Tras la desaparición de su madre, Adeline Cowen es enviada a casa de su tía Morganstein en un pueblo llamado Jackson, donde descubrirá lo que realmente es.
Mientras Adeline revela su verdadera naturaleza conocerá a Lance, un solitario y misterioso...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
–– Ady, levántate –– escuché la voz de América –– Nora, tú también, ¡dios!, vamos a llegar tarde por su culpa.
Escuché sus pasos alejarse y me di la vuelta en la cama.
–– Nora, ¿Estás despierta?
–– No, ¿y tú? –– me reí mientras la miraba girar, quedando frente a mí.
–– No.
–– Bien...
Cerré los ojos y me acomodé de nuevo. De pronto sentí cómo tiraban de la cobija.
–– Arriba las dos, ¡ahora!, no puedo creer que no se hayan levantado. Papá va a hacer el desayuno, así que más vale que se apresuren o Aron se comerá todo.
Me senté en la cama mirándola, estaba completamente arreglada y tenía hasta el último cabello peinado, salió del cuarto mirándonos seriamente a Nora y a mí.
–– Nora, más vale que te levantes o te arrastraré.
Una vez que se fue, me froté los ojos.
–– ¿Qué hora es, Ady?
Me estiré y tomé el teléfono.
–– 5:30 am.
–– ¿Y se atreve a decir que llegaremos tarde?, ¿Cuántas horas dormimos?
–– Tres, aproximadamente.
La escuché suspirar mientras se sentaba.
–– Debe estar eufórica para no tener sueño.
–– Ni lo digas, seguramente tiene mucha adrenalina corriendo en su cuerpo.
Ambas nos sonreímos mientras comenzábamos a levantarnos.
–– Necesito cafeína.
–– Y yo un baño –– le dije sacando mis cosas.
Miré cómo tomaba un cambio de ropa de su mochila.
–– ¿Trajiste un cambio? –– preguntó Nora.
–– No, me llevaré lo mismo de ayer, no quería cargar mucho.
–– No creo que a América le agrade.
–– ¿Por qué?
–– Tendrás que aprenderlo a las malas como yo –– me sonrió divertida.
Una vez que terminé de bañarme, volví a la habitación donde encontré a América buscando dentro de su armario, Nora estaba sentada con una taza de café en la mano.
–– Hola, Ady –– me saludó Nora.
–– Hola, ¿Qué pasa?, pensé que estabas lista, Ame.
–– Y lo estoy, pero tú no –– la miré confundida –– ¡Aquí esta! –– del fondo del ropero sacó un vestido corto de color rojo, tenía un moño en la espalda y un escote bastante pronunciado al frente –– ¿Verdad que es precioso?