♡──𝑆 𝐼 𝑋

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Esa misma noche, mientras todos dormían, una figura encapuchada se deslizó silenciosamente hasta la oficina de Merlín. Con una simple palabra mágica, desactivó todas las protecciones encantadas. La persona tomó el libro de cocina mezclado con magia y arrancó las páginas que necesitaban. Luego, se dirigió a la puerta de la habitación de Garfio, tocó y dejó las hojas antes de desaparecer en la oscuridad.

Por la mañana, Garfio encontró las páginas frente a su puerta. Al reconocer los ingredientes para el pastelito, sintió un profundo conflicto. Pasó un tiempo considerando sus opciones: quemarlas, tirarlas o entregárselas a Uliana. Finalmente, decidió darle las páginas a Uliana, sintiendo una creciente culpa en su pecho.

—Aquí están —dijo Garfio, entregándole las hojas.

—¿Cómo las conseguiste? —preguntó Uliana, tomando las páginas.

—Alguien las dejó anoche. No sé quién fue, pero este es el plan, ¿no? —respondió él, tratando de sonar indiferente.

—Perfecto. Empecemos, esto tiene que quedar impecable —dijo Uliana con determinación.

—Bien... —asintió Garfio, aunque sus palabras carecían de entusiasmo.

—Morgie, tú lo harás —ordenó Uliana.

—Yo no sé cocinar —exclamó Morgie, alarmado.

—Aprenderás. No es tan difícil —dijo Uliana, impaciente.

Cuando Hades, Maléfica y Uliana se fueron, Morgie se acercó a Garfio, con preocupación en sus ojos.

—¿Tienes idea de lo que estás haciendo? —preguntó Morgie en voz baja.

—Sí, pero piensa en lo que pasará si no encontramos estas páginas. Uliana se enfurecería —respondió Garfio, intentando justificar sus acciones.

—¿Y qué hay de Bridget? ¿La traicionarás así como así? —insistió Morgie, preocupado.

—No me lo recuerdes, Morgie. Además, solo es una simple broma. Se le pasará con el tiempo, aunque ella me odie por un rato —dijo Garfio, tratando de convencerse a sí mismo.

—Tengo un mal presentimiento sobre esto —murmuró Morgie, sacudiendo la cabeza.

—No la vamos a matar, eso es lo único que importa —respondió Garfio, su tono más firme.

—James... por favor, piénsalo bien —dijo Morgie, desesperado.

—Nos vemos, Morgie —dijo Garfio, cortando la conversación.

—Está bien —suspiró Morgie, viendo cómo Garfio se alejaba.

En la noche, Bridget y James estaban en la cascada, un lugar que ya se había vuelto su refugio habitual. El sonido del agua y la tranquilidad del lugar hacían que ambos se sintieran libres de sus preocupaciones.

—¿Te puedo hacer una pregunta? —dijo Bridget.

—Ya la haces, pero puedes hacerme otra —respondió James con una sonrisa.

Bridget rió suavemente. —¿Qué dirían tus padres si te vas conmigo al país de las maravillas?

—No dirán nada porque no tengo padres —dijo despreocupadamente.

—¿Qué? —exclamó Bridget, sorprendida.

—Mi padre era capitán y mi madre hacía todo lo que él le pedía. Cuando era más pequeño, me abandonaron en un barco. Mi madre no hizo nada para detenerlo. Según mi padre, no quería un niño débil en su tripulación. Para mi suerte, días después unas personas me encontraron y estuve con ellos hasta que un tonto me cortó la mano. Por eso me hago llamar James Garfio. Terminé aquí, conocí a Uliana, y ya sabes el resto.

𝗚𝗼𝗼𝗱 𝗟𝘂𝗰𝗸 𝗕𝗮𝗯𝗲 | 𝐷𝑒𝑠𝑐𝑒𝑛𝑑𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒𝑠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora