XIX

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Capitulo 19: Aún queda algo para nosotros.

— ¿México?
México dirigió su vista hacia el origen de aquella voz, no solo por el llamado de su nombre sino también porque la reconocía.
Arge solo miro al hombre detrás de ella barra, impidiéndose a si mismo fulminarle con la mirada y solo concentrarse de su hermano.
Cuando apenas había entrado a aquel lugar, la vista que lo recibió fue menos que sorpresiva, pero eso cambió con la presencia de su hermano ahí.
Noto a algunos hombres tirados en el suelo y algunos parecían estar lastimados, algo casi normal de ver en un lugar así, si no fuera por la posibilidad de que México haya terminado en el fuego cruzado de aquellos borrachos.
No se esperaba encontrarlo ahí. Estaba ahí principalmente para inspeccionar el estado de los altares ubicados ahí. Por unos visitantes de origen desconocido, sospechosos de la explosión sucedida en su ya destruida casa. Posibles cómplices de aquel extraño sin brazo que vio en el edificio antes de que todo se fuera a la mierda.

Era tonto ir a interrogarlos solo, eso lo sabía bien, en especial a veteranos, pero, ya había anticipado cualquier acción de ellos, dudaba que fueran más rápidos que una bala si se ponía violenta la cosa, y usar de escudo a las personas aqui podría ser conveniente.
España no quiso escucharle, ni aunque fuese su problema realmente, y de como eso le puede afectar, ni siquiera porque se lo debe. Unas cuantas bajas no le van a importar ahora.

"— ¡Drogadicto de mierda!"
Intento despejar su mente de aquel desagradable momento. Alejando lo sucedido para evitar que el coraje se vuelva a presentar en el.
Fue un día de mierda, todo lo planeado interrumpido de forma que posiblemente sea irremediable. Malditos sean ellos. Se supone que hoy al menos Perú estaría lejos de esta locura. Pero todavía tenía chance de solucionarlo. México estaba aquí, pero se veía demasiado mal, la preocupación solo se hizo más grande al ver su rostro tan cansado y demacrado, casi irreconocible de lejos si no fuera por su altura y figura.

Noto a su hermano hablar por algo que parecía un teléfono. Encorvado de forma que daba la impresión de estar tratando de esconderse frente a todos los presentes. Parecía estar en medio de una llamada. El no sabía bien como se usaba un aparato como ese así que talvez uno de aquellos hombres se lo dió.
Entró por completo por la puerta principal, inspeccionando todo a su alrededor. Mientras daba pasos rápidos en dirección a su hermano, pensaba que estaba manteniendo una simple conversación con quien sea del otro lado de la línea. Sin embargo, vio la expresión horrorizada luego de decirle algo al hombre detrás de la barra, expresión que empeoraba cada vez más mientras hablaba con él. Y ahora, parecía estar gritándole.
Cuando acortó más la distancia en lo que caminaba, fue que ahora México había lanzado lo que parecían ser billetes al pecho del hombre.
— ¡YA ESTÁ! ¡AHORA BORRALO! — por poco se quedaba pasmado en su lugar ante la escena. Corrió hacia su hermano y lo tomo del hombro antes de que la escena se haga con la atención de los clientes.
— Mexico...? — el menor giro rápidamente su cabeza hacia quien había tomado su hombro y su expresión paso a sorpresa y alivio.

— Arge, borralo. — le hablo entrecortado, con un rostro casi palido. — Borra aquí lo que dije. — Presionó con fuerza el aparato contra su pecho mientras. — La he cagado...
Hizo algunas muecas de dolor ante los repetidos golpes del teléfono en la mano de México contra su pecho. Detuvo su brazo y se abstuvo de mirar fijo al hombre detrás de la barra.
— Me lo llevo. — declaró tomando el aparato y enseñandoselo. El hombre tenía una mirada indescifrable y todos los hombres alrededor parecían comportarse extrañamente ignorantes de todo lo sucedido con la escena y gritos hechos por el menor de ellos.
México parecía tener como único movimiento el golpear el pecho de Argentina, ahora de forma menos fuerte, siendo que fue como cargar una estatua para el mayor.
Fue una tarea difícil para Argentina, evitando mirar atrás en un impulso por deshacerse de ese cosquilleo de algunas miradas dirigidas a ellos. Más aún porque todavía sentía el ardor de su brazo lastimado por la explosión.

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