Cap. 19

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Noche tras noche, día tras día, recordando esos momentos junto a ella una y otra vez en bucles, como si de un bucle infinito se tratase. Aquellas risas, risas cargadas de energía acompañada de alegrías, tantas palabras compartidas en aquél bosque, ocultas y protegidas por las grandes copas de los hermosos árboles. 

Todos los días despertaba con la emoción de volver a verla, como si de un primer amor se tratase, esa sensación de querer ver a esa persona todo el día, todos los días, y al momento de cumplirse el encuentro sentir esas mariposas en el estómago, sin explicación ni razón aparente. 

Era hermoso ver ese cabello brillar bajo la lluvia armónica, bajo el brillo de la luna y aún más, el resplandor de los primeros rayos de sol. Pero claro, todo brillo tiene su contraparte, aquella oscuridad que por más que quieras alejar sigue ahí, sin intención de irse. Para mi, la oscuridad respondía al nombre de Janis, arrastrando recuerdos que, sin que mi mente lo quisiera y mi corazón se negara, se repetían una y otra vez. 

Mi corazón, continuamente en un pesad conflicto, no sabía que sentir. Mi mente, dentro de una guerra llena de recuerdos, no sabía a quien priorizar, al pasado o al presente, a ella o a ella...

Una mente y un corazón confundidos y perdidos, sin saber a quien recordar, cuidar, y sobre todas las cosas, amar... 

Vueltas y más vueltas, aquello ya lo había vivido pero todavía no aprendía a manejarlo, tanta carga sin saber en quien confiar. Mi corazón... Puro en algunas cosas, rogaba y rogaba, noche y día, volver a esa estrella, estrella que muchos llaman sol. Mi mente... Tan reflexiva y confusa, exigía volver a la oscuridad,  con la esperanza, casi muerta, de que en aquel cúmulo de oscuridad habría una pequeña luz, algo de humanidad y sentimiento restante. 

Seguía, día tras día, aquella rutina de trabajos y trabajos. Con las palabras atoradas por un nudo constante, sentimientos enredados, y sobre todas las cosas, indecisión del corazón y mente.

Día tras día, las veía haciendo distintas cosas, una con sus "citas" y la otra trabajando en distintos locales. Una tan arreglada, obligada por la familia, la otra casual, trabajando normalmente. ¿Y si no elijo?¿Y si lo repito? Que le diría a ella...
Tan dulce, nada merecedora de saber un día que desaparecí, sin dejar recuerdos ni huellas.
Tan inocente, dejada en manos de aquel hombre que no hace falta mencionar. 

Pasaron meses, los mismos que dijeron ser el límite, cerrados con un baile increíble con ganas de celebrar. Otras dos cartas aparecieron en mi puerta

" 𝓠𝓾𝓮𝓻𝓲𝓭𝓪 𝓔𝓵𝓮𝓷𝓪, 𝓱𝓸𝔂 𝓪𝓷𝓾𝓷𝓬𝓲𝓪𝓷 𝓽𝓸𝓭𝓸, 𝓮𝓵 𝓫𝓪𝓲𝓵𝓮 𝓮𝓼𝓽á 𝓪𝓻𝓻𝓮𝓰𝓵𝓪𝓭𝓸 𝔂 𝓵𝓪𝓼𝓽𝓲𝓶𝓸𝓼𝓪𝓶𝓮𝓷𝓽𝓮 𝓮𝓵 𝓬𝓪𝓼𝓪𝓶𝓲𝓮𝓷𝓽𝓸 𝓽𝓪𝓶𝓫𝓲é𝓷. 𝓔𝓼𝓹𝓮𝓻𝓸 𝓿𝓮𝓻𝓽𝓮 𝓱𝓸𝔂, 𝓺𝓾𝓮 𝓰𝓪𝓷𝓪𝓼 𝓭𝓮 𝓱𝓾𝓲𝓻 𝓷𝓸 𝓶𝓮 𝓯𝓪𝓵𝓽𝓪𝓷 . . ."

