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Capítulo 10: Dos realidades.

La furia en los ojos del menor parecía afirmarle su pregunta. Pero el montón de emociones fuertes que ha tenido que experimentar a lo largo de ese día hacía que aquella furia no se sintiera tan fuerte como quisiera.

Sus ojos comenzaban a picarle por el tiempo que estuvo mirando fijamente al mayor sin parpadear, el ligero temblor en sus manos le hacía sentir como el arma le pesaba cada vez más y en su cerebro no le permitía analizar mejor sus palabras junto a la posición del mayor rodeando las manos que le apuntaban.

—M-mientes eres un mentiroso e-es una mentira...

—No estoy mintiendo sobre el trato, te daré a ti y a tus hermanos un buen lugar.

El hombre aflojo su agarre y paso sus dedos por la superficie del arma, listo para tomarla de vuelta en cuanto sintió que el menor iba a soltarla. Sin embargo, parecía aferrarse un poco a ella ya que el menor no mostraba signos de quitar sus manos.

No era capaz. En el momento más indicado para el menor, no lo hizo, al igual que el en aquellos tiempos.

No iba a decir que estaba decepcionado y el menor no iba a revelarle la verdad. Era una especie de acuerdo entre ambos del que no eran conscientes.

Hubo un silencio sepulcral en aquella habitación. Juntándose en número durante toda su conversación. Comenzaba a pensar que así sería cada vez que pretenda hablar en serio con el menor

El niño estaba agotado psicológicamente y lo sabía bien. En cualquier momento podría caer por el agotamiento mental que esa situación le estaba generando.

Había sentido las manos del más bajo temblar, sudorosas e incapaces de jalar del gatillo incluso con la presión que había ejercido en sus delgados dedos, retándolo y obligándole a tomar rápido una decisión.

Sonrió internamente, disfrutando del estado del menor. Parecía que sus palabras nublaron su juicio porque ahora sus ojos parecían fijos hacia nada realmente. Viendo sin mirar. Sin darse cuenta hasta ahora que aquel revolver no contenía ninguna bala.

Fue divertido evaluar las primeras acciones que hizo al despertar.


—No estoy mintiendo sobre el trato, te daré a ti y a tus hermanos un buen lugar.

México sentía las ganas de reír y llorar al mismo tiempo. No estaba hablando de eso. Y sin embargo el mayor seguía insistiendo de que acepte de buena gana aun cuando le está apuntando con un revolver.

¿Es acaso una manera cruel de torturarlo?

"Mamá... ¿no era tu único hijo?"

—¿Ese eres tú? — Pregunto de repente y más alto se sorprendió un poco por eso.

Supuso rápidamente que se refería a la foto.

—Ella era muy querida para mí. — dijo con una voz suave y hasta casi nostálgica que para México era falsa.

—Entonces te abandono. — lo miró fijamente esta vez, con todas las intenciones de sonar cruel incluso para sí mismo. — Solo me dijeron que un día simplemente desapareció y q-que no tuvo ningún hijo y que...

México llego a sentir una punzada con las palabras que no pensó que admitiría como el reflejo de su realidad

— Que más sabes...? — pregunto de repente en un tono de voz que se hacía más profundo. Y con esa pregunta ahora México estaba casi completamente seguro de que le estaba mintiendo. Pero era un casi porque era también probable que aquel hecho le molestara que supiera sobre su "vida".

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