🍃Veinticinco hojas

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¡Ay no! ¡Aran se va a morir!

Azumi soltó una sonrisa fría. Sabía que quería provocarme, que quería que me sintiera pequeña e insegura, pero yo no le iba a dar ese gusto. Pues, ella no sabía que yo había tomado clases intensivas de intimidación con las monjas. Sus palabras solo eran granitos de azúcar en mi café amargo.

—Lo que veo —dijo Azumi, con voz suave— es una niñita jugando a ser alguien importante. No eres bonita, ni sabes pelear. No hay nada interesante en ti. ¿Ser la hija del bosque? Ni siquiera sabes dónde estás parada.

Sentí cómo mis mejillas se calentaban, pero no por vergüenza, sino por la furia que intentaba contener. Mis puños se apretaron bajo el agua, pero no dejé que mi expresión cambiara.

No le iba a demostrar ningún tipo de debilidad.

"Aquí soltaré todas esas respuestas diplomáticas que, en el orfanato, no pude"

—¿Terminaste de decirme mis verdades? —pregunté, manteniendo la voz firme y calmada—. Porque si quieres herirme, tendrás que esforzarte mucho más.

Alzó una ceja, sorprendida por mi respuesta. Esperaba que me quebrara.

—Eres solo un juguete roto que Iván pronto dejará atrás. Estoy segura de que no tardará mucho para eso.

Sonreí con sarcasmo.

—Ah, Iván. —Hice como si recién me diera cuenta de que todo su drama, era por él—No importa, quédatelo. —Gesticulé sin importancia.

Ladeó la cabeza, incrédula.

—Y dime, princesa, si es tan importante para ti... ¿Por qué lo dejaste? —pregunté con una mirada directa, dejando caer la pregunta como una bomba—. Escuché algo sobre eso en su "apasionada" conversación.

Azumi vaciló por un segundo, pero luego recuperó su compostura.

—Eso no es asunto tuyo —respondió con desdén, pero vi un destello de incertidumbre en sus ojos.

"Ya no es tan valiente la sirenita"

—Te daré un consejo de abuela... porque parece que nunca recibidte uno —avisé, ignorando su respuesta evasiva—: Lo que realmente define a alguien es su carácter y lo que hace con lo que tiene. No tienes que pisotear para ser grande. Y yo, no pretendo competir.

Desafiándome con la mirada, su rostro me gritaba "¡estoy furiosa!"

"Estoy ganando" pensé "Nada de competencias Emma. Nada de competencias"

—Te crees muy lista, ¿verdad? —siseó—¿Que me lo quede? Es obvio que sabes que él no te ama. Lo escuchaste. Por eso ahora dices que me lo quede. Porque eres débil, y él odia a la gente de...

Negué con la cabeza y me puse de pie.

—Hay que ser fuerte aquí. —Señalé mi cabeza— Y aquí —toqué mi pecho—. Un hombre no va a definir ninguna de esas fortalezas que poseo. Así que; quédatelo, ¿entiendes?

Me incliné hacia ella, manteniendo mi mirada firme en la suya.

—Podrás ser mejor que yo en muchas cosas —continué—. Pero sé quién soy. Tus palabras no me afectan, sirenita. —Con un toque de maldad en mi sonrisa ladeada, la miré.

Azumi frunció el ceño, claramente molesta por no haber logrado lo que quería.

—Maldita larva —masculló mientras levantaba una mano apuntándome.

—¿Larva, yo? —La escaneé con la mirada, y luego, levanté ambos hombros restándole importancia—Es mejor que ser carnada para Arañas.

Noté intenciones en ella de utilizar su poder de susurro.

Emma en el bosque de las bestiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora