Esa tarde no tuve la oportunidad de ver a Gloria, así que pensé en escribirle una carta.
Estuve horas tratando de escribir, no podía pensar, mi mente en blanco y los recuerdos se mezclaban de una forma muy rara. Me alejé del escritorio para respirar y decidí salir.
Caminaba por aquel bosque sin ningún tipo de destino, sin saber a donde iba. Solo sabía que aquello me ayudaba a olvidar, disminuir o calmar aquellos recuerdos.El sol se escondía lentamente y, detrás de él, llegaba la luna. Tan brillante y notable, con una blancura especial, detalles y esplendor que no todos sabían apreciar.
Tapaban aquella belleza, unas nubes grises de tormenta, a través de ellas todavía se notaban algunos rayitos de luz, indicando que no podían esconderla del todo. De aquellas nubes cayó una fuerte tormenta, con lluvia y un viento tan fuerte que hacía que todos los árboles bailaran hacia todos lados de manera irregular. Aquel viento estaba acompañado de fuertes rugidos, truenos y relámpagos. Mientras más me acercaba al pueblo más gritos de niños asustados se escuchaban, asustados por la fuerte tormenta, la cuál nadie sabía porqué era provocada, no tenía sentido que una tormenta así se presentara en medio del verano. Era como si alguien capaz de controlar el clima lo estuviera provocando, como si de magia se tratase.X: ¡Señorita! ¡¿Qué hace aquí?! ¡Será más seguro que vaya a su casa, parece que empeorará!
Elena: ¡Ya lo se!, ¡Ahora debo hacer algo y luego iré!
X: ¡Tenga cuidado!, ¡Los árboles de la zona son muy inestables!
Elena: ¡Lo sé lo sé, gracias!
Aquél hombre tenía razón, los árboles que estaban cerca de la entrada al pueblo eran tan viejos que eran capaces de caerse en cualquier momento. En ese momento mi cuerpo estaba desconectado de mi mente, mi mente quería ir a casa pero mi cuerpo seguía sin rumbo, como si perdiera el control de mi cuerpo y estuviera atrapada.
Llegué hasta un granero viejo, abandonado y sin cuidar, pero de milagro seguía en pie. Me parecía conocido pero no lograba recordar, hasta que una voz me ayudóJanis: Cuanto tiempo, ¿No crees?
Elena: Creí que te habías quedado
Janis: Claro que lo hice, pero por alguna razón quería verte
Elena: Que pena, yo a ti no
Janis: Si claro - Dijo con ironía - ¿Y por qué viniste hasta aquí?
Elena: ¿Eso importa? Deberías irte, no es seguro
Janis: Ves, todavía te importo - Me miró y Sonrió
Elena: La verdad no, solo te informaba, me da igual si te sucede algo
Janis: Permítame dudar, bella dama
Elena: Sabes, ya me tengo que ir
Janis: ¿Alguien te espera?
Elena: ¿Te importa?
Janis: Ay Elena, se cuando mientes, te conozco bien
Elena: Y yo a ti, se que no viniste con buenas intenciones - Me dí la vuelta y caminé hacia la salida del granero
Janis: Claro, lo se muy bien - Dijo mientras se acercaba y tomaba mi muñeca - Pero también se muy bien que no has dejado de quererme
Elena: Lo que dices no tiene sentido, ¿Por qué iba a querer a alguien como tú?
Janis: No lo sé, pero te estás mintiendo a ti misma Elena
Elena: Ya suéltame, me estas cansando
Janis: Si estoy equivocada, ¿Por qué no te atreves a mirarme a los ojos? - Aseguró mientras giraba mi cabeza con su mano en mi mentón
Elena: Ya está, ¿Me dejas en paz? - Y la miré a los ojos
Janis: Que linda... Pero sigo estando en lo correcto
Elena: Estás más equivocada de lo que piensas - La obligué a soltarme y caminé hacia afuera
Janis: ¿¡Piensas que vine hasta aquí solo para molestarte!? - Corrió detrás de mi
Elena: ¡Claro que lo pienso!, ¡Viniendo de ti, no puedo esperar otra cosa!
El rugido del viento era tan fuerte que era necesario gritar para hablar y escucharnos. Sentí como detrás de mí alguien me tiraba de la muñeca y me hacía girar, en un movimiento rápido me besó acercándome a ella con sus manos en mis mejillas. No fueron más de cinco segundos y la empujé hacia atrás.
Elena: ¡¿Te has vuelto loca mujer?!
Janis: ¡Si por loca te refieres a quererte, sí!
Elena: ¡Solo aléjate de mi!
Caminé unos pasos hacia adelante, mi cuerpo otra vez se desconectó de mi mente y me quedé quieta sin poder hacer nada, una mezcla de emociones y recuerdos me invadían bajo la fuerte lluvia. Fuera de mi voluntad, me giré y caminé hacia ella, en ese momento estaba con la cabeza gacha mientras caminaba en dirección al pueblo por otro camino, repetí lo que ella hizo y, con frustración, la besé.
Fuera de mi voluntad y con mis pensamientos en contra de aquello, lo estaba haciendo y no sabía cómo pararlo. Otra vez con mi mente y mi cuerpo conectados, me separéJanis: Ves que tenía razón - Me dijo al oído
No tenía nada por decir, sentía frustración mezclada con enojo y culpabilidad. Para mi mente aquello no estaba bien y lo sabía muy bien. Le dije que se fuera a casa y, en un principio, quiso ir conmigo, le recalqué que no la dejaría entrar a mi casa y se fue, cada una caminó hacia su casa y yo, con más de un nudo en la garganta que impedían que las maldiciones salieran, me ahogaba entre todo lo que sentía.
Al llegar a casa, empapada y con un frío inexplicable, prendí la estufa a leña y fui al baño, me bañé para quitar el frio y al salir, me senté frente a la estufa, la ropa que traía puesta ayudaba a no pasar tanto frio en esta noche tan helada. Para despejar la mente y olvidar todo aquello me dispuse a leer, pasando el tiempo de manera que mi mente no se enfocara en otra cosa.
Llegó un punto en el cuál ya estaba muy cansada, ya tenía hambre y se hacía muy tarde, eran cerca de las doce de la noche y ya debía descansar, mañana tendría mucho trabajo.
A muy altas horas de la madrugada, un relámpago seguido de un trueno me despertaron, la tormenta era cada vez más fuerte y eso me preocupaba. ¿Preocuparme? ¿Por qué?, mi hogar resistiría bastante así que no tenía de que preocuparme pero por alguna extraña razón lo estaba. Mis pensamientos de dudas fueron interrumpidos por unos golpes en la puerta principal.
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☆𝒞ó𝓂𝑜 𝓁𝒶𝓈 𝒻𝓁𝑜𝓇𝑒𝓈, 𝒞ó𝓂𝑜 𝓉𝓊𝓈 𝒸𝒶𝓇𝓉𝒶𝓈...✿
Romanceℍ𝕚𝕤𝕥𝕠𝕣𝕚𝕒 𝕦𝕓𝕚𝕔𝕒𝕕𝕒 𝕖𝕟 𝕖𝕝 𝕤𝕦𝕣 𝕕𝕖 𝕀𝕥𝕒𝕝𝕚𝕒 Una poeta del siglo XV se enamora de una princesa. Esta, como muestra de amor le envía cartas, cada una con hermosos poemas pero de manera totalmente anónima. La princesa perdidamente...