©ᴄʜᴀᴘᴛᴇʀ ɴᴜᴍʙᴇʀ ꜱɪx

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—  ּ ֶָ֢

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—  ּ ֶָ֢ . The winds of war﹗ˎˊ˗

El viento azotaba las almenas de Rocadragón, trayendo consigo el eco de los tiempos oscuros que se avecinaban

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El viento azotaba las almenas de Rocadragón, trayendo consigo el eco de los tiempos oscuros que se avecinaban. El cielo, teñido de un gris plomizo, parecía reflejar la angustia que todos sentíamos en nuestro interior. Desde que Balerion, Vermithor y Cannibal me habían elegido, había pasado días enteros en una extraña mezcla de euforia y preocupación. Sabía que mi destino se entrelazaba con el de estos dragones, pero también con el de mi familia, y la incertidumbre del futuro me carcomía el alma.

Desde mi balcón, podía ver a los dragones sobrevolando la fortaleza, sus sombras proyectándose en el mar embravecido. Mi corazón latía con fuerza al pensar en lo que estaba por venir, y en cómo nuestras vidas estaban a punto de cambiar para siempre.

Jacaerys y yo nos habíamos acercado mucho en estos días. Habíamos compartido momentos de silenciosa compañía, de sonrisas cómplices y de conversaciones sobre lo que nos aguardaba. Él, con su porte de príncipe y su mirada determinada, parecía más maduro que nunca, y yo no podía evitar sentir una atracción creciente hacia él, una que no solo era familiar, sino también personal.

Aquella mañana, mientras me encontraba en la sala del trono junto a mi madre, Daenerys, y otros miembros de la familia, Rhaenys entró apresuradamente, su expresión grave y cargada de una urgencia que heló la sala. El silencio cayó como un manto sobre todos los presentes cuando ella se acercó a nosotros.

—Rhaenyra— comenzó, con una voz que apenas lograba contener la emoción, —Viserys ha muerto.

El impacto de sus palabras fue inmediato. Un suspiro ahogado se escuchó entre los presentes, y mi madre cerró los ojos por un momento, como si tratara de absorber la magnitud de la noticia. Sabíamos que este día llegaría, pero nada podría habernos preparado para la realidad de la muerte de Viserys.

—¿Y quién… quién se ha sentado en el Trono de Hierro?— preguntó mi madre con voz tensa, aunque la respuesta ya era previsible.

𝗟​𝗘​ ​𝗧​𝗛​𝗘​ ​𝗪​𝗢​𝗥​𝗟​𝗗​ ​𝗕​𝗨​𝗥​𝗡​⫻ ​J​a​c​a​e​r​y​s​ ​VelaryonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora