Dos semanas después...
La temporada de bodas ha estado frenética, y con el final a la vista, he estado corriendo de un lado a otro. Los días se han vuelto una serie de citas, llamadas y correos electrónicos, dejándome apenas tiempo para respirar. Lucas y yo no hemos tenido la oportunidad de vernos tanto como me hubiera gustado. Las complicaciones con la agenda y las demandas del trabajo han hecho que nuestro tiempo juntos sea escaso. Además, no he podido hablar con Mateo como esperaba; mis días se han vuelto tan apretados que apenas me queda tiempo para mí misma.
Hoy, sin embargo, me encuentro nuevamente en la sala de obstetricia para el chequeo de las 12 semanas. Este es un momento importante, uno en el que finalmente tendré más información sobre el estado del bebé, y no puedo evitar sentir una mezcla de emoción y nerviosismo mientras espero mi turno.
— Lo siento —escucho la voz de Lucas, algo agitada, mientras llega corriendo hacia mí—. Intenté salir antes, pero la reunión se extendió más de lo planeado. ¿Aún no te llaman?
— Tranquilo —le respondo, señalando el asiento junto al mío—. Aún no me llaman. Siéntate.
Lucas se acomoda rápidamente a mi lado, y aunque su preocupación es palpable, también se nota un rastro de alivio en su rostro al estar aquí conmigo. Estoy a punto de iniciar una pequeña charla para distraernos, cuando la voz de la doctora Garza resuena en el lugar.
— Noviembre Ortega.
Me levanto y, junto a Lucas, entramos a la sala, el lugar donde decidimos dar el siguiente paso y convertirnos en padres. La doctora nos saluda con entusiasmo y comenzamos el chequeo. Recuerdo la primera vez que estuvimos aquí; Lucas se sitúa a mi lado, toma mi mano en señal de apoyo, y la doctora aplica el gel frío sobre mi vientre, que he notado ha crecido en los últimos días.
Mientras el aparato pasa sobre mi abdomen, mi mirada se fija en el monitor. La imagen se aclara y me sorprende ver el perfil del bebé con total nitidez. La pequeña nariz se dibuja claramente y, al notar esto, siento que las lágrimas empiezan a asomar. Lucas, conmovido, besa mi mano y no puede contener las lágrimas también. La emoción nos invade a ambos. La doctora nos proporciona datos sobre el tamaño y peso del bebé, que se encuentran dentro del rango normal, lo que nos da tranquilidad.
— Escucharemos los latidos —nos informa la doctora antes de apretar un botón que llena la sala con el ritmo constante del corazón del bebé.
Siento cómo las lágrimas caen por mi rostro mientras tomo la mano de Lucas con fuerza. Me sorprende mi reacción, pero Lucas me besa la frente, mostrándome que él está igual o incluso más emocionado que yo. Cuando la consulta termina, la doctora Garza nos felicita por haber pasado el primer trimestre y confirma que todo está en orden. La fecha estimada del nacimiento ya está establecida y todo marcha bien.
Nos despedimos de la consulta con amplias sonrisas y salimos a la fría noche. Lucas se ofrece a llevarme a casa, ya que está anocheciendo y el transporte público estará abarrotado. Acepto con gusto su oferta, especialmente porque Clara ha estado utilizando el automóvil de la casa para su trabajo y no tengo otra opción.
Mientras comenzamos el trayecto, intento romper el hielo.
— ¿Cómo ha estado tu trabajo? —le pregunto, mirando por la ventana mientras las luces de la ciudad empiezan a encenderse y el sol se oculta en el horizonte.
— Bien, bastante agitado —responde Lucas, con un tono algo cortante que me hace levantar una ceja, pero decido no darle demasiada importancia.
— ¿Aún tienen problemas con la campaña? —intento retomar la conversación, tratando de sonar casual.
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Planificando Sentimientos
RomanceNoviembre Ortega tiene bien definido su camino, como organizadora de bodas, su habilidad para mantener todo bajo control es su mayor fortaleza. Sin embargo, tras el dolor de un amor no correspondido, encuentra consuelo en los brazos de un desconocid...