La Renovación Del Consejo

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La mañana en Konoha había traído consigo un aire nuevo, pero la atmósfera dentro de la Oficina del Hokage estaba cargada de tensión. Naruto, firme y con una expresión de determinación en su rostro, se encontraba frente a los antiguos miembros del Consejo de Konoha.

Su mirada era dura, impenetrable, mientras sus ojos azules, ahora llenos de resolución, observaban a los que alguna vez tomaron decisiones que marcaron a su aldea y a su gente de manera irrevocable.

Los ancianos del consejo, con sus rostros surcados por los años y la arrogancia de quienes han gobernado por demasiado tiempo, se negaban a aceptar las palabras de Naruto.

Sabían que el tiempo se les había acabado, pero no querían soltar el poder que habían mantenido durante tanto tiempo. Uno de ellos, con un tono desafiante, se atrevió a hablar.

—Hokage, esto es un error. Nosotros hemos servido a esta aldea durante generaciones, guiando a Konoha a través de tiempos oscuros. No puede simplemente... despedirnos — Miembro del consejo.

Naruto se mantuvo en su lugar, su postura erguida, sus ojos fijos en los ancianos. Sabía que esta decisión no solo era necesaria, sino también inevitable.

Durante demasiado tiempo, el consejo había sido parte de la oscuridad que arrastraba a Konoha hacia decisiones erróneas y crueles. Con un suspiro profundo, decidió romper el silencio.

— Ustedes han cometido muchos errores que llevaron a la destrucción del clan Uchiha, y también de muchos ninjas leales. Todo por proteger a Danzo, el peor exponente que ha existido en esta aldea. Pero el mayor de sus errores... — dijo Naruto con furia contenida.

Naruto hizo una pausa, dejando que el peso de sus palabras cayera sobre ellos como una losa. Los ojos de los ancianos se estrecharon, conscientes de lo que venía.

— ...fue ordenar la ejecución de mi hijo, Boruto, culpándolo de un crimen inexistente. Por esa razón, ya no forman parte del consejo. Esta decisión ha sido confirmada por el señor feudal, y no hay vuelta atrás — prosiguió Naruto con dolor.

La incredulidad y el rechazo se extendieron entre los ancianos. Intentaron resistir, intentaron imponer su autoridad, pero Naruto no se dejó amedrentar. El Hokage sabía que la justicia debía prevalecer, y que era hora de liberar a Konoha de las sombras del pasado.

— Sus decisiones han llevado a esta aldea a la oscuridad demasiadas veces. Han pagado el precio de su arrogancia y ya no tendrán el poder de decidir el destino de Konoha — murmuró Naruto.

Los ancianos sabían que su tiempo había terminado, pero seguían negándose a aceptar su destino. Uno a uno, abandonaron la sala, sabiendo que Naruto Uzumaki, el Séptimo Hokage, había puesto fin a su legado de poder.

Cuando el último de ellos salió, Naruto se giró hacia Kakashi y Tsunade, los únicos que habían demostrado una visión justa y compasiva a lo largo de los años.

— Kakashi-sensei, Tsunade-sama, ahora el consejo queda en sus manos. Sé que harán una buena gestión — dijo Naruto.

Los dos ex Hokages asintieron, conscientes de la carga que ahora recaía sobre ellos, pero también sabían que eran los indicados para guiar a Konoha en esta nueva era.

Dos días después, Kazuto fue trasladado a su nueva prisión, un lugar completamente diferente al calabozo oscuro que había conocido hasta entonces. La nueva celda estaba pintada de blanco y celeste, los colores de la esperanza y la paz.

Amplios ventanales permitían que la luz y el aire fresco entraran, disipando las sombras que alguna vez lo atormentaron. La oscuridad que lo había envuelto durante toda su vida parecía desvanecerse con cada rayo de sol que iluminaba su piel.

Tres Anbu lo escoltaron hasta su nueva celda, pero Kazuto no opuso resistencia. Cuando Boruto entró en la habitación, Kazuto no pudo evitar correr hacia él, temblando, buscando el calor y la luz que solo Boruto podía brindarle.

Lo abrazó con fuerza, como si temiera que la oscuridad volviera a atraparlo si lo soltaba. El temblor de su cuerpo era palpable, pero poco a poco, el calor del abrazo de Boruto comenzó a devolverle la calma, y su rostro fue recuperando el color.

Kazuto, con su voz entrecortada, murmuró:
— Gracias... Boruto.

Boruto lo sostuvo durante unos minutos más, sintiendo el alivio y la vulnerabilidad de Kazuto, pero también comprendiendo que este era solo el comienzo de su camino hacia la redención.

Kazuto no estaba encadenado, y podía hacer ejercicio, practicar taijutsu y ninjutsu bajo estricta vigilancia. Pero, a pesar de las medidas de seguridad, él no deseaba huir. No quería volver a la oscuridad; solo anhelaba el perdón de Konoha y encontrar un lugar al que pertenecer.

Esa misma noche, Boruto regresó a casa, agotado pero con el corazón aliviado al saber que había ayudado a Kazuto. Sin embargo, al entrar, la sorpresa lo golpeó como un cubo de agua helada.

Himawari y Mitsuki estaban en la habitación de ella, riendo y conversando animadamente. La escena lo dejó desconcertado, pero algo en la forma en que Mitsuki la miraba, con dulzura en sus ojos, lo hizo detenerse.

Durante todo lo ocurrido con Kazuto, el secuestro de su padre y la amenaza a Konoha, Boruto no había tenido tiempo para notar lo que sucedía en su propio hogar. Pero ahora, al verlos juntos, comprendió. Himawari y Mitsuki estaban juntos, como pareja, algo que había comenzado incluso antes de su regreso.

El impacto inicial dejó a Boruto sin palabras. Nunca se lo habría imaginado, pero al observarlos, no pudo evitar notar la felicidad que irradiaban. Mitsuki estaba relajado, y sus ojos, aquellos que siempre mostraban lealtad y respeto hacia Boruto, ahora brillaban con una ternura especial cuando miraba a Himawari.

Desde su rincón, Boruto sonrió. Sabía que Mitsuki había pasado por mucho, y que encontrar paz junto a su hermana era algo que lo llenaba de alegría. Himawari también había sufrido la ausencia de su hermano y de sus padres durante años. Verla sonreír y estar feliz era suficiente para calmar cualquier sorpresa que pudiera haber sentido al principio.

Mitsuki, sentado junto a Himawari, era un hombre diferente al que había sido durante su tiempo bajo la influencia de la oscuridad. La dulzura en sus gestos, la forma en que se inclinaba hacia ella con cuidado, reflejaba un amor que no necesitaba palabras.

Boruto, a pesar de la sorpresa, se sintió aliviado. Todo comenzaba a encontrar su lugar.

 Todo comenzaba a encontrar su lugar

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Lazos De Sangre Y Furia (Boruto Uzumaki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora