Capítulo.3. La noticia.

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Gretta Luvóttson

El taxi avanza lentamente por las calles del centro de Cavoria, y yo, observo con atención el bullicio de la ciudad moderna. Los rascacielos de cristal reflejaban la luz del sol, creando un espectáculo de destellos que casi cegaba. A mi lado, mi hermano Gaby, con su piel un poco pálida y diminutas ojeras, mira por la ventana con una mezcla de curiosidad y cansancio. Nuestro primo Vionndo, sentado al otro lado, intentaba animarlo con historias divertidas. El tráfico es denso, y los sonidos de los cláxones y las conversaciones de los peatones se mezclaban en una sinfonía caótica. Las tiendas de lujo y los cafés elegantes se alineaban a lo largo de las aceras, y la gente se movía con prisa, cada uno inmerso en su propio mundo. Podía ver a los ejecutivos con trajes impecables, a los jóvenes con ropa moderna, colorida o con uniformes escolares, y a las familias disfrutando de un paseo matutino.
Mientras el taxi giraba en una esquina, pasamos por un parque lleno de árboles frondosos y flores vibrantes. Era un pequeño oasis en medio de la jungla urbana, y por un momento, el verde del parque parecía calmar la ansiedad que sentía por los resultados de los estudios de Gaby. Sabía que la anemia lo había debilitado mucho, y aunque intentaba mantenerme positiva, no podía evitar preocuparme.
Vionndo, siempre optimista, me da palmaditas en la espalda y a Gaby y nos dice que todo saldría bien. Yo asentía, tratando de transmitirle mi apoyo a través de una sonrisa. El hospital no estaba lejos, o tal vez si pero con el tráfico se hace más eterno llegar, después de unos minutos más, llegaríamos a nuestro destino. Mientras tanto, seguía observando la ciudad, tratando de distraerme con los detalles de la vida cotidiana que se desarrollaba a nuestro alrededor.
El taxi se detuvo en un semáforo, y aproveché para tomar la mano de Gaby. Sentí su piel fría y delgada, y apreté suavemente, recordándole que estaba allí para él. Vionndo nos miró y sonrió, y en ese momento, supe que, sin importar los resultados, enfrentaríamos esto juntos, como familia.
El taxi finalmente se detuvo frente al hospital, un edificio moderno con grandes ventanales y un jardín bien cuidado en la entrada. Bajamos del vehículo y ayudé a Gaby a salir, sosteniéndolo por el brazo. Vionndo pagó al conductor y nos alcanzó rápidamente, su expresión aún llena de optimismo.
Entramos al vestíbulo del hospital, donde el aire acondicionado nos recibió con un soplo de aire fresco. La sala de espera estaba llena de personas, cada una con su propia historia y preocupaciones. Nos dirigimos a la recepción, donde una enfermera amable nos indicó que los resultados de Gaby estarían listos en unos minutos.
Nos sentamos en una fila de sillas de plástico, y el tiempo pareció detenerse. Gaby se recostó en su asiento, cerrando los ojos por un momento, mientras Vionndo y yo intercambiábamos miradas. Intenté distraerme observando a las personas a nuestro alrededor: una madre consolando a su hijo pequeño, un anciano leyendo un periódico, una pareja joven hablando en voz baja.
Finalmente, la doctora salió de una puerta lateral con una carpeta en la mano. Nos llamó por el nombre de Gabriel y nos levantamos de inmediato. La doctora nos condujo a una pequeña sala de consulta, donde esta una enfermera, nos pidió que tomáramos asiento. Su expresión era profesional, pero no pude evitar buscar alguna pista en su rostro sobre lo que nos iba a decir, la rubia lo examino y sonrió tranquila. Dejó que mi hermano se bajara de la camilla y le pidió a la enfermera que lo acompañara a la sala para tomar una última muestra de sangre. Cuando la puerta se volvió a cerrar respiro profundo y sus ojos me ven con preocupación.

— "Los resultados de los estudios de Gaby han llegado". — comenzó, mirando el expediente de mi hermano con un rostro serio al igual que el papel de los resultados. — lamentó demasiado lo que les dire.. —me tensé al escuchar decir eso eso. "No, que no sea lo que estoy pensando".

— ¿Está muy mal?. — mi voz se entrecortó en la segunda palabra.

—La anemia es severa, pero con el tratamiento adecuado y algunos cambios en su dieta, creemos que podrá recuperarse.. pero señorita Luvóttson, eso tardará demasiado.— paso las manos por su rostro.

"LOS MORRIGAN"©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora