𝗚𝗼𝗼𝗱 𝗟𝘂𝗰𝗸 𝗕𝗮𝗯𝗲 | 𝐷𝑒𝑠𝑐𝑒𝑛𝑑𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒𝑠

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Ambas chicas fueron a la habitación de Bridget, pero no encontraron nada útil y regresaron decepcionadas.

—¿Y esa cara qué? —preguntó Lynette al ver sus expresiones.

—No encontramos nada para borrarles la memoria —respondió Red, frustrada.

—¿Qué hacemos entonces? —preguntó Killian, mirando a todos en busca de ideas.

—No lo sé, tal vez un libro prohibido o magia —sugirió Red, dirigiendo su mirada a Lynette.

—Claro, magia —apoyó Cloe, asintiendo con entusiasmo.

—¿Una bruja? —dijo Killian, mirando fijamente a Lynette. Red y Cloe hicieron lo mismo, lo que puso a Lynette en alerta.

—¿Por qué me miran así? —preguntó Lynette, confundida.

—Lynette, tu abuela es una bruja, tu padre puede hacer magia aunque no la use, y tu madre también era una bruja. Tienes magia en tu sangre, te la heredaron —explicó Killian con calma.

—La magia está en ti —agregó Red, con seriedad.

—¿Me casé con una bruja? —dijo Morgie desde atrás, sorprendido, lo que hizo que las chicas saltaron del susto. Killian, sin embargo, no reaccionó.

—¿Cómo salieron? —preguntó Killian, frunciendo el ceño.

—Salimos por el balcón y entramos por la entrada principal —dijo James, encogiéndose de hombros como si fuera lo más normal del mundo.

—Oigan, ¿y Lynette? —preguntó Red, notando de repente su ausencia.

—Se fue... Me lo imaginé —dijo Killian, cruzándose de brazos.

—¿Por qué? —preguntó Morgie, preocupado..

—Es algo sensible con el tema de la magia. No diré más, no me corresponde a mí explicarlo.

—¡Busquemosla! —dijo Cloe, decidida, ignorando la advertencia de Killian, quien solo pudo ponerse una mano en la cara con resignación.

—Hagan lo que quieran, yo estoy cansado —dijo Killian antes de darse la vuelta y marcharse.

—La verdad, estoy de acuerdo con él —agregó James, siguiéndolo.

—Vas a ser su padre, es obvio que sí —comentó Red en tono burlón mientras salía a buscar a Lynette.

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James alcanzó a Killian, y caminaron en silencio durante un rato, incómodos.

—¿Qué? —dijo Killian, deteniéndose de golpe.

—No he dicho nada —respondió James, sorprendido.

—No, pero es claro que quieres decir algo —insistió Killian, observándolo de reojo.

—Solo… Aún no puedo creer que vas a ser mi hijo —admitió James, intentando procesar todo.

—Tendrán que borrarte la memoria —dijo Killian, sin rodeos.

—Pero si no lo logran, seguiré con esto hasta el día de tu nacimiento. Descuida, te llamaré igual —bromeó James, intentando aligerar la situación.

—No, eso sería raro. Porque cuando nazca, dirás: “Mi hijo me conoció en el pasado” y cuando vuelva al futuro, recordarás esto y preguntarás: “¿Cómo te fue en el pasado?” y… es raro —dijo Killian, entrando en la habitación.

—Sobre piensas demasiado —comentó James, riéndose entre dientes.

—No… bueno, sí, pero no importa —respondió Killian, restándole importancia.