El Ultimátum de las Sombras

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El atardecer teñía el cielo con tonos de oro y púrpura, una calma engañosa que precedía al caos que estaba por desatarse.

Desde lo alto del castillo en Uzu, Kazuto se encontraba en un lugar muy especial, una cámara oculta dentro de las profundidades del antiguo bastión del clan Uzumaki.

Este era un sitio cargado de poder ancestral, un lugar donde los antiguos líderes del clan habían mantenido contacto con sus aliados y enemigos a través de los tiempos.

Kazuto, con una expresión sombría, se colocó en el centro del círculo de símbolos que brillaban con una luz rojiza.

Cerró los ojos por un momento, sintiendo cómo la energía se acumulaba a su alrededor, una corriente invisible que conectaba su mente con los confines del mundo.

Luego, abrió los ojos y con una voz profunda y resonante, comenzó a enviar su mensaje, un mensaje que no solo llegaría a Boruto, sino que también sería visto por todos los habitantes del planeta.

En ese instante, en cada rincón del mundo, el cielo se oscureció repentinamente, como si una sombra hubiera cubierto el sol.

Los ojos de millones de personas se alzaron hacia el cielo, donde una imagen gigantesca y aterradora comenzó a formarse.

La figura de Kazuto, imponente y colosal, apareció en el firmamento, su mirada penetrante y su expresión sombría proyectaban un aura de poder que infundía temor en los corazones de todos los que lo observaban.

— Boruto Uzumaki — su voz resonó como un trueno, extendiéndose por el cielo como una tormenta que se avecinaba — el héroe del mundo y salvador de Konoha por dos veces consecutivas. Me has vencido, pero tu triunfo te ha costado dos grandes pérdidas. Sin embargo, estoy aquí para negociar.

Las palabras de Kazuto reverberaban en el aire, su tono era glacial, cargado de una malicia contenida.

— Podemos hacer un intercambio. Entrégame a tu padre, el Séptimo Hokage, Naruto Uzumaki, y a cambio, yo liberaré a Sarada y a Mitsuki. Tu amada y tu mejor amigo serán libres. ¿Qué dices?

El desafío en sus palabras quedó suspendido en el aire, y mientras el mundo entero miraba con horror, la furia comenzó a apoderarse de Boruto.

A su lado, Kawaki observaba en silencio, su rostro reflejaba una mezcla de preocupación y alerta. Sabía que las palabras de Kazuto estaban diseñadas para desgarrar a Boruto desde adentro, para forzarlo a tomar una decisión imposible.

Pero Boruto, sintiendo el peso de la mirada de todo el mundo sobre él, cerró los ojos por un momento, dejando que la ira se asentara en su pecho, transformándose en una determinación férrea.

Abrió los ojos, y con el poder del Jogan, su figura se proyectó en el cielo, enfrentando a la imagen de Kazuto, visible para todos los que observaban desde abajo.

— ¡Jamás te entregaré a mi padre! — exclamó Boruto, su voz era un rayo de luz que atravesó las sombras proyectadas por Kazuto — Él y Konoha estarán a salvo de ti siempre. No permitiré que los toques, Kazuto. ¡Te enfrentaré, y venceré, como lo he hecho antes!

La determinación en la voz de Boruto era inquebrantable, su figura proyectada en el cielo era un faro de esperanza que iluminaba las almas de todos aquellos que lo veían.

Su respuesta no solo era para Kazuto, sino para el mundo entero, un recordatorio de que, a pesar de la oscuridad que se cernía sobre ellos, la luz aún podía brillar.

El impacto de este intercambio fue inmediato. En Konoha, los ninjas que habían comenzado a dudar de Boruto, que lo habían considerado un traidor por ayudar a Kawaki, sintieron cómo sus pensamientos vacilaban.

Ver a Boruto enfrentar a Kazuto con tal firmeza, sin ceder ante la desesperación o el miedo, borró cualquier rastro de duda en sus corazones.

Boruto, una vez más, demostraba que estaba dispuesto a luchar hasta el final por aquellos a quienes amaba, y eso despertó en ellos una renovada confianza.

Shikadai, que había estado luchando con sus propios sentimientos de traición y celos, sintió un nudo deshacerse en su pecho.

Por primera vez, pudo comprender los verdaderos sentimientos de Boruto, la inmensa presión que llevaba sobre sus hombros, y la inquebrantable lealtad que lo guiaba.

Un gran alivio lo invadió, como si una pesada carga se hubiera levantado de su corazón. Boruto no lo había traicionado, no había traicionado a Konoha; estaba luchando, como siempre lo había hecho, con el corazón en llamas por aquellos a quienes amaba.

En ese momento, mientras el mensaje de Boruto resonaba en todo el mundo, Kawaki miró a su hermano con una mezcla de respeto y admiración. Sabía que Boruto no cedería ante las demandas de Kazuto, que jamás entregaría a Naruto.

Pero también sabía que la batalla que les esperaba sería brutal, y que necesitarían toda su fuerza y astucia para salvar a Sarada y Mitsuki.

—Descuida, hermano — dijo Boruto, adivinando los pensamientos de Kawaki mientras sus miradas se cruzaban — jamás entregaré a mi padre. Pero sí derrotaremos a Kazuto, y salvaremos a Sarada y Mitsuki.

Con la determinación ardiendo en sus ojos, Boruto y Kawaki comenzaron a trazar su próximo movimiento. Sabían que la clave para encontrar a Kazuto y rescatar a Sarada y Mitsuki residía en localizar la ciudad de Uzu, el lugar donde Kazuto había establecido su fortaleza.

Utilizando el poder del Jogan, Boruto comenzó a rastrear las energías que emanaban del castillo de Kazuto, siguiendo los hilos de chakra que los llevarían directamente a él.

— Uzu... Es allí donde todo comenzó, y donde todo terminará — murmuró Boruto, mientras la visión del Jogan le revelaba los detalles ocultos de la ubicación de Kazuto.

Kawaki asintió, su rostro estaba marcado por la resolución.

— Entonces es allí donde iremos. Juntos, Boruto. Y juntos, enfrentaremos lo que venga.

El atardecer dio paso a la noche, y mientras las estrellas comenzaban a brillar en el cielo, Boruto y Kawaki se prepararon para el viaje que los llevaría a Uzu, al corazón de la oscuridad que Kazuto había tejido.

Sabían que el camino sería peligroso, que Kazuto no los recibiría con los brazos abiertos, pero estaban listos. Listos para luchar, para salvar a aquellos que amaban, y para poner fin a la amenaza que se cernía sobre ellos.

Mientras tanto, en Uzu, Kazuto observaba el cielo donde la figura de Boruto había desafiado su ultimátum. Una sonrisa sombría cruzó su rostro, sabiendo que la verdadera batalla estaba a punto de comenzar.

— Boruto... Estaré esperándote. Y esta vez, no habrá piedad.

El viento soplaba suavemente sobre la ciudad de Uzu, llevando consigo el eco de las promesas hechas y las batallas por venir.

Y en ese silencio cargado de tensión, los corazones de aquellos que luchaban por la luz y la oscuridad latían al unísono, preparándose para el enfrentamiento que decidiría el destino de todos.

Y en ese silencio cargado de tensión, los corazones de aquellos que luchaban por la luz y la oscuridad latían al unísono, preparándose para el enfrentamiento que decidiría el destino de todos

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Lazos De Sangre Y Furia (Boruto Uzumaki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora