Capítulo.20. La travesía.

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Donnato Morrigan

El techo de mi habitación se alza como una gigantesca sombra que me observa. No he podido cerrar un ojo en casi dos horas y la razón es la misma que siempre: el temor a lo desconocido. La luz roja de la alarma en mi buró brilla como una advertencia, un recordatorio constante de la hora: 1:40 AM. Casi puedo oír el tic-tac de un reloj imaginario que marca los segundos de mi insomnio.
Me convenzo de que todo va a salir bien. Después de todo, hemos planificado cada detalle de la travesía que inicia esta tarde. La mercancía está lista, los contactos han sido verificados y los preparativos están completos. Y aun así, hay un nudo en mi estómago que no me deja tranquilo, una sombra de duda que me susurra al oído. Si algo sale mal, mis hermanos, Lucius y Gretta podrían estar en peligro.

Los imagino, cada uno con sus propias luchas y esperanzas, confiando en que yo los mantendré a salvo. No puedo evitar sentir el peso de esa responsabilidad sobre mis hombros, como si el techo mismo se desplomara sobre mí. Respiro hondo, intentando calmar mi mente, pero el miedo a lo que podría ocurrir si algo falla no desaparece.

Quiero creer que todo irá bien, pero el amor por mi familia me obliga a considerar todas las posibilidades, incluso las más oscuras.
Así que me quedo aquí, mirando el techo, esperando que el sueño me alcance antes de que la madrugada lo haga. Sabiendo que, pase lo que pase, debo mantenerme firme por ellos, prometo que haré todo lo que esté en mis manos para protegerlos. Pero esta noche, mientras las estrellas brillan afuera y mi alma se tambalea en la incertidumbre, sólo puedo desear que la suerte esté de nuestro lado.

Finalmente, decidí que quedarse en la cama no me llevaría a nada. Me levanté lentamente, como si temiera romper el frágil equilibrio de la noche, y me acerqué al ventanal. La luna brillaba con una intensidad serena, bañando todo con una luz plateada y suave. Sonreí, recordando a mi padre.
De pequeño, solía encontrarlo en noches como esta, observando la luna desde el mismo ventanal.

Flash Back:

— Papá, ¿por qué te gusta tanto mirar la luna?.— le preguntaba, curioso.

Él se giro, con esa sonrisa tranquilizadora que siempre llevaba, y me explico.

— La luna, hijo, es un recordatorio de que la belleza existe incluso en la oscuridad. Nos muestra que, aunque el sol se haya ido, siempre hay algo hermoso iluminando la noche.

Recuerdo cómo me miraba a los ojos, con una ternura que nunca olvidaré.

— La luna simboliza amor y tranquilidad,— decía, — Es la promesa de que, no importa qué tan oscuras sean las noches, siempre habrá algo o alguien que brille para nosotros. Es un símbolo de esperanza.

Ahora, mirando la luna, esas palabras resonaban más que nunca. En medio de la incertidumbre y el miedo, encontraba consuelo en su luz. Mi padre tenía razón; la luna es un símbolo hermoso del amor y la tranquilidad. Mientras permanezca en el cielo, siempre habrá una razón para sonreír.

Desvío la mirada de esa enorme rueda brillante y me giro para observar la puerta de mi habitación. Con un impulso suave, camino hasta ella, tomó la perilla, la abro y salgo, dirigiéndome a la habitación de Gretta.
La puerta está entreabierta, así que empujo un poco más y allí está, durmiendo plácidamente. En sus manos, sostiene el libro de negocios que le había entregado para estudiar. Nunca entendí del todo por qué siempre se lleva ese libro a la cama.
La luz de su lámpara sigue encendida, como otras veces que la he encontrado así. A veces pienso que es su manera de asegurarse que pueda seguir estudiando hasta el último momento posible, aunque su cuerpo ya esté pidiendo descanso. Otras veces creo que es simplemente porque le gusta tener una luz cálida que la proteja durante la noche de algún monstruo.
Me acerco silenciosamente, veo su rostro reflejando tranquilidad, y eso me da un alivio momentáneo.
Mientras apago la lámpara y acomodo el libro de Gretta, escucho un leve susurro. Me acerco un poco más y la escucho hablar en sueños.

"LOS MORRIGAN"©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora