Capítulo.6. La traición.

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Mirko Morrigan

Desperté con un dolor punzante en la cabeza, como si mil martillos estuvieran golpeando mi cráneo al unísono. La luz del sol se filtraba a través de las cortinas blancas del hotel, intensificando mi resaca. Me llevé una mano a la frente, tratando de recordar los eventos de la noche anterior.
A mi lado, una mujer prácticamente desnuda dormía plácidamente, su cabello dorado desordenado cubriendo parcialmente su rostro. Su respiración era suave y rítmica, un contraste con el caos que sentía en mi interior. La habitación estaba desordenada, con ropa esparcida por el suelo y botellas vacías en la mesa de noche.
Me incorporé lentamente, tratando de no despertarla. Cada movimiento era una lucha contra la náusea y el mareo. Miré a mi alrededor, buscando pistas que me ayudaran a reconstruir la noche. Fragmentos de recuerdos comenzaron a surgir: risas, música a todo volumen, luces parpadeantes y el sabor amargo del alcohol, besos, caricias y gemidos.
La mujer a mi lado se movió ligeramente, murmurando algo en sueños. Me quedé observándola por un momento, preguntándome quién era y cómo habíamos terminado juntos. La sensación de cinismo por lo sexy que luce mostrándole sus senos rosados y la confusión son abrumadora, pero también había una extraña sensación de familiaridad y conexión sexual.
Decidí levantarme y buscar algo de agua. Cada paso era un desafío, pero finalmente llegué al pequeño refrigerador del hotel y tome la botella. Mientras bebía, traté de ordenar mis pensamientos y prepararme para enfrentar las consecuencias de la noche anterior. Sabía que tendría que enfrentar preguntas y explicaciones, pero por ahora, solo quería aliviar el dolor de mi resaca y encontrar un poco de claridad en medio de todo el caos.
Mientras sigo tratando de ordenar mis pensamientos, los recuerdos fragmentados de la noche anterior comenzaron a surgir con más claridad, aunque de manera desorganizada. Era como si mi mente estuviera reproduciendo una película rota, con escenas que se entrelazaban sin un orden lógico.
Primero, recordé estar en mi antro lleno de gente, como nadie me conoce en Cavoria y por lo distinto que me presente en el lugar, fue muy difícil identificarme. Recuerdo que la música estaba retumbando en mis oídos. Las luces de neón parpadeaban, creando un ambiente casi surrealista. Pude ver a mis dos amigos mafiosos, quienes también iban disfrazados riendo y brindando, nuestros rostros borrosos por el alcohol. Luego, un destello de una conversación intensa con un desconocido, sus palabras mezclándose con el ruido de fondo. Otro fragmento me mostró bailando con la mujer que durmió a mi lado. Su risa era contagiosa, y por un momento, todo parecía perfecto. Pero luego, la escena cambió abruptamente. Estábamos en una calle oscura, discutiendo con alguien. No podía recordar el motivo de la discusión, solo la sensación de tensión y adrenalina.
Finalmente, un recuerdo más claro: estábamos en un taxi, ella apoyada en mi hombro, susurrando algo que no pude entender pero asentí porque estaba caliente y lo que quería era cojerla. La ciudad pasaba rápidamente por la ventana, las luces de los edificios creando un caleidoscopio de colores. Estos recuerdos fragmentados no me daban una imagen completa de la noche, pero sí me ofrecían pistas. Sabía que había sido una noche de excesos de alcohol, de emociones intensas y decisiones muy impulsivas y peligrosas.
Mientras bebía el final del agua en la botella, me prometí a mí mismo ser más cuidadoso, "¿dios soy un mafioso en que estaba pensando?", aunque sabía que esa promesa ya la había hecho antes.
Me metí a la ducha porque no soporto mi olor a crudo y este dolor maldito, abrí la llave del agua fría e ingrese rápido dejando que lo caliente de mi cuerpo salga de inmediato mientras trato de no gritar por lo horrible que se siente, tome jabón corporal y lo unte en mi cuerpo, después de eso enjabone mi cabello y rostro con shampoo, quitando el exceso de espuma con el agua, repetí el proceso varias veces.
!!Dios que imbécil, no tengo ropa!! me tocara vestirme con la misma que está asquerosa y olorosa a tequila y whisky. Sali enredando la toalla en mi cintura, la mujer sigue dormida, y me tomé un momento para observarla. Había algo en su rostro que me resultaba familiar, sus ojos verdes, su piel blanca, pero no podía ubicar exactamente de dónde la conocía. Mientras me vestía, escuché un suave murmullo desde la cama. La rubia se estaba despertando muy sonriente.

"LOS MORRIGAN"©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora