CAPITULO 7: EL COMIENZO DE LA TORMENTA

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El silencio se volvía cada vez más denso en los encuentros de estudio entre Ichika y Futaro. No era solo porque Ichika se estaba tomando más en serio su dedicación a los libros, sino porque desde aquella "práctica de besos", algo había cambiado. El aire entre ellos se había vuelto pesado, cargado de palabras no dichas y emociones que parecían suspendidas en el ambiente, atrapadas en un lugar donde la incomodidad y la tensión coexistían.

—He terminado, Futaro —dijo Ichika de repente, rompiendo la quietud al levantarse de la mesa de estudio.

—Perfecto —respondió Futaro, incorporándose con la intención de revisar la hoja que Ichika había dejado, pero ella se levantó antes de que él pudiera acercarse.

—Lo siento, pero necesito ir a ver al representante ahora. Tendrás que cerrar tú con llave y dejarla donde siempre la dejo antes de que vayas a la carrera de Yotsuba —dijo Ichika con un tono apresurado. Sabía que hoy era un día importante para Yotsuba, quien había estado preparándose durante semanas para esa carrera.

—Mándale mis saludos y dile que la apoyo, porque no creo que pueda ir por la reunión —añadió mientras comenzaba a alejarse. Pero justo en ese momento, las palabras de Futaro rompieron el silencio, palabras que parecían haberse desprendido del pasado.

—"Todo fue una mentira..." —dijo él, casi como un susurro.

Ichika se detuvo en seco. No se atrevió a girarse, pero su corazón latía con fuerza. Futaro, sin embargo, continuó.

—Ese día, durante el viaje... Ichika, eso fue lo que dijiste. Al principio, no supe cómo reaccionar. Lo que habías dicho era una mentira.

El tiempo pareció detenerse en esa habitación. Los segundos se estiraban como si fueran minutos, mientras Ichika permanecía inmóvil. El único sonido era la voz de Futaro, llenando el espacio entre ellos.

—Pero ahora que me confesé a Yotsuba, creo... que entiendo y...

Futaro dio dos pasos hacia adelante, rompiendo la inmovilidad de la escena.

—Incluso tus más leves y delicadas diferencias, ahora puedo notarlas.

Ichika seguía de espaldas a él, pero sus ojos ya estaban llenos de lágrimas. La coraza que había construido desde aquel día, desde la traición que sentía haber cometido contra su hermana Miku, empezaba a resquebrajarse.

—Creo que debo asumir la responsabilidad como hombre... sobre tus sentimientos.

Fue entonces cuando Ichika se giró bruscamente, extendiendo su mano hacia Futaro. En un instante, su cuerpo perdió el equilibrio y ambos cayeron al suelo, él debajo de ella.

—¿Eh? —Futaro apenas pudo reaccionar antes de sentir el peso de Ichika sobre él.

Ella estaba encima de él, sus rostros tan cerca que podía sentir el calor de su respiración. Entonces, Ichika lo dijo, con una voz cargada de una emoción contenida durante tanto tiempo.

—Te amo... Futaro.

El joven aún no comprendía del todo lo que acababa de suceder, pero esas palabras resonaron en su mente. Fue entonces cuando notó algo húmedo en su rostro, pequeñas gotas que caían desde los ojos de Ichika, como si fueran las primeras señales de una tormenta inminente.

Ichika, con la mirada fija en él, dejó que las lágrimas continuaran cayendo mientras su voz temblaba.

—Desde el principio... yo te he amado.

El mundo pareció detenerse una vez más. Era la calma antes de la tormenta.

 Era la calma antes de la tormenta

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