XIV

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Capítulo 14: Fuera de lo acostumbrado.

Fuera de ahí. A una distancia de la que sería incapaz de escuchar otros sonidos. Se podía apreciar una escena casi común para quienes son clientes regulares.

No se encontraba oportunidad para que los otros interrumpieran la escena frente a ellos sin ser agredidos de igual forma, aunque quisiesen. Una pelea por la que ahora parecía un violento interrogatorio. El compañero del extraño no parecía muy angustiado con cualquier otro tipo de incidente que puede causar el más alto. El otro, por el contrario, no podía creer que haya tenido que quedarse en un establecimiento con aspecto tan podredumbre. Ese era el último lugar en el que hubiese pensado en pasar un rato luego de su búsqueda. Su muy querido amigo iba a pagar por esto.

Hubiese mantenido la calma si no fuera por esa gente tan impertinente. Era tan alta su ignorancia de cómo tratar a otros que no parecían de ahí, que soltaban impresiones ridículas y palabras que no entendía, pero sí le molestaban por el tono que empleaban. Tal como si fueran nuevos animales de zoológico con los que puedan barrer con la mirada.

Sin embargo, y aunque se hubiesen mantenido en sus propios asuntos, siendo lo bastante inteligentes para bajar la mirada. Aquel impulso dentro de él, le hacía sentir inevitable no mantenerse quieto. Esa abstinencia suya le estaba matando. Así que probablemente la culpa de que la situación haya acabado así era en mayoría por él. Estaba tan perdido en sus pensamientos que no se daba cuenta de las preguntas sin sentido que comenzaba a hacerle a aquel pequeño hombre. Sus divagaciones hacían un buen trabajo en asustarlo más. Y afortunadamente para él eso no duraría mucho.

Aunque no le calmaba particularmente cualquier cosa que su amigo hiciera para sacarlo de ese tipo de situaciones, solo era un hecho bastante notorio en él, y algo que cualquiera podía hacer para llamar su atención, era la seña por la que estaba tan marcado en su mente, que le hizo obligatorio desarrollar durante su entrenamiento militar. O talvez era post-traumático.

Solo hizo falta que su acompañante lo mostrara incluso en un escenario de fondo, y de esa forma prestarle atención nuevamente.

Ahora le estaba haciendo otra seña pero con dirección a una puerta.

Se supone que este lugar era uno de los más recurridos de este pequeño pueblo. Y también un lugar para recordar y ahogar las penas.

Hubo mucho ruido por parte de los otros hombres que habían hecho un círculo alrededor de ellos, pero solo para ver con detalle la futura pelea ahora cancelada.

No entendía una palabra. Su amigo era el que se encargaba de hablar con esa gente.

Su amigo no parecía muy preocupado, total, que las impresiones que se lleven de esta gente no afectará en lo absoluto a ninguno de ellos ni la relación que mantienen con España.

Vio a su acompañante hablar con el hombre que hasta ahora parecía ser el más tranquilo. Intercambiaron un par de palabras y luego lo volvió a mirar. Le hizo un gesto de que lo siguiera. Así que rápidamente soltó al hombre que estuvo a punto de golpear, dejándolo tirado.

No les volvió a dirigir una mirada de reojo una vez que se alejó de ellos y se dirigió hacia la puerta.



Era extraño estar en un lugar así de parecido a de donde viene. Suponía que era por el pensamiento de ser un mundo tan distinto a lo que acostumbraba y de lo que creía que sería. No sabía decir si estaba decepcionado de finalmente conocer un poco más de este lugar.

Abrieron la puerta, sintiéndose ingresar a otro mundo desconocido. Un mundo del que siempre tuvo la intriga de visitar algún día, o talvez el deseo. Pero vivir sin haber cumplido ese capricho no lo habría dejado tranquilo. Suficiente era no haber hecho lo suficiente en vida para aquella persona, que nunca haber decidido enfrentarse a esto.

Pero algo dentro de él se dejó convencer para dar una última mirada a quien fue una figura materna en su vida.



Las primeras miradas que dio a las puertas laterales le sorprendieron y confundieron. ¿Son dibujos? ¿Y las fotos donde están?

Estaba consciente del estado de pobreza casi extrema en varias áreas del pueblo, pero le era difícil de creer que no hubiesen podido hacerse con una cámara para aquellas personas. Y supuestos niños en especial. ¿Qué pasaba con sus padres? ¿No guardaban fotos en familia?

Su amigo noto su rostro confuso y solo alzo los hombros con expresión desinteresada, como suponiendo lo que pasaba por su mente. Sin mucha prisa abrió una puerta al azar que estaba a su derecha. Rechinando cómo cualquier puerta oxidada. Dándole un aire un poco más aterrador al ambiente.

En una vista completa, no parecía un altar. Su imagen se alejaba mucho a lo que le contaron sobre cómo los hacían. Casi sintió pena por aquellas personas por las que supuestamente deban ser recordadas con ese tipo de cosas, pues en su opinión no parecían realmente dignos.






No estaba seguro ya de cuanto tiempo ha pasado ahí. Pero si estaba seguro de que los fuertes pasos acercándose no eran producto de su imaginación.

Sintió puro desconcierto luego de sacarlo de su ensimismamiento. Pero la sorpresa fue inmediatamente reemplazada por miedo. Hizo uso de su sigilo para acercarse a la desgastada puerta del lugar.

México solo los observo desde la puerta entreabierta, debatiéndose entre cuál sería el mejor movimiento para no mantener ningún contacto con esos extraños.

¿Iban a visitar a alguien también? Quería creer que sí. Rogaba que fuera así. Pero nunca se sabía en un lugar como este y con hombres tan impredecibles.

Desearía tener algo en ese momento. Por instinto, su mano tanteaba entre las cosas, buscando algo lo bastante duro para lograr defenderse de quien quiera que atraviese esa puerta.

Sin embargo, sus esfuerzos pararon de inmediato al darse cuenta del lugar en el que estaba. No podía hacerlo en frente de ella, con su espíritu aun vagando por ese cuarto. No era algo con lo que le hiciera sentir bien. Ella odiaba la violencia, ¿verdad? Ella preferiría hablar antes que algo se tornase en algo violento.

Pero fue poco el tiempo que tuvo para razonar que, cuando alzó otra vez la mirada, las paredes hasta parecían temblar por peso de aquellas pisadas. De eso ya no hubo más tiempo para pensar ni mucho menos en dejarse guiar por sus impulsos. Solo esperar a que con suerte visitaran a algún conocido.

Solo se arrodilló y miro nuevamente el retrato.

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