Capítulo VIII

470 82 33
                                    

¡Hola a todos! Y acá un capítulo lleno de duras emociones jajajaja Escribir a Harwin enojado es más difícil que escribir a Alicent buena jaksdjas so con eso lo digo todo jajaja

No olviden comentar y votar.

Besos y abrazos.

Rhaenyra regresó a casa tarde esa noche, con una sonrisa satisfecha en los labios, aún sintiendo el calor de los besos de Daemon en su piel y el eco de sus risas resonando en su mente. Había sido una noche perfecta, una noche que no quería que terminara, pero sabía que debía regresar a casa antes de que Harwin comenzara a preocuparse.

Abrió la puerta con cuidado, intentando no hacer ruido. El silencio en la casa era casi absoluto, roto solo por el suave tic-tac del reloj en la pared. Se quitó los zapatos para no despertar a Harwin, esperando que ya estuviera dormido. Pero cuando llegó al salón, lo vio allí, sentado en el sofá, con la mirada fija en la puerta, esperándola.

El corazón de Rhaenyra dio un vuelco en su pecho. La expresión en el rostro de Harwin no era la que esperaba. No había rastro de la calidez habitual, ni del amor con el que él siempre la recibía. En su lugar, había algo frío, algo que la hizo detenerse en seco.

Él jamás la había mirado así.

—Harwin... ¿Estás despierto a estas horas? —preguntó con voz temblorosa, intentando ocultar su nerviosismo.

Él no respondió de inmediato. Sus ojos oscuros la estudiaban, y Rhaenyra sintió un escalofrío recorrer su espalda. Finalmente, Harwin se levantó del sofá, sus movimientos lentos, casi mecánicos.

—¿Dónde estuviste, Rhaenyra? —preguntó con una voz baja, cargada de una calma peligrosa.

Ella tragó saliva, sintiendo cómo la culpa comenzaba a hacer nido en su estómago. Sabía que no podía decirle la verdad, pero también sabía que cualquier mentira sería inútil en ese momento.

—Salí a despejarme un poco, estaba estresada por el trabajo... —respondió, sin poder mantenerle la mirada.

Harwin soltó una risa amarga, una que hizo que Rhaenyra levantara la cabeza con sorpresa.

—No juegues conmigo —dijo, su voz se quebró en el último susurro—. Sé dónde estuviste y con quién estabas.

El silencio que siguió fue más pesado que cualquier palabra. Rhaenyra sintió como si el suelo se abriera bajo sus pies, pero no se movió, no era posible. Él no podía haberla descubierto.

Era cierto, parte de ella deseaba gritárselo, decirle que ya no lo amaba, que amaba a Daemon.

Pero había mucho más en juego que solo su relación. Daemon era casado, y ella vivía con Harwin. 

—No sé de qué hablas... —intentó decir, pero su voz salió débil, sin convicción.

Harwin dio