Desde aquella conversación con Mateo el lunes, todo pareció tomar un ritmo diferente. A pesar de que el peso del estrés se aligeró, Lucas y yo le pedimos que no contara a nadie ya que queríamos ser nosotros los que dieran la noticia. Durante la semana, también se lo conté a mi mejor amiga Clara. Cuando le di la noticia, primero se quedó atónita, pero en un abrir y cerrar de ojos, su asombro se transformó en una emoción tan intensa que no pudo contener las lágrimas. Henry, quien estaba igual de feliz por la noticia, apenas podía calmarla mientras ella sollozaba, repitiendo entre risas y lágrimas que sería la mejor tía del mundo. Emma también se puso en contacto conmigo. Lucas le había contado todo, y ella me llamó para felicitarme. Me tranquilizó diciendo que no diría nada a sus padres y que con Mateo estaban muy felices.
Poco a poco, la noticia de mi embarazo fue siendo bien recibida por mis amigos, y aunque me sentía más apoyada, la semana se convirtió en un remolino por el trabajo. Tenía que asegurarme de que todo estuviera listo para las tres bodas seguidas que se llevarían a cabo durante el fin de semana. Todo esto debido a que con Lucas quedamos de acuerdo en contarle a mi padre la noticia ese mismo fin de semana, por lo que no quería sobrecargar a Sophia y Dylan, con todo el trabajo. La presión era intensa, pero estaba decidida a que todo saliera perfecto como siempre. Aunque confío plenamente en mi equipo, decidí no contarles aún sobre mi embarazo. Quiero esperar hasta que sobrevivamos a esta temporada alta de bodas, que por suerte ya pronto terminará.
— El florista tiene todo listo —le informo a Sophia, mi teléfono en altavoz—. El pastel de la boda 3 debe ser retirado hoy a las cuatro de la tarde y llevado al hotel de la recepción.
— Dylan se encargará del pastel —responde Sophia con tranquilidad—. Ya hablé con los novios de la boda 2, Thomas y Jorge, y todo está en orden con ellos.
— Perfecto —digo mientras tecleo un correo—. Estoy terminando de escribirle a la pareja de la boda 1 para disculparme por no poder asistir, pero les aseguro que estarán en las mejores manos.
La risa de Sophia resuena por la habitación, haciéndome sonreír. Antes de que terminemos la llamada, me desea una buena recuperación, pues la excusa que di para no asistir fue que mi periodo había llegado, y Sophia sabe bien que cuando eso ocurre, no puedo levantarme de la cama por al menos tres días. Después de enviar los últimos correos, me estiro en la silla del comedor que a menudo se convierte en mi oficina improvisada. Siento el alivio de haber organizado todo para las bodas del fin de semana, pero el sonido de mi telefono interrumpe mi momento de paz. Lo tomo y veo un mensaje de Lucas.
"¿Te gustaría ir a almorzar conmigo? Salí temprano de la oficina."
Mi corazón da un pequeño vuelco al recordar las palabras que Lucas le dijo a Mateo: "Aún no somos nada." Esa frase ha estado rondando en mi cabeza desde entonces, y ahora, al leer su invitación, siento cómo mis mejillas se sonrojan ligeramente.
Sin pensarlo mucho, respondo positivamente a su invitación y me apresuro a prepararme. Me pongo un vestido floreado que es perfecto para la temporada, uno de mis favoritos, que me hace sentir bastante cómoda y mientras me arreglo, decido maquillarme de manera natural. Unos 20 minutos después de nuestro último mensaje, el timbre de la casa suena. Camino hacia la puerta con cierta anticipación, y al abrirla, me encuentro con Lucas parado allí, vistiendo un traje bastante formal. La imagen me trae de inmediato recuerdos de la boda, cuando nos conocimos.
— Eso fue rápido —digo mientras abro la reja—. ¿Cómo estás?
— La verdad es que cuando envié el mensaje ya había salido de la oficina —responde Lucas, saludándome con un beso en la mejilla.
El aroma de su perfume es fuerte, pero familiar, y me hace sonreír. Es el mismo olor que siempre lleva, y me reconforta sentirlo cerca. Le hago un gesto para que entre a la casa, y antes de salir, le ofrezco un vaso con algo de beber, pero él declina con una sonrisa. Me apresuro a guardar en un pequeño bolso mi teléfono, llaves y otras cosas esenciales. Una vez lista, ambos salimos de la casa. La escena me recuerda a una novela que vi recientemente, en la que el millonario CEO va en busca de la chica humilde de la que se ha enamorado.
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Planificando Sentimientos
RomanceNoviembre Ortega tiene bien definido su camino, como organizadora de bodas, su habilidad para mantener todo bajo control es su mayor fortaleza. Sin embargo, tras el dolor de un amor no correspondido, encuentra consuelo en los brazos de un desconocid...