"𝔖𝔢ñ𝔬𝔯𝔦𝔱𝔞 𝔈𝔩𝔢𝔫𝔞, 𝔫𝔬 𝔥𝔞𝔠𝔢 𝔣𝔞𝔩𝔱𝔞 𝔞𝔤𝔯𝔞𝔡𝔢𝔠𝔢𝔯𝔩𝔢 𝔭𝔬𝔯 𝔱𝔬𝔡𝔞 𝔰𝔲 𝔡𝔢𝔡𝔦𝔠𝔞𝔠𝔦ó𝔫 𝔠𝔬𝔫 𝔯𝔢𝔰𝔭𝔢𝔠𝔱𝔬 𝔞𝔩 𝔱𝔯𝔞𝔟𝔞𝔧𝔬 𝔰𝔬𝔩𝔦𝔠𝔦𝔱𝔞𝔡𝔬. 𝔓𝔬𝔯 𝔢𝔩𝔩𝔬, 𝔥𝔢𝔪𝔬𝔰 𝔡𝔢𝔠𝔦𝔡𝔦𝔡𝔬 𝔦𝔫𝔳𝔦𝔱𝔞𝔯𝔩𝔞 𝔞 𝔩𝔞 𝔤𝔯𝔞𝔫 𝔣𝔦𝔢𝔰𝔱𝔞 𝔡𝔢 𝔢𝔰𝔱𝔞 𝔫𝔬𝔠𝔥𝔢. 𝔘𝔰𝔢 𝔢𝔰𝔱𝔞 𝔠𝔞𝔯𝔱𝔞 𝔠𝔬𝔪𝔬 𝔢𝔫𝔱𝔯𝔞𝔡𝔞, 𝔶𝔞 𝔮𝔲𝔢 𝔰𝔢 𝔩𝔞 𝔭𝔢𝔡𝔦𝔯á𝔫 𝔩𝔬𝔰 𝔤𝔲𝔞𝔯𝔡𝔦𝔞𝔰. 𝔔𝔲𝔢 𝔱𝔢𝔫𝔤𝔞 𝔲𝔫 𝔪𝔲𝔶 𝔟𝔲𝔢𝔫 𝔡í𝔞 𝔶 𝔩𝔞 𝔢𝔰𝔭𝔢𝔯𝔞𝔪𝔬𝔰 𝔢𝔫 𝔩𝔞 𝔫𝔬𝔠𝔥𝔢"

Perfectamente sabía de quien era cada una, más la primera que la segunda y era la que más me emocionaba. Era a penas la mañana y tenía todo un día por delante. Con la mente en otro mundo, imaginándola a ella, hacía todas mis tareas tratando de no distraerme tanto. 

. . .

Llegaba la noche y era hora de alistarse, comenzando por la rompa formal y terminando por el cabello.
De camino, pasando por gran parte del pueblo para encontrarme con algunos compañeros, me encontré con Janis. Traía un vestido amarillo claro con detalles blancos, unos aretes de perlas y una gargantilla dorada, se me hacía conocida pero no sabía de donde. Lo único que me faltaba era que se acercara 

Janis: Elena, ¿Cómo has estado? 

Elena: Bien creo 

Janis: Ay me alegro, oye, ¿A ti también te invitaron? 

Elena: Claro, por algo voy al castillo

Janis: Claro que tonta - Puso su mano en mi hombro de forma amable - Hey, ¿En algún momento podemos hablar?

Elena: ¿Sobre qué? 

Janis: Creo que no hace falta decirte sobre que, ¿Podría ser luego del baile? 

Elena: Eso tendría que verlo, por ahora lo dejamos en duda ¿Okey? 

Janis: Claro sin problema

Seguimos caminando hasta el castillo entre la multitud, ella hablando y hablando con la mayor normalidad y yo apenas respondiéndole, con la mayor seriedad posible y sin mirar a los ojos, analizando cómo hablaba de manera natural después de todo como si nada hubiera pasado...

☆𝒞ó𝓂𝑜 𝓁𝒶𝓈 𝒻𝓁𝑜𝓇𝑒𝓈, 𝒞ó𝓂𝑜 𝓉𝓊𝓈 𝒸𝒶𝓇𝓉𝒶𝓈...✿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora