Un año después de salvar al mundo y liberar a todos de la oscuridad, Boruto Uzumaki regresa a una Konoha reconstruida, solo para enfrentar una nueva amenaza que pone en peligro todo lo que ama.
*) BoruSara
*) MitsuHima
*) Kazuto Uzumaki Uchiha
El silencio en la cámara era denso, casi palpable, como una niebla oscura que envolvía todo a su alrededor. Naruto permanecía quieto, su mente un torbellino de emociones que lo mantenía atrapado en una prisión aún más implacable que la jaula de energía que lo rodeaba.
Sus ojos, normalmente llenos de determinación y esperanza, estaban nublados por una confusión que nunca antes había sentido. Delante de él, la imagen de Kazuto seguía flotando en su mente, un reflejo distorsionado que lo perturbaba hasta el fondo de su alma.
Kazuto, con su rostro idéntico al de Sasuke en su juventud, pero con la crueldad grabada en cada uno de sus gestos, era una visión que Naruto no podía comprender del todo.
Era como ver a su amigo más cercano, a su hermano de batalla, transformado en algo oscuro y retorcido, una sombra que había emergido del pasado con la intención de destruirlo todo.
Cada vez que cerraba los ojos, la imagen de Kazuto aparecía ante él, y en su mente, los recuerdos de Sasuke se mezclaban con la realidad presente, creando un remolino de angustia y desesperación.
Naruto sentía cómo la incertidumbre lo consumía, una sensación que se expandía en su pecho como una marea negra, amenazando con ahogarlo. ¿Cómo era posible que alguien que lucía tanto como Sasuke pudiera ser tan diferente en espíritu?
La contradicción entre lo que veía y lo que sentía lo mantenía en un estado de constante perturbación, un tormento que no podía apaciguar.
Era como si cada mirada a Kazuto le recordara los momentos compartidos con Sasuke, los sueños de un futuro mejor que habían construido juntos, pero ahora todos esos sueños estaban siendo desgarrados por la mano de un espectro que llevaba el rostro de su amigo.
Intentó concentrarse, calmar su mente, pero el miedo y la desesperación se entrelazaban en su corazón, haciéndolo dudar de todo lo que alguna vez había creído.
La jaula que lo mantenía prisionero no solo atrapaba su cuerpo, sino que también confinaba su espíritu, impidiéndole encontrar la claridad que tanto necesitaba.
Las paredes de energía brillaban con un resplandor tenue, pero para Naruto, eran como barreras insuperables, un recordatorio constante de su impotencia.
Con un gruñido de frustración, Naruto se lanzó contra las paredes de la jaula, golpeando la barrera con toda su fuerza. Pero cada golpe fue en vano; la energía solo resonaba con un zumbido bajo, absorbiendo su fuerza y devolviéndole un eco vacío que solo incrementaba su desesperación.
Trató de concentrar su chakra, de buscar alguna grieta en la prisión que pudiera explotar, pero cada intento fue recibido con la misma fría indiferencia de la jaula. Era como si el mismo destino se hubiera confabulado para mantenerlo atrapado, para privarlo de cualquier esperanza de escape.
Mientras tanto, en la oscuridad de su guarida, Kazuto estaba inmerso en sus propios pensamientos. Se encontraba en su habitación, el único lugar donde podía bajar la guardia, aunque fuera un poco.
Sin embargo, esa paz era frágil, como un cristal a punto de romperse. Los recuerdos de su infancia volvían a él, implacables, arrastrándolo de nuevo a la tormenta de dolor que había marcado su vida desde el principio.
En su mente, veía a su yo más joven, solo, abandonado en los rincones oscuros de su hogar, con solo las sombras como compañía. Recordaba los susurros de desprecio, las miradas de odio de aquellos que debían haber sido su familia, su protección.
Cada día, el pequeño Kazuto sentía como si el mundo entero estuviera en su contra, como si su mera existencia fuera un error que todos deseaban corregir. El dolor era su única constante, un compañero inseparable que se alimentaba de su soledad y su tristeza, creciendo hasta convertirse en un monstruo que lo devoraba desde dentro.
La oscuridad en su habitación parecía volverse más densa a medida que los recuerdos lo invadían, y Kazuto sintió cómo la furia comenzaba a burbujear dentro de él, una furia que había estado dormida pero nunca extinguida.
Se levantó de un salto, sus manos temblando de rabia, y en un arrebato, lanzó un golpe contra la pared cercana. La piedra se rompió bajo su puño, fragmentos volaron por la habitación, pero el dolor físico no era nada comparado con el que ardía en su alma.
- No más - susurró entre dientes, su voz cargada de veneno y determinación. No iba a permitir que esos recuerdos lo debilitaran, no ahora, cuando estaba tan cerca de cumplir su propósito.
Pero mientras se repetía esas palabras, sabía que estaba luchando no solo contra el mundo, sino contra sí mismo, contra la parte de él que alguna vez había deseado algo más que destrucción.
En ese estado de furia y confusión, Kazuto se dirigió hacia la cámara donde Naruto estaba prisionero. Su mente era un caos, una tormenta de emociones que lo impulsaba a actuar con una violencia que apenas podía controlar.
Al llegar a la puerta de la cámara, se detuvo un momento, intentando calmarse, pero la ira no lo dejaba, era un fuego que lo consumía desde dentro.
Empujó la puerta con fuerza, sus pasos resonando en el suelo de piedra mientras se acercaba a la jaula de Naruto. Su mirada estaba cargada de un odio que era tan profundo como el abismo del que había surgido, pero también de una extraña mezcla de dolor y desesperación.
Naruto lo observó con cautela, percibiendo el cambio en la actitud de Kazuto, pero sin poder hacer nada más que esperar lo inevitable. Kazuto se detuvo frente a la jaula, su rostro marcado por la tensión.
- Naruto - dijo con una voz que era un susurro lleno de veneno -sé que no puedes entender lo que siento, lo que he vivido. Pero hay algo que necesito que sepas.
Naruto lo miró en silencio, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Sabía que Kazuto estaba al borde de algo, pero no podía prever lo que vendría a continuación.
- Estoy cansado de este mundo - continuó Kazuto, su voz temblando ligeramente, como si estuviera luchando por mantener el control - Cansado de la hipocresía, del dolor, de la falsedad de Konoha. Quiero destruir todo lo que esa aldea representa, y quiero que Boruto vea lo que realmente es. Pero no necesito hacerlo solo. Naruto, tú eres diferente. Tú eres lo que Konoha debería haber sido. Únete a mí. Juntos, podemos crear un nuevo comienzo, uno sin hipocresías, uno donde no haya más dolor para aquellos como yo.
Naruto sintió un nudo formarse en su garganta. Las palabras de Kazuto estaban cargadas de una desesperación que lo dejaba sin aliento, pero también de una locura que lo aterraba. Sabía que no podía permitir que Kazuto siguiera por ese camino, pero también entendía que cualquier palabra que dijera podría no ser suficiente.
Kazuto lo miró fijamente, su expresión una mezcla de esperanza torcida y determinación.
- Piensa en ello, Naruto. Tú y yo, podemos destruir Konoha y dar paso a algo mejor. Boruto... él nunca entenderá, pero tú sí. Tienes que entender. Tú puedes entenderme. Tienes cinco dìas para unirte a mí. Es el tiempo que tiene Konoha antes de caer.
Con esas palabras, Kazuto se dio la vuelta, dejando a Naruto solo con sus pensamientos. La puerta se cerró tras él, y el silencio volvió a caer sobre la cámara.
Naruto, ahora más perturbado que nunca, se quedó mirando las sombras que se alargaban a su alrededor, sintiendo cómo la desesperación comenzaba a hundir sus garras en su corazón.
Sabía que tenía que encontrar una manera de escapar, de detener a Kazuto antes de que fuera demasiado tarde. Pero en ese momento, se sintió más atrapado que nunca, no solo en la jaula, sino en un dilema moral que amenazaba con destruirlo.
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