Capítulo 14

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A la mañana siguiente, los pequeños rayos de luz que se filtran por la ventana comienzan a colarse en mi visión. Intento ocultarme de ellos, pero al moverme, me sorprendo al darme cuenta de que Lucas sigue dormido a mi lado. Su respiración es lenta y tranquila, un reflejo de lo profundo que debe estar durmiendo. Una mezcla de tranquilidad y asombro llena mi pecho al verlo allí, tan cerca de mí.

Antes de continuar observándolo, tomo mi teléfono, y mi sorpresa crece aún más al ver la hora: 11:23 de la mañana. Me quedo mirando la pantalla por unos segundos, preocupada. Hoy es el día en que le contaremos a su familia sobre lo que está pasando, y habíamos acordado reunirnos para almorzar a las 13:00.

Dejo el teléfono a un lado y, con cuidado, comienzo a mover a Lucas suavemente, llamándolo en voz baja. Poco a poco empieza a moverse, abriendo los ojos con lentitud. Aún algo adormilado, sus ojos se encuentran con los míos, y una sonrisa se dibuja en su rostro.

— Me quedé dormido —dice, estirándose con pereza.

— Lucas, son las 11, y prometimos ver a tus padres a las 13 —le digo, levantándome de la cama con cierta urgencia.

Lucas sigue estirándose mientras yo me observo en el espejo. Sigo vistiendo la ropa de ayer, y por un momento, las palabras de mi papá vuelven a mi mente, hasta que siento a Lucas acercarse. Aún lleva puesta su ropa de ayer también, y de repente me rodea con sus brazos por la espalda, apoyando su cabeza en mi hombro.

— Vístete con calma —me dice con la voz ronca y adormilada—. Comemos algo rápido, y luego vamos a mi departamento para que me cambie.

Me suelta suavemente y vuelve a sentarse en la cama, frotándose los ojos. Mi rostro se sonroja un poco por la cercanía, pero asiento torpemente y acepto su propuesta. Me dirijo al baño de mi habitación para darme una ducha rápida, luego de terminar, regreso con la mente más despejada, pero me doy cuenta de que Lucas ya no está allí. Me visto rápidamente, eligiendo unos jeans holgados, una polera negra de manga corta, y una camisa roja que dejo desabotonada. Completo el look con unas zapatillas blancas, sintiéndome lo suficientemente cómoda para el día que nos espera.

Al escuchar unos ruidos provenientes de la cocina, me apresuro a aplicar un poco de corrector para corregir las tonalidades oscuras bajo mis ojos, rímel y rubor antes de bajar las escaleras. Cuando llego a la cocina, encuentro a Lucas de pie junto a la encimera, preparando té y pan tostado. La escena me arranca una sonrisa, viéndolo moverse con naturalidad en mi espacio.

— Deberías secarte el cabello, o te vas a enfermar —me dice sin levantar la mirada, concentrado en untar mantequilla sobre una tostada.

— No te preocupes, tengo grandes defensas —le respondo, negando con la cabeza mientras me siento a la mesa.

Lucas se ríe suavemente y gira para mirarme.

— ¿Y ya te tomaste los medicamentos para tu anemia? —me pregunta con una ceja levantada, mostrándome su preocupación en un tono que intenta ser ligero.

Me detengo un segundo antes de responder, sorprendida por su pregunta. No esperaba que recordara ese detalle.

— Aún no, pero lo haré después del desayuno —digo con una pequeña sonrisa.

El desayuno es tranquilo pero acogedor. De vez en cuando nuestras miradas se encuentran, y cada vez que lo hacen, Lucas me regala una sonrisa, haciéndome sentir a gusto en su compañía. Cuando terminamos, lavamos los platos en un silencio cómodo. Al salir de la casa, nos topamos de repente con Henry y Clara, quienes justo están entrando. La expresión de sorpresa en el rostro de mi amiga es imposible de ignorar al verme con Lucas, mientras que Henry nos saluda de manera casual.

Planificando SentimientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora