ser, quería seguir creyendo que nada de esto era real.
Los aplausos continúan, trayéndome de regreso al presente, donde veo cómo ambos juegan en la pista de baile y Mateo hace ese extraño baile que le enseñé cuando estábamos en la escuela, baile que nunca logró superar, por lo que veo. Las luces comienzan a bajar y la música hace un leve cambio, es entonces cuando Dylan anuncia que la pareja recién casada hará su primer baile formal.
Veo cómo todos sacan sus teléfonos y comienzan a grabar el suceso. Algo dentro de mí se siente incómodo, en ningún momento durante la ceremonia me sentí así, pero ahora que los veo bailar, siento cómo las ganas de llorar me inundan, así que me escondo detrás de uno de los grandes arreglos florales y saco el pañuelo que siempre tengo para secar rápidamente mis lágrimas. Debo parecer una tonta, llorando por un amor no correspondido e imposible, sobre todo ahora.
— Un aplauso para la pareja recién casada —escucho cuando la música finaliza y decido salir de mi escondite.
Mientras paso rápidamente por todas las mesas asegurándome de que todo esté bien, las personas me felicitan por la gran organización y cómo todo luce tan mágico, a lo cual simplemente agradezco y continúo con mi trabajo. Cuando paso por la mesa de los novios y sus padres, Emma me sonríe de una manera tan cálida que incluso me odio por estar sintiéndome así en su boda, pese a que Mateo nunca correspondería a mis sentimientos.
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Planificando Sentimientos
RomansNoviembre Ortega tiene bien definido su camino, como organizadora de bodas, su habilidad para mantener todo bajo control es su mayor fortaleza. Sin embargo, tras el dolor de un amor no correspondido, encuentra consuelo en los brazos de un desconocid...