Capítulo.17. Modales.

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Gretta Luvóttson

Desperté con una sensación extraña, una mezcla de emociones que no lograba descifrar del todo. La luz del amanecer se filtraba hasta mi cama, e iluminando suavemente la habitación. Sentí una punzada en el vientre, un recordatorio físico de la noche anterior. Mirko. Su nombre, ahora resuena en mi mente, trayendo consigo una avalancha de solo recuerdos placenteros. Las lágrimas comenzaron a brotar sin previo aviso, rodando por mis mejillas. No entendía por qué había aceptado. ¿Por qué había permitido que las cosas llegaran tan lejos? ¿Por qué me metí con el hombre que en parte es culpable de mi tormento aquí?. ¿Me arrepiento?, sí, pero había algo en mí que también lo deseaba desde que acarició mi piel con sus ásperas y grandes manos. Esa dualidad me desgarra por dentro.

Me levanté de la cama con dificultad, sintiendo lo aporreado en mi cuerpo. Me dirigí al espejo y me miré fijamente. Mis ojos están rojos, mi rostro refleja la confusión y el pesar que sentía.
La noche anterior había sido intensa, llena de pasión y momentos que nunca había experimentado antes con un hombre, a pesar de estar con tantos, este encuentro fue muy distinto. Pero ahora, en la fría luz del día, todo pare ser diferente. Me sentía vulnerable, expuesta. No sabía cómo enfrentarme a estos sentimientos, cómo reconciliar lo que había pasado, con lo que estoy sintiendo en mi corazón. "Estoy aterrada".

Me senté en el borde de la cama, abrazando mis rodillas y dejando que las lágrimas vuelvan a fluir libremente. Necesitaba entenderme a mí misma, encontrar una manera de lidiar con este torbellino emocional. Sabía que no podía cambiar lo que había pasado, pero tenía que encontrar una manera de seguir adelante.

Mirko.. Su nombre seguía resonando en mi mente, ¿A caso, esto también es parte de su plan?. No sabía qué significaría todo esto para nosotros, pero una cosa era segura: la noche anterior había cambiado algo dentro de mí. Y ahora, tenía que descubrir qué hacer con esos cambios. "No puedo permitir que vuelva a pasar." No quiero volver a ser el objeto de nadie. Me dirigí al armario y busqué un pantalón de vestir elegante en color verde, combinándolo con una blusa del mismo tono que tiene un moño discreto al frente. Necesitaba lucir bien para mí misma, ya que esté lugar, sería mi único refugio, no solo en este día complicado, si no también, hasta que la misión que tienen para mi culmine.
Mientras me visto, recuerdo que tengo la reunión importante con Niccolo más tarde, las lecciones de modales, aunque días anteriores también la he tomado, al igual que, los entrenamientos de fuerza, mente y leer libros que Donnato me ha entregado después del estudio, lo que ahora me aterra, es no saber como voy a enfrentar el desayuno con los demás en está mañana.
Me puse unos tacones negros y terminé de maquillarme de manera natural. Hoy solo usaría un anillo y un collar discreto, ambos de oro, ya que son las joyas que Donnato compró para mi. Salí de la recámara, pasando por el pasillo y suspirando nerviosa. Cada paso hacia las escaleras aumentaba mi ansiedad. Sabía que los tres ya estarían en la mesa, y no tenía cara para ver a Mirko, y mucho menos a Donnato.
Bajé con cuidado, tratando de mantener la compostura y al llegar al comedor, mis ojos se enfocaron solamente en Niccolo.

— Buenos días,.— dije, intentando que mi voz sonara firme. Evité mirar a Mirko y a Donnato, concentrándome en el pelinegro mientras tomo asiento.

— Buenos días..—dijeron ambos hombres que de seguro deben estar sintiendo lo mismo que yo.

— Buenos días ratoncita, hoy te ves más, radiante.— la sonrisa de Niccolo me dejó aún más helada de lo que estoy. ¿Acaso sabrá algo?.

— Si, es solo.. que descanse..— sonreí nerviosa y mire al plato vacío. Sabía que este desayuno sería un desafío, pero tenía que mantenerme fuerte y seguir adelante.

El ambiente en la mesa durante el desayuno era tenso y cargado de emociones no expresadas. El sonido de los cubiertos chocando contra los platos era lo único que rompía el silencio incómodo. Mirko y Donnato evitaban mirarme directamente, cada uno sumido en sus propios pensamientos. La tensión entre nosotros era palpable, como una nube oscura que se cernía sobre la mesa.
Niccolo, por otro lado, intentaba mantener una conversación ligera, hablando sobre temas triviales para aliviar la atmósfera. Su voz era calmada y su sonrisa, aunque forzada, mostraba su esfuerzo por mantener la paz. Apreciaba su intento, pero no podía evitar sentirme atrapada en un torbellino de emociones. El aroma del café recién hecho y el pan tostado llenaba el aire, pero incluso esos olores reconfortantes no lograban disipar la incomodidad.

"LOS MORRIGAN"©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora