Es lunes por la mañana y mi mente está en completo caos. Ayer, después de escuchar la discusión entre Emma y Mateo, intenté mantenerme tranquila, pero esa chispa de incertidumbre no me ha dejado en paz. Incluso cuando Lucas me llevó de vuelta a casa, mi cabeza seguía atrapada en ese momento, repitiendo cada palabra que escuché entre ellos. Ahora, en lugar de estar enfocada en las bodas que tengo agendadas o en contestar los correos del trabajo, mi mente está perdida en un torbellino de emociones.
Mis sentimientos están desordenados, esparcidos por todas partes. ¿Por qué tuve que escuchar eso justo ayer? Justo cuando pensé que mis emociones hacia Lucas empezaban a tomar forma, a convertirse en algo más concreto. Todo lo que sentía parecía alinearse, pero entonces escucho a Emma hablar con Mateo, y todo se derrumba de nuevo. Y aunque intento recordarme cada cinco segundos que Mateo está casado, que Emma es su esposa y seguramente lo hace sentir mejor de lo que yo jamás podría, no puedo dejar de pensar en él. En lo que dijo Emma, en la posibilidad de que él sienta algo por mí.
Es absurdo, me digo. Es completamente irracional sentir algo por Mateo en este punto. Y sin embargo, no puedo evitarlo. No puedo controlar la manera en que mi corazón se divide entre dos personas.
— ¡Aaaah! —grito de frustración, cerrando la laptop con un golpe y dejándola en la mesa de centro.
Clara, quien tiene el día libre, sale de la cocina, sosteniendo dos tazas de té. Me mira con una mezcla de preocupación y curiosidad.
— ¿Estás bien? —pregunta, notando mi agitación.
— No —respondo honestamente, dejando escapar un suspiro.
— Si es por lo de tu papá —dice entregándome una de las tazas— ya te dije, que debes esperar a que a él se le pase todo ese enojo incoherente que tuvo.
Acepto la taza de té y doy un pequeño sorbo, tratando de calmarme. Anoche, cuando llegué a casa, le conté a Clara todo lo que había sucedido: desde los gritos de mi padre hasta las lágrimas que cayeron en casa de Lucas por la noticia del bebé. Clara se molestó de inmediato, primero porque no le había dicho que íbamos a revelar la noticia ese fin de semana, y segundo, aún más enfadada cuando procesó la reacción de mi papá. Tanto fue su enojo que estuvo a punto de salir a las diez de la noche para ir a su casa y reclamarle por cómo me había tratado.
— No es solo por lo de mi papá —le confieso, dejando la taza a un lado y tratando de ordenar mis pensamientos
Clara se acomoda en el otro extremo del sofá, expectante, sabiendo que hay algo más detrás de mi malestar.
— Entonces, ¿qué es? —me pregunta con suavidad, esperando pacientemente.
Me tomo un momento, respiro profundamente, y trato de organizar el caos en mi mente antes de contarle lo que escuché anoche entre Emma y Mateo, y cómo eso me ha dejado en una espiral emocional.
Tomo aire y me preparo para soltar lo que ha estado en mi cabeza desde anoche, ese nudo de sentimientos que no he podido desatar.
— Escuché a Emma y Mateo discutiendo —empiezo, y veo cómo Clara levanta una ceja, curiosa—. Emma le dijo a Mateo que le parecía que él... bueno, que le gustaba yo.
Clara se inclina hacia adelante, claramente sorprendida.
— ¿Qué? ¿Mateo? —pregunta, y yo asiento, sintiendo ese revoltijo en el estómago que no desaparece.
— Sí, él no lo negó, Clara. De hecho, cuando Emma lo mencionó, él se quedó en silencio, y eso me dejó completamente... no sé, confundida, porque parte de mí ha querido creer que lo que siento por él desde hace tanto no ha sido en vano, pero... está casado.
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Planificando Sentimientos
RomanceNoviembre Ortega tiene bien definido su camino, como organizadora de bodas, su habilidad para mantener todo bajo control es su mayor fortaleza. Sin embargo, tras el dolor de un amor no correspondido, encuentra consuelo en los brazos de un desconocid...