🍃Capitulo treinta y uno

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¡Diles que nunca los olvidamos!

¡Diles que nunca los olvidamos!

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Emma

El suelo palpitaba.

El aire era tan espeso que me costaba respirar. Oía ruidos a lo lejos mezclados con los pálpitos. Eran gemidos, llanto, lamentos.

Me fui acercando.

-¿I...Ivan? -llamé, en un apenas audible susurro.

Al dar otro paso, vi algo colgando frente a mí. Mis piernas temblaron y mi respiración se cortó. Había seres, cuerpos... colgando de las paredes. Lo que quedaba de ellos, al menos. Su piel se derretía en tiras como si fuera plástico al calor. Se les caía a pedazos, y debajo, sus músculos y huesos quedaban expuestos. Supe que seguían vivos, pero sufrían, retorciéndose en el aire, con un líquido espeso cayendo sobre ellos desde arriba, quemándolos. Los gritos, los lamentos... ¡era horrible!

Llevé mis manos hasta mi boca en un sobresalto

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Llevé mis manos hasta mi boca en un sobresalto.

El estómago se me revolvió. Antes de que pudiera evitarlo, vomité. No era solo el asco, era el miedo, el dolor que sentía al verlos ahí, colgados y sufriendo. Sentí un escalofrío subir por mi espalda, y todo en mí gritaba que tenía que salir corriendo. Me di la vuelta, desesperada por escapar, por alejarme de ese infierno.

"Ellos no están ahí, ellos no pueden..."

Pero entonces escuché un grito. Un grito que me detuvo en seco.

-¡No te vayas! ¡Por favor, ayúdame!

Me giré lentamente y lo vi. O mejor dicho, la vi. Una mujer. O al menos eso parecía. Su piel estaba desgarrada, sus huesos a la vista, y en algunas partes de su cuerpo tenía mechones de pelo, bigotes... como si fuera parte animal. Parecía un monstruo, pero sus ojos... esos ojos no mentían. Pude llegar a creer que se trataba de una humana.

Yo, mareada, desorientada, pero algo en su voz me hizo quedarme, mirándola, luchando por no huir. Mi cuerpo me pedía que corriera, pero sus palabras...

Emma en el bosque de las bestiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora