🍃Veintiuna hojas

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Sobre la tumba que yo arrastraba esperando el fin de mis días, ella plantó lirios.

Sobre la tumba que yo arrastraba esperando el fin de mis días, ella plantó lirios

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Ivan

Emma llevaba varios minutos en una extraña conexión con aquella bestia. Y yo, me empecé a desesperar.

—Es suficiente —murmuré.

—¡No voy a esperar más! —gritó Aran, como si hubiera leído mi mente.

¿Por qué le importaba tanto?

Esperaba que fuera Aran, siendo Aran. Pero sentía que estaba actuando más extraño de lo que él ya era.

Empecé a correr hacia el monstruo, decidido a quitarle a Emma, costara lo que costara. Pero de pronto, el animal empezó a retorcerse. Los gritos y el caos envolvían el lugar. Y luego, una calma extraña se apoderó del ambiente cuando la criatura comenzó a desintegrarse, no en pedazos, sino en una ola de agua cristalina.

El rugido del monstruo se desvaneció en un susurro, y en su lugar, una silueta humanoide emergió de la corriente, formada completamente de agua: un hombre, quien sostenía a Emma dormida entre sus brazos. Luego, la figura acuática la abrazó como si ella la importara.

Algo en mí luchaba por interrumpir y arrancársela de los brazos, pero no pude hacerlo. Porque su gesto fue tan genuino, tan lleno de cariño, que incluso desde donde yo estaba, pude sentir el dolor de lo que parecía una despedida.

Cuando con cuidado la dejó en el suelo, la figura se volvió hacia las tres ninfas que esperaban en el centro de la sala. Yo corrí hacia Emma, al igual que Aran.

Cuando las ninfas lo vieron acercarse, las guardianas de la reina, que estaban a su alrededor, se inclinaron en reverencia, sorprendidas. Y entonces, el rostro de aquel hombre de agua, se reveló ante ellas.

El asombro fue evidente en los ojos de las tres ninfas, especialmente en la reina Aziom, cuyos labios temblaron antes de ser incapaces de contener las lágrimas.

—¿Na-Natzum? —balbuceó.

La silueta se acercó a ella y la abrazó con una ternura que rompió cualquier barrera que la reina hubiera creado para protegerse. Ella se desplomó en sus brazos, sumida en un mar de llanto que resonó en toda la sala. Era un llanto profundo, lleno de pena, de añoranza y de una tristeza que parecía eterna.

—Hijo mío —emitió la reina entre lágrimas.

Naom y Azumi estaban atónitas ante la imagen. Él abrió los brazos para que ellas se acercaran. Y así lo hicieron sin pensar.

"Si es el hijo de la reina, entonces, él es el antiguo rey de las ninfas de agua" pensé "pero ¿cómo terminó convertido en tal monstruo?"

Finalmente, la silueta comenzó a desvanecerse, convirtiéndose en un torrente de agua que fluyó hacia el suelo y desapareció.

Emma en el bosque de las bestiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora