Lazos De Sangre Y Furia (Boruto Uzumaki)

La Luz Tras Las Sombras

El aire en el castillo se volvía más denso, como si cada respiración que tomara Boruto estuviera envuelta en una oscuridad que no solo lo envolvía físicamente, sino también mental y emocionalmente.

Kazuto se mantenía firme, rodeado por una tormenta de sombras que parecía retorcerse y cambiar de forma a su alrededor, como si la oscuridad misma fuera una extensión de su voluntad.

Boruto lo miraba con determinación, sus ojos brillando con la luz del Jōgan, mientras el enemigo sonreía con una frialdad que calaba hondo.

-Vamos, Boruto. Muestra esa luz de la que tanto te enorgulleces. Veremos cuánto puedes soportar antes de que te apague por completo - dijo Kazuto.con crueldad.

El ambiente se tornó pesado, y la oscuridad comenzó a tomar forma alrededor de Boruto. Sombras que se alargaban, se retorcían y se fundían en figuras monstruosas que atacaban desde todos los ángulos, cada una de ellas diseñada para golpearlo en los lugares donde más le dolía.

Las garras de la oscuridad rasgaban su piel, dejaban marcas en su cuerpo, pero los verdaderos daños se producían en su alma. La oscuridad se alimentaba de sus dudas, de sus miedos, y cada golpe parecía traer consigo el peso de sus fracasos pasados.

Boruto jadeaba, cada aliento que tomaba parecía insuficiente para llenar sus pulmones. Las sombras lo atacaban sin descanso, figuras que representaban sus peores pesadillas: la pérdida de Sarada, la traición de Kawaki, y el dolor de haber sido considerado un traidor por su propia aldea.

Todo parecía golpearlo a la vez, como si las sombras de Kazuto fueran capaces de leer cada uno de sus pensamientos más profundos, sus recuerdos más oscuros.

Pero mientras la oscuridad se cernía sobre él, algo dentro de Boruto comenzó a arder. Era una llama pequeña al principio, casi imperceptible, pero pronto esa luz comenzó a crecer, a brillar más fuerte.

La luz de su convicción. Boruto había sido moldeado por el dolor, pero no destruido por él. Sabía lo que era perderlo todo, sabía lo que era sentir que no había un mañana, pero eso no lo había vencido. No antes, y no ahora.

- Ya lo he perdido todo antes, Kazuto. Y aunque lo hice... sigo aquí - decía Boruto con determinación.

Cada golpe de la oscuridad que lo atravesaba solo lograba fortalecer su resolución. Las sombras atacaban su mente, mostrándole imágenes de su enfrentamiento con Kawaki cuatro años atrás. Boruto recordó el día en que Kawaki, valiéndose de la Omnipotencia, lo había dejado sin nada. Hasta su propia identidad le había sido arrebatada.

Boruto había sido despojado de su hogar, de su familia, de sus amigos. Había sido empujado al borde del abismo, y durante mucho tiempo, había pensado que nunca podría escapar de esa oscuridad. Había visto cómo todo lo que amaba era destruido ante sus ojos.

Las sombras que Kazuto usaba para atacarlo le mostraban esos recuerdos, intentando derrumbar su espíritu. Pero Boruto no se rompía. Las imágenes de sus peores momentos, en lugar de debilitarlo, lo llenaban de una convicción renovada.

- Me enfrenté a la peor de las oscuridades. Ya sé lo que se siente, no necesitas hacérmelo ver. Y aún así, volví a levantarme - expresó Boruto.

Kazuto, observando desde las sombras, vio el corazón de Boruto. Pudo ver los momentos más oscuros de su vida, las pérdidas que lo habían quebrado, los días en que Boruto había deseado desaparecer, en los que el sufrimiento lo había consumido por completo. Kazuto fue testigo del dolor de Boruto, ese dolor que, en lugar de destruirlo, lo había hecho más fuerte.

Las imágenes de la batalla final contra el Jūbi y los Ōtsutsuki se desplegaron ante los ojos de Kazuto, quien vio cómo Boruto se había erguido en el último momento, luchando no solo por su aldea, sino por todo el mundo shinobi.

La luz de Boruto no se había apagado, a pesar de que lo había perdido todo. Esa misma luz fue la que lo llevó a salvar a todos de la prisión del árbol divino, liberándolos de la oscuridad.

- Impresionante... pero inútil. La luz siempre es débil frente a la oscuridad. La oscuridad consume todo a su paso, tarde o temprano - dijo Kazuto.

Sin embargo, Boruto ya no estaba luchando solo contra las sombras de Kazuto. Mientras las sombras se retorcían alrededor de él, su Jōgan brilló con un resplandor que cortaba las tinieblas. Y entonces, Boruto vio algo que no había esperado: el corazón de Kazuto. Las sombras se desvanecieron momentáneamente, revelando un pasado lleno de cicatrices.

Kazuto, aún siendo un niño, fue rechazado por los Uchiha, su propia familia. Los golpes, los encierros, la oscuridad absoluta de una celda sin luz, donde pasaba días, semanas, en soledad. El odio y la desolación lo consumieron desde pequeño, un alma rota que nunca pudo ver la luz.

Boruto miró esas imágenes, y por un momento, dejó de luchar. La fuerza de su luz no era solo para combatir a los enemigos. Era para comprender.

- Ya veo... No necesitas hacer esto, Kazuto.

Las palabras de Boruto eran suaves, pero firmes. Kazuto lo miró con furia, pero también con confusión. Por primera vez, alguien veía más allá de la máscara de odio que llevaba puesta. Boruto no lo miraba con desprecio, ni con miedo. Lo miraba con compasión.

- No necesitas secuestrar a mi padre para dejar de sentirte desolado. Sé lo que es estar solo, perderlo todo... Pero no es el camino que necesitas.

El silencio que siguió fue más ensordecedor que cualquier ataque que hubiera lanzado Kazuto. Las sombras alrededor de ellos se detuvieron por un instante, como si también estuvieran procesando las palabras de Boruto.

Kazuto, aunque aún cubierto por la oscuridad, dejó de atacar. Por primera vez, Boruto lo había tocado en lo más profundo de su alma, un lugar donde la oscuridad se había aferrado durante años, pero donde la luz, por muy débil que fuera, empezaba a colarse por las grietas.