Cap. 11

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Madre: Hija, querida, ¿Estás feliz? 

Gloria: Madre, ¿Por qué lo preguntas?

Madre: ¿Cómo que por qué? ¡Te vas a casar!

Gloria: A sí, que emoción - Dije con sarcasmo 

Padre: ¿Y por qué ese tono jovencita?

Gloria: Porque no me quiero casar - Contesté decepcionada

Madre: Ay hija, esta será la mejor etapa de tu vida

Padre: Conocerás mejor a tu futuro esposo y serás muy feliz

Gloria: Claro, es hermoso casarme con alguien que no conozco y luego tener hijos no deseados 

Madre: No digas tonterías, serás muy feliz

Walther: Mejor comamos tranquilos y dejemos este tema

Todos se callaron y continuamos con la cena

La incomodidad invadía el gran salón acompañado de un inmenso silencio, matando las risas y bromas que alguna vez se escucharon.

Gloria: Ya me voy a mi habitación 

Madre: Pero ni siquiera terminaste tu comida{

Gloria: Ya no tengo hambre

Me levanté, les deseé una buena noche y me dirigí hacia el portal para ir a las escaleras.

Al entrar en mi habitación sentí algo de paz pero no al completo, tenía ganas de salir pero ya era muy tarde. Los guardias me detendrían. Dormí guardando mi rabia junto con mi tristeza. 

Los primeros rayos del sol entraron por mi ventana. Llegó el día, hoy tendría que salir con uno de los príncipes. Yole me recibió y me ayudo a prepararme. Nunca me gustaron los peinados muy elaborados así que llevé el cabello suelto con unas trenzas en cada esquina, haciendo una media cola con ellas. Esto acompañado de un maquillaje simple y natural, y por último, un vestido largo por el piso, mesclando los colores rojo sangre y rojo vino, una combinación que me gustaba un poco. 

Yole: ¡Espera! Falta una última cosa

Se acercó a mi con un corset en las manos

Gloria: ¿Enserio tengo que usar eso? ¡ Es horrible!

Yole: Claro que no, además te queda perfecto

Me obligó a ponérmelo y casi me quedo sin aire, eso apretaba demasiado.

Yole: ¡Listo! Quedaste hermosa, ahora ve a la entrada, tus padres te esperan 

Bajé las escaleras y ahí estaban mis padres esperándome

Padre: Hija, a llegado el primero

Madre: Mucha suerte querida

Me despedí de cada uno y salí del castillo, Elisio me esperaba al final de las escaleras 

Elisio: Buenos días mi bella princesa, permítame saludarla 

Tomó mi mano para darle un beso, unos segundos antes miré hacia un lado y vi que Elena nos estaba mirando, moví mi mano en un movimiento rápido y lo convertí en un apretón de manos. Quizás a ella no le importaba pero a mi sí.

El chico ignoró eso y siguió con normalidad.
Fue un "cita" normal, me compró unas flores horribles, la flor en si era muy pequeña y el ramo estaba lleno de hojas. Me llevó a dar un pequeño paseo en carruaje por una parte del pueblo y luego parte del campo, le pregunté si podíamos bajar y dijo que odiaba los campos llenos de flores, que le daban asco y prefería estar dentro del carruaje, con eso ya tenía ganas de volver con mis hermanos. 

Luego me llevó a una de las tiendas más caras de vestidos, ahí me mostró todo tipo de prendas carísimas que en lo personal me parecían feas, todas muy ajustadas, escotadas y con colores muy fuertes, muy oscuros o simplemente de un solo color muy básico. 
Se notaba que no tenía un buen gusto. Hizo lo mismo con la joyería, mucho tiempo gastado pasando tienda en tienda con una cara muy seria que se notaba que estaba harta. No importaba la cantidad de cosas que me comprara o prometiera comprar, no era alguien que me interesara ni mucho menos tener cara de buena persona, sentía unas malas vibras y quería alejarme.

Llegó la hora del almuerzo y se suponía que volvería para estar con mi familia, pero arreglaron para que almorzara con el y luego irme, algo que no me gustó pero no me podía negar.
Me llevó a un restaurante que se notaba que era caro, subimos a la azotea y nos sentamos en una mesa alejada de las personas, teniendo unas vistas muy lindas. 

Elisio: Tu madre me ha dicho que hay ciertas cosas que no puedes comer, así que déjame pedir por ti 

Gloria: Pero puedo pedir yo sola no hace falta

Elisio: Déjame hacerlo, no quiero que pierdas mucho tu tiempo

Si intentaba ser amable no lo estaba siendo, me pidió una especie de ensalada y para el algo de carne, ese pequeño plato me dejó con hambre pero el hombre le hacía caso a mi madre. 
Como si mi madre fuera capaz de hacer algo así, aunque por la situación era bastante probable, confiaba en ella y ahora estaba obligada a estar en ese lugar con esta persona.

Llegó la hora de terminar la "cita", me dejó en la entrada al castillo e hizo una reverencia, la incomodidad que sentía era muy grande pero más grande era el hambre que sentía. Entré sin despedirme ni nada por el estilo, sin dirigirle la palabra. 

Mis padres me recibieron con alegría preguntando como había sido, como me sentía, entre otras cosas, ignorando todo esto subí a mi habitación con tal de no escucharlos. 

☆𝒞ó𝓂𝑜 𝓁𝒶𝓈 𝒻𝓁𝑜𝓇𝑒𝓈, 𝒞ó𝓂𝑜 𝓉𝓊𝓈 𝒸𝒶𝓇𝓉𝒶𝓈...✿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora