Emma en el bosque de las bestias

🍃 Dieciséis hojas

Libro de Aran página ocho
(Muchos años antes de conocer a Emma)

Ya limpié mi jardín y recogí esos frutos rojos que caen  al suelo, los que parecen pequeñas bolitas de fuego entre las hojas secas. Siempre me han parecido curiosos. A veces, me preguntaba si tenían un sabor dulce, pero no me atrevía a probarlos. Los veía crecer en los arbustos llenos de espinas afiladas, y su color vibrante siempre me llamaba la atención. Eran como joyas escondidas en el bosque, esperando a que alguien las comiera. Y un día me arriesgué y comí uno. Tenía mucha hambre y miedo de salir a buscar comida. Las arañas sólo sabían traerme animales muertos que tenían en sus redes durante meses. Y yo no iba a comer nada de eso. Así que cuando probé esas bolitas rojas, supe a qué sabía el dulce y el ácido.

Cuando aquel sabor exploró mis papilas gustativas, estiré la cara y apreté un ojo. Fue una mueca rara la que hice. Pero me gustaron.

Si fueras un ser vivo, te las diera a probar, pero me basta con que seas un libro. Eres un excelente amigo. ¿A quién le contaría yo mis cosas si no estuvieses tú? Ya entiendo por qué aquella señora te entregó a mí como lo más valioso que traía con ella.

Sí, la señora Moríah, esa mujer que vino con las intenciones de volver al pasado y ver a su hijo fallecido.

Moriah era una persona amable y dulce, fue una lástima que decidiera quedarse en sus deseos más profundos.

¡Oh! Querido Libro, adivina lo que acabo de ver; es una araña de agua... wow, hacia mucho que no veía una alejada del lago. Son extrañamente aterradoras incluso para mí. Pero son familia, no puedo echarla. Algún día puedo necesitar su ayuda.

Déjame te cuento por qué son aterradoras: aunque las ninfas de agua podrían explicarlo mejor. Porque le temen a las arañas de agua, y no es para menos. Imagínate, son enormes, del tamaño de un caballo, y pueden atrapar a cualquier ninfa desprevenida con una rapidez aterradora. A veces, usan trucos. Si, trucos, para atraer a sus víctimas hacia ellas. Crean redes tan delgadas debajo del agua que son difíciles de detectar; y así, atrapar a sus víctimas. También esconden en las profundidades del lago, lo que hace que nunca sepas cuándo o desde dónde pueden atacar.

Es como vivir en una pesadilla constante, porque las historias sobre encuentros fatales con ellas se cuentan entre susurros entre las ninfas. Es un terror que acecha en su propio hogar acuático, y créeme, lo peor es que es completamente real.

Después de mí, son las arañas más inteligentes en este bosque. Pero las más feas. Sin presumir, soy hermoso como mi madre. Pero esas arañas de agua... Ni Ivan era tan feo como ellas.

Las arañas de agua son como si el bosque hubiera decidido hacer una broma pesada. Tienen cuerpos gordos y brillantes, como si estuvieran hechas de baba negra. Sus patas son tan largas y peludas que parecen palos de escoba abandonados, y al moverse, hacen un sonido crujiente que te hace pensar que se están desarmando.

Y esas caras, ¡vaya! Tienen ojos tan grandes y saltones que parecen estar siempre asustadas, como si no pudieran creer que alguien las viera. Cada vez que se acercan, parece que te están diciendo: "¡Hola! ¿Te gustaría un abrazo? ¡O un bocado de carne fresca!" En conclusión, si alguna vez te cruzas con una de ellas, lo mejor es dar la vuelta y correr. Aunque te alcanzarían de todos modos, porque, sinceramente, son rápidas.

No hay nada más aterrador que una araña con actitud de diva. Si una Arácnida de esas fuera mujer, yo por ahí ni me acercaría.

Ya se alejó. No sé qué buscaba por estos lados pero se fue y ¡Ay! La iguana se la tragó. Por eso es que siempre trato de aconsejarles que no se alejen del lago.

¡Solo para comer son inteligentes! ¡Para otras cosas, su cerebro es una cucaracha voladora!

Ahora que te observo con cuidado, te faltan paginas Libro... debió ser doloroso perderlas.

Página cuatro del Libro de Aran
(escritos de la Sra. Moriah)