Recuerdos |2|

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Recuerdos |2|

¿Les tienes miedo?

Había visto a muchos hombres adultos acudir con su padre a sus reuniones. Y el siempre admiraba sus atuendos e imagen pulcra y respetable que daban con su sola presencia, imagen que le hacía desear ser como ellos de grande. Pero no era fácil para el acercarse a saludarles o tratar de entabla una conversación, sabía que ninguno de ellos tomaría en cuenta a un niño de su edad, por lo que se conformaba con mirarlos desde lejos la mayor parte del tiempo. Admirándoles y temiéndoles.

Pero por motivos de que su padre no le permitiera acercarse a su oficina o a la sala de reuniones, casi siempre se la pasaba jugando en el gran patio que tenían pero que parecía pertenecerle solo a él, pues, aunque el tuviera una extensa colección de juguetes, no tenía a nadie con quien compartirlo para jugar, ni siquiera un hermano o familiar de su misma edad que conociese o hasta donde él tenga conciencia.

Contemplo un momento sus juguetes y luego al paisaje. Se podía ver desde ahí la valla que separaba la zona de las casas de los perros.

A su padre le gustaban mucho los perros guardianes, pero el nunca compartió ese mismo gusto.

Ellos siempre estaban a la espera de su padre, pero a el le asustaban bastante como para no acercarse; y pese a que llevaban mucho tiempo viviendo con ellos, de alguna manera parecían ser más agresivos con el.

Quejarse constantemente con su padre sobre estar encerrado en casa era casi parte de sus rutinas, ya sea que lo expresara con palabras o sus acciones. No era feliz, eso lo tenía claro a su corta edad.

--"Míralos... no puedes aprender a ser agradecido como ellos?" --dijo su padre una vez. Y por un momento pensó que eso nunca se cumpliría.

Ese día, en su camino hacia el patio, el sonido de la gran puerta hizo eco en ese lugar antes de reemplazarse con los ladridos de los perros. Unas personas habían ingresado a su casa y estaban siendo recibidos por uno de los sirvientes, su padre llego segundos después a darles la bienvenida junto a un apretón de manos.

Eran dos personas, una mujer y un hombre, dos caras que no conocía y le asusto el solo verlos. En su memoria de niño ese recuerdo se le hacía muy borroso, y aun así recuerda que estaba bastante seguro de que no debía acercarse a esos tipos. Su padre le dio una breve mirada, sabía que estaba escondido detrás de la puerta que daba salida al patio, así que solo hizo un gesto con su mano y él supo que debía mantenerse lejos de ahí.

Se sintió un poco ansioso el resto del día. Concentrándose solamente en sus juguetes, o al menos aparentar que lo hacía, se preguntaba acerca del tipo de cosas que su padre estaría hablando con esas personas, recreando posibles escenarios para el con sus muñecos.

Luego de la reunión, no pudo definir la expresión de su padre y esas personas, pero si le preguntaran, él lo definiría como "ensombrecido".

Tampoco podía explicar el motivo por el que su padre le había ordenado quedarse solamente en su habitación el día siguiente.

Un par de días después se encontraba jugando en el patio como siempre. Había terminado sus clases con sus profesores privados.

Su padre había sacado a los perros a pasear en una de las zonas que eran parte su territorio, lo cual se le hizo un poco raro que lo hiciera a esa hora del día.

Continúo jugando, evitando pensar en eso. En ese momento estaba muy concentrado en la pequeña historia que había desarrollado en su mente teniendo a sus juguetes de protagonistas, no percatándose de la presencia del mayor y quien le acompañaba, hasta que sintió una especie de aliento húmedo y un resoplido detrás de él. Giro su cabeza rápidamente y se levantó lo más veloz que pudo de donde estaba para dirigirse hacia su padre, escondiéndose detrás de él. El can se le quedo mirando curioso a ambos.

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