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Capítulo 30: ¿Porque lo sabrías?


Para empezar, quizá esa situación tan rara e impactante con ese desconocido fue su culpa. Arge fue claro en decirle antes sobre no recibir más de ese dinero. Pero México, como siempre, ignoro ese hecho. Lo más probable es que lo haya olvidado unos días después de que se lo dijo- al fin y al cabo, argentina ya no estaba cerca como para juzgarle. ni para contarle más de lo que pasa o quien es Usa realmente, o siquiera lo que está haciendo con sus planes de salir del pueblo.

Su avaricia lo estaba llevando a malos pasos. Llevándole a encontrarse a gente así es que podría tener terribles resultados para él. Nadie diría nada al respecto en caso de que algunas personas pasarán por ahí.

México siente que ha olvidado muchos detalles. Demasiadas cosas. Algunas muy importantes que ahora podrían ser de ayuda en su maratón de búsqueda de Chile para contarle lo que paso, así como convencerlo de que lo ayude a saber qué diablos deberían hacer con un loco como ese en el pueblo.

Siente que ha olvidado tantas cosas en ese día, gracias a ese encuentro, que su mente es un completo desastre.

Ahora que pensaba más en eso, hubo detalles que pasaron a segundo plano para él, aun teniéndolos resguardados en su mente, consciente de ellos. Pero, honestamente, no siente que le importe en realidad.

Se detuvo a tomar aire, recostándose en un muro. Trato de mantener un ritmo no tan cansado y que le dé espacio para respirar luego de apresurar su caminar. Había bajado la velocidad hace unos segundos, pero su resistencia no era de las mejores ahora. Aquello podía atribuirse a su cansancio mental.

Seguía comprobando de forma constante y con la paranoia al límite en que ese tipo no se haya atrevido a seguirlo. Gracias a Dios que no fue así.

"Gracias." Agradeció para sus adentros a cualquier entidad que haya ayudado a que eso no pasara.

— ¿¡Chile!? ¡Chile! ¿Dónde estás?

Estaba adivinando, pero estaba bastante seguro de que Chile pasaba por ese pequeño barrio regularmente.

No quería dedicarse a tocar la puerta de casa en casa, por lo que la mejor solución que encontró es gritar lo más fuerte que podía el nombre de Chile.

Cuando pensaba en preparar su garganta para gritar su nombre mucho más fuerte, fue que escucho la cerradura de una casa cercana. México dirigió su vista rápidamente donde se dirigía el chirrido de la puerta.

Chile lo miró sorprendido y molesto, no creyéndose que México en serio se esté exponiendo de esa manera con sus gritos. Cerro por un segundo la puerta para quitar todos los seguros y salió al encuentro del menor.

Antes de que Chile se alejara más de la puerta, México se abalanzó contra él, apartándose después con intención de entrar a la casa.

México solo quería resguardarse en un lugar tranquilo, sin siquiera fijarse en el tipo de casa en que Chile se encontraba.

— ¿Chile? déjame entrar. — todavía mantenía un actuar casi compulsivo de mirar hacia atrás y cerciorarse de que no haya nadie.

— Shhh, no te puedo dejar entrar así. — interrumpe luego de la acción tan insistente de México de acercarse más a la casa de donde acaba de salir. Solo cumpliendo parte de su rutina de comprobar el estado de Bolivia y los demás chicos. La presencia de México, acompañando a cualquiera de ellos, no sería una situación muy favorable. La gente comenzaría a hablar mucho más. Y aunque no hay muchos vecinos en el barrio, los chismes se esparcirían muy rápido, y no cree que México estuviera preparado para conocerlos sabiendo su forma de ser y sus motivaciones.

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