Touhou x Dead Space (Más Allá del Vacío)

Capitulo 6: Jōka suru

La luna, siempre envuelta en un manto de misterio, mantenía en sus profundidades secretos oscuros que pocos conocían. Una hora en especifica, bajo la tenue luz que emanaba desde la distante Tierra, una coneja lunar corría a toda velocidad, su respiración entrecortada y su corazón latiendo con un ritmo frenético. El miedo se reflejaba en sus ojos, pero la urgencia de su misión la impulsaba a seguir adelante.

Finalmente, llegó a una imponente sala iluminada solo por un candelabro colgante. En su interior, varias figuras estaban sentadas en torno a una larga mesa. Sus rostros estaban ocultos por gruesas capuchas, pero sus posturas rígidas y la manera en que guardaban silencio dejaban en claro la seriedad del asunto. Al fondo, en un asiento elevado, un hombre muy mayor, cuya barba blanca caía en cascada sobre su túnica, observaba a la coneja con una expresión imperturbable.

La coneja, sin aliento, se inclinó ante el anciano, luchando por recuperar la compostura.
—Maestro... Las criaturas... Hemos recibido noticias de su presencia... Están comenzando a aparecer con mayor frecuencia... Tememos que...

El anciano, con un gesto lento y deliberado, levantó una mano para silenciarla. Sus ojos, ocultos en las sombras de su capucha, parecían analizar cada palabra que ella pronunciaba. Después de un momento de reflexión, finalmente habló, su voz era profunda y resonante, cargada con la sabiduría de incontables años.

—El plan procede tal como lo hemos trazado
Dijo con una calma aterradora.
—Utilizaremos a TN como carnada. Su llegada aquí no fue una coincidencia, sino una oportunidad que el destino nos otorgó. La confianza falsa que hemos permitido que se desarrolle entre él y las princesas está funcionando a nuestro favor. Él cree que está comenzando a confiar en ellas, pero en realidad, es solo un peón en nuestro tablero.

Las figuras encapuchadas asintieron en silencio, como si estuvieran de acuerdo sin necesidad de palabras. El anciano continuó.

—La ideología de la luna siempre ha sido clara: no confiamos en los extraños, y los humanos son seres a los que nunca debemos permitir prosperar entre nosotros. Solo TN ha sido considerado una excepción, no por su humanidad, sino por la pureza que hemos detectado en él. Pero esa pureza será su perdición. Él será el cebo que atraiga a las criaturas, y cuando el momento sea el adecuado, habremos cumplido con nuestro propósito.

El silencio que siguió a sus palabras fue absoluto, roto solo por el tenue sonido del respirador del anciano. La coneja lunar, aún temblorosa, se retiró de la sala sin decir una palabra más, dejando a las figuras encapuchadas sumidas en sus pensamientos.

El anciano observó su salida, su mente ya calculando los siguientes movimientos en este juego que había comenzado. Para él, TN no era más que un instrumento, uno que usaría sin dudar para asegurar el futuro de la luna, sin importar el costo.

Luego, con un gesto calculado, hizo un leve movimiento con la mano. Las figuras encapuchadas que lo rodeaban se pusieron en pie de inmediato, comprendiendo que era hora de transmitir sus órdenes.

El anciano giró su mirada hacia uno de los encapuchados, un individuo más cercano que se inclinó respetuosamente antes de dirigirse a una puerta lateral, desapareciendo en las sombras. Momentos después, la puerta se abrió de nuevo, y dos figuras bien conocidas entraron en la sala. Yorihime y Toyohime, las princesas de la luna, avanzaron, sus rostros reflejando con respeto. Ambas sabían que cualquier llamada del anciano era de suma importancia.

El anciano, con su mirada penetrante fija en las dos princesas, comenzó a hablar con una voz firme y autoritaria.
—Princesas... Su papel es crucial. TN, aunque ahora lo considere un aliado y un posible aprendiz, no es más que una pieza que debemos manipular con sumo cuidado. Es vital que sigan ganándose su confianza, pero no hasta el punto de hacerle sentir completamente seguro. Deben mantenerlo en la creencia de que aquí, entre nosotros, él está protegido y valorado. Esa es la única manera de asegurar que siga siendo la carnada perfecta.