VII

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Capítulo 7: Pero todo queda como un mal día con cenizas.

—Guys. (Muchachos.)—la pequeña junta había terminado. Ahora se encontraba, al lado quien era su socio, dando una pequeña despedida, luego de que España se ofreciera para acompañarlo hasta la salida. —I hope you have finished the assignment I left you ... (Espero que hayan terminado el encargo que les dejé...)

No esperaba una respuesta de parte de ninguno de los dos. Sabía que ya estaba hecho. Así que solo se dedicó a dirigirse a España, para darse un último apretón de manos.

—It was not a pleasure. (No fue un placer.)—dijo en un tono bromista, contraria a la expresión tranquila que llevaba.

Era un gran alivio para él haber acabado de hablar con España, puesto que la última vez no se mostraron tan amigables con el otro.

—Lo mismo puedo decir.

Ambos guardias lo siguieron por detrás luego de que él cruzara la puerta. Esperó un momento en la entrada, y al cabo de unos segundos, una limusina se estaciono en frente de él.

Uno de los guardaespaldas le abrió la puerta, y, mientras se dedicaba a entrar en el vehículo y acomodarse en el asiento, sacó su teléfono y revisó sus últimos mensajes.

La última de todas ellas le sacó una sonrisa casi imperceptible.

"How curious. (Que curioso.)"

Se le habían adelantado. Y estaba casi seguro de que el menor ya estaba lo suficientemente lejos de donde él estaba. En el lugar que acordaron. Iba a darle tiempo, un par de minutos hasta que procese lo ocurrido. Así que, con una seña, dio la orden a su conductor de avanzar a una velocidad no tan rápida hacia su destino.

En su teléfono, presionó como si fuese un botón su pantalla, y de repente, la imagen de un lugar en específico junto a unas pantallas que parecían de computadora, salieron desplazándose y remplazando los asientos opuestos.

Cámaras. Era lo que se proyectaba de cada mínimo rincón de la ciudad, divididas como cuadros y que mostraba todo lo que estaba pasando en el momento exacto. Pero su atención se centraba en una pantalla en particular. Una que cambiaba el ángulo de la cámara a medida que aquel pequeño individuo que caminaba por esas calles y pasaba por el campo de visión de cada una de las cámaras instaladas.

Ahora solo queda esperar el momento justo. Así que sólo se quedó sentado sonriendo triunfante por cómo le estaban yendo las cosas. Al menos de cómo le estaban yendo a su beneficio.

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Su respiración se hacía cada vez más pesada por el cansancio. Había continuado corriendo desde que salió de la casa de su patrón.

Ya estaba cerca. Le faltaba poco.

Pareciera que en todo ese día se ha dedicado a correr. En la mañana por huir del viejo que lo pateo, del pequeño puesto de la doña hasta la casa de su patrón, y de la casa de su patrón a la suya.

Quería llegar pronto. Quería llegar a su hogar, echarse, y descansar al menos un poco del agotador día que tuvo. Junto a los momentos bastantes tensos que pasó, no quería saber nada de su patrón ni su raro socio por al menos un par de horas. Una vez que se siente, nada ni nadie lo hará moverse de su pequeña cama.

Una vez que llegue, verá a sus hermanos, los saludara, y se asegurará de no hayan causado ningún alboroto o recibido algún castigo.

Pero no esperaba que todos esos planes se vieran interrumpidos de repente, cuando diviso desde su lugar, un largo hilo de humo oscuro alzándose en el cielo.

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