cap. 29: navidad

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La mañana del 24 de diciembre amaneció con una brisa fría que cruzaba las ventanas de la casa de los Alcaraz Martínez. Afuera, la gente se apresuraba para hacer las últimas compras navideñas, pero en el interior del hogar, todo transcurría con calma, con la expectativa de la noche especial que los aguardaba.

Alex estaba en la habitación de Martín, eligiendo con cuidado la ropa que él usaría para la cena de Nochebuena en casa de los padres de Carlos. Martín, sentado en la cama, movía sus piernas con impaciencia, emocionado por la noche que se avecinaba.

—Mamá, ¿cuándo llegamos a casa de los abuelos? —preguntó Martín mientras Alexandra le ponía una camisa blanca y un pantalón azul marino.

—Pronto, cariño. Primero tenemos que prepararnos todos, ¿vale? —le respondió Alex con una sonrisa.

Martín asintió, pero la emoción era evidente en sus ojos. No solo estaba emocionado por ver a sus abuelos, sino también porque sabía que esa noche, después de la cena, Papá Noel vendría a dejarle regalos.

En el baño, Carlos se estaba duchando, disfrutando del agua caliente que le ayudaba a relajarse antes de la noche agitada. Estaba deseando ver a sus padres y pasar la noche en familia, pero también había un cosquilleo en su estómago, provocado por la anticipación de ver a Alex y Martín en sus atuendos de fiesta.

Alex terminó de vestir a Martín y lo llevó a la sala, donde le dio algunos juguetes para que se entretuviera mientras ella se preparaba. Se dirigió al baño, entrando justo cuando Carlos salía, envuelto en una toalla.

—Es tu turno —dijo Carlos, dándole un beso en la mejilla mientras pasaba junto a ella.

—Gracias. No tardes en vestirte, que no quiero llegar tarde —respondió Alex con una sonrisa traviesa, cerrando la puerta tras de sí.

Mientras Alexandra se duchaba y se arreglaba, Carlos fue a la habitación y comenzó a vestirse. Eligió una camisa de botones y un pantalón formal, queriendo estar a la altura de la elegancia de la noche. Después de ponerse los zapatos, volvió a la sala para estar con Martín, quien estaba completamente concentrado en sus juguetes.

Cuando Alexandra salió del baño, llevaba un vestido rojo de terciopelo, elegante pero cómodo, perfecto para la ocasión. Se miró al espejo mientras se aplicaba un poco de maquillaje ligero y sonrió al ver el reflejo de Martín en el espejo, que ya había ido a buscarla.

—Mamá, estás muy guapa —dijo Martín, mirándola con admiración.

—Gracias, cariño. Tú también estás muy guapo —le respondió Alex, inclinándose para darle un beso en la frente.

Unos minutos después, todos estaban listos. Carlos ayudó a Alex con su abrigo y tomó la mano de Martín mientras salían de la casa, el aire frío los recibió con un abrazo helado. La Navidad estaba definitivamente en el aire, con las luces brillando en las calles y la nieve que empezaba a caer suavemente, cubriendo todo con una capa blanca.

El trayecto a casa de los padres de Carlos estuvo lleno de risas y canciones navideñas que Martín no paraba de cantar. Al llegar, los abuelos los recibieron con abrazos cálidos, felices de tener a la familia reunida en una noche tan especial.

La cena transcurrió entre historias de navidades pasadas, chistes y, por supuesto, la excitación de Martín al pensar en los regalos que Papá Noel le dejaría. A medida que la noche avanzaba, el pequeño no dejaba de mirar al reloj, esperando ansiosamente que fuera la hora de irse a la cama para que Papá Noel pudiera hacer su magia.

Finalmente, después de la cena y de haber compartido unas copas de champán para brindar por la familia, Carlos y Alex decidieron que era hora de irse a casa. Martín, aunque estaba cansado, no perdía la energía, especialmente cuando le recordaron que debía acostarse pronto si quería que Papá Noel viniera.

El verano en El Palmar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora