Capítulo 3

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Despierto con un fuerte dolor de cabeza. Intento abrir los ojos y noto que no estoy en mi casa. Lo peor es que estoy desnuda, lo que hace que el dolor de cabeza y el sueño desaparezcan de inmediato. Intento recordar lo que pasó anoche, pero solo pequeños flashbacks vuelven a mi mente. Un silbido melódico interrumpe mis pensamientos, haciéndome entender que la persona con la que terminé aquí sigue en la habitación, que parece ser de un hotel. Me apresuro a vestirme y a buscar mis cosas, esparcidas por todos lados. Mientras recojo mis pertenencias, los recuerdos de lo ocurrido regresan, haciéndome sonrojar al recordar que fui yo quien propuso este destino.

No puedo creer que hace unas horas estaba llorando por que Mateo se casaba y termine con un desconocido en un hotel. Una vez vestida paso junto al baño de donde provienen los silbidos, salgo cuidadosamente de la habitación y me apresuro a salir.

6 horas antes . . .

— Bueno, me despido de ustedes como su organizadora de bodas —le digo a Emma y Mateo—. Sophia y Dylan quedarán a cargo por si necesitan algo o surge algún problema.

— ¿Y tú a dónde irás? —me pregunta Emma, preocupada.

— Seré una invitada más que podrá disfrutar de la barra libre —respondo con una gran sonrisa.

Después de eso, recuerdo haber pasado un buen rato con la barra libre y conocer a un chico con el que bailé, bebí, me besé y, de alguna manera, terminé aquí. Me ruborizo solo al recordarlo ya que ni siquiera recuerdo su nombre. Agradezco que hubiera taxis esperando afuera del hotel, ya que me permitieron escapar sin complicaciones. Mientras el taxi avanza por las calles hacia mi casa, reviso mi teléfono y respondo mensajes de Clara, Henry, Mateo e incluso de mi padre.

Cuando llego, salgo del automóvil con la cola del vestido en las manos y abro la puerta de la casa donde vivo con Clara. Intento entrar de manera discreta, pero los golpes en la escalera resuenan por toda la casa. Clara aparece en la escalera, despeinada y en pijama, observándome sorprendida.

— ¿Dónde estabas? —me pregunta Clara—. ¿Estás bien?

— Terminé en un hotel —le digo rápidamente. No puedo ocultarle nada; es mi mejor amiga.

— Oh, Dios mío —exclama, llevándose las manos a la boca—. Espera, ¿fue consensuado? Podemos ir a la policía si no lo fue.

— Tranquila, sí lo fue —le contesto, cubriéndome el rostro y lanzándome al sofá.

— Noviembre, mírate —se sienta conmigo Clara—. Quién lo diría.

Tenemos una pequeña charla hasta que escucho ruidos provenientes del segundo piso. Miro a Clara, confundida, y ella se tapa con un cojín, mirándome algo avergonzada.

— Tú no fuiste la única que tuvo una noche loca —me dice, riendo.

De las escaleras baja nada más y nada menos que Henry, despeinado y sin camiseta, haciéndome recordar cuando todos vivíamos juntos.

— Vaya —digo, mirando a ambos—. Felicidades.

No puedo evitar reírme. Clara me lanza el cojín y nos envía a Henry y a mí al baño, recordándonos que tenemos el almuerzo familiar de Emma y Mateo antes de que se vayan a su luna de miel.

Me dirijo al baño, deseando tomar una ducha rápida para despejarme. Mientras el agua tibia cae sobre mí, dejo que el vapor relaje mis músculos y elimine el cansancio acumulado. Después de un rato, salgo de la ducha y me visto con un vestido verde claro que cae suavemente hasta mis rodillas, complementado con un pequeño chaleco blanco.

Me pongo unas sandalias blancas que combinan perfectamente con el vestido y me dirijo al espejo para maquillarme un poco. Trato de ocultar las huellas de las pocas horas de sueño, aplicando corrector para disimular las ojeras y un toque de rubor para dar algo de vida a mi rostro. Finalmente, arreglo mi cabello marrón con el secador y un cepillo, dándole unas suaves ondas en las puntas para que caiga de manera natural hasta mi cintura.

Cuando salgo, escucho a Henry hablando con Clara, lo que me hace reír. Clara le pide que no use palabras en inglés que no entiende, mientras que Henry le pide que hable más despacio porque no comprende bien.

Me preparo una taza de café mientras los nuevos enamorados terminan de arreglarse. Los recuerdos de anoche inundan mi mente; creo que nunca había besado a alguien como lo hice anoche, y tantas veces. El recuerdo de lo que hicimos me hace sonrojar.

— ¿En qué pensabas? —dice Clara, asustándome—. Pervertida.

— No estaba pensando en nada —le contesto, tomando mi taza de café—. ¿Ya están listos?

— Yes —responde Henry, vestido con un pantalón de traje y una camisa blanca algo holgada, luciendo bastante tranquilo con su atuendo.

Clara lleva un vestido rosa claro con las mismas sandalias que yo y un bolso a juego. Henry se ofrece a conducir, así que llevo mi café y me siento en la parte trasera del coche para que ambos puedan ir juntos. Cuando termino mi café, decido dormir una pequeña siesta de la cual soy despertada de manera suavemente por mi amiga, cuando llegamos, y me estiro con una sonrisa, aún medio adormilada. Al llegar a la casa de Emma, me sorprende su tamaño. Si no hubieran encontrado la villa para la recepción, fácilmente podrían haber hecho todo aquí; el espacio no hubiera sido un problema.

Somos recibidos por un empleado de la casa de Emma, quien nos lleva al jardín donde se llevará a cabo el almuerzo. Cuando llegamos, veo una gran piscina, una mesa larga donde supongo se servirá el almuerzo, y pequeños grupos de personas repartidos alrededor de estas dos grandes presencias.

— Hola, Noviembre —me saluda Mateo, emocionado al verme—. Clara, Henry, ¿cómo están?

— Creo que aún ebria —contesto honestamente.

Henry se queda con Mateo hablando y, junto con Clara, nos acercamos a Emma, quien está con sus amigas y padres para saludarlos.

— Noviembre, ¿no organizas cumpleaños también? —me pregunta la madre de Emma—Todo fue perfecto anoche, me encantaría contratarte para todos nuestros eventos.

— Mamá, basta, hoy no es día para hablar de trabajo —interrumpe Emma—. Disculpa, Noviembre, creo que la barra libre fue su parte favorita.

— La mía también —le contesto, riendo, para que no se preocupe por los comentarios de su madre.

— Les quiero presentar a algunas amigas.

Nos presenta a sus amigas, entre ellas la que dio el discurso anoche. De repente, Emma comienza a hacer caras confundidas y pronuncia la palabra "Basta" sin hablar, lo cual me hace mirar en la dirección de su mirada y mi sonrisa desaparece.

— Basta, Lucas —dice Emma, riendo—. Clara, Noviembre, este es mi hermano mayor, Lucas. No estuvo en el ensayo ni en la boda porque su vuelo fue retrasado y llegó a la mitad de la recepción.

Clara lo saluda sin cuidado y, cuando me toca a mí, ambos nos quedamos mirándonos sorprendidos, ya que nos reconocemos al instante. Lucas, el hermano de Emma, es con quien desperté en aquel hotel esta mañana.

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Chan!!

Tercer capítulo y Noviembre esta plop...

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