🍃Veintiseis hojas

88 11 20
                                    



Lo que me faltaba

Emma
"Si la besas, no quiero enamorarme nunca. Ni de ti, ni de nadie"

—Me alegra mucho que quieras empezar de nuevo, Azumi—contestó Ivan—, pero debes tener claro, que ese comienzo, no será conmigo. —La miró a los ojos con cierta firmeza, aunque a la vez, parecía costarle emitir las palabras—Nuestra historia terminó.

La mirada de Azumi fue un poema de emociones; ninguna buena.

Iván se alejó de ella y avanzó por el pasillo. Me oculté detrás de la columna hasta que entró a su cuarto. Solté el aire que había retenido, y en cuanto pude, corrí al mío.

Dormirme fue difícil. Di tantas vueltas pensando en todo lo que había presenciado, que el sueño se negaba a hacerme el favor. Solo cuando empecé a imaginar a Iván mirándome de la misma manera en que lo hizo cuando me resbalé en el pasillo, pude conciliar el sueño.

Al día siguiente:

Me desperté con un leve dolor en la espalda. Abrí los ojos, lo primero que vi fue el techo de piedra blanca. Y un sonido parecido a los ronroneos de un gato, se escuchaba cerca. Pero había algo más: la sensación de calor a ambos lados de mi cuerpo.

Giré la cabeza hacia la derecha, vi a Aran, durmiendo en una posición extraña, con una pierna doblada y un brazo colgando de la cama. Su cabello blanco estaba desordenado, y aún llevaba la misma tela blanca que le hacia de ropa. La imagen me sacó una sonrisa, pero casi de inmediato, me di cuenta de que eso no estaba bien "¿Por qué está Aran en mi cama?"

Pero mis pensamientos perdieron importancia cuando sentí el leve movimiento de un brazo sobre mí; abrazándome. Así que me giré despacio hacia la izquierda, y me encontré a Iván, también vestido de blanco, pero durmiendo de manera opuesta a Aran "¡Dios padre! ¿qué hace él aquí?" Sostenía mi mano con fuerza, y su otro brazo rodeaba mi cintura, como si incluso en sueños intentara protegerme. O como si evitara que me escapase.

La sensación de calor subió a mi rostro, los latidos de mi corazón aumentaron y volví a mirar al techo.

"Ay Dios"

"¿Por qué están aquí, ambos, en mi cama?" no tenía sentido, y el hecho de que ambos me sostuvieran de alguna forma me hizo sentir aún más confusa.

¿Qué pasó mientras dormía?"

Con cuidado, intenté levantarme, pero en cuanto moví un poco mi cuerpo, sentí la mano de Iván apretar la mía. Contuve la respiración, cerrando los ojos rápidamente para fingir que seguía dormida "Si no me muevo no me ve" El calor de su mirada se posó sobre mí, y pude sentir cómo me observaba en silencio.

"¿Debería solo abrir los ojos?" Traté de no tragar saliva o hacer otro movimiento que me delatara.

El tiempo pareció detenerse; el latido rápido de mi corazón era lo único que me mantenía enfocada. A los pocos segundos, sentí un ligero movimiento a mi lado. Iván apartó la pierna de Aran que había quedado sobre la mía. Su toque fue suave, casi cuidadoso, como si temiera despertarme. Pero, en cuanto logró despegar la piel de Aran de la mía, lanzó la extremidad del arácnido con brusquedad a un lado.

"¡Necesito respirar, no puedo seguir aguantando la respiración!" Apreté las sabanas con los puños.

"Se supone que estoy dormida, no muerta ¿por qué estoy reteniendo la respiración? ¡Tonta!"

El aire se volvía más denso cuando Iván, tras apartar la pierna de Aran, se inclinó hacia mí, como si estuviera a punto de decir algo. Mi corazón latía con fuerza, tan fuerte que temía que ambos lo escucharan. Estuve a punto de tomar una bocanada de aire y rendirme, pero, de repente, Aran se movió de forma brusca, lanzando un brazo por encima de mí y golpeándome en la cara. Entonces fue cuando solté un pequeño gemido involuntario, y de inmediato, volví a respirar. Mi actuación había terminado.

Emma en el bosque de las bestiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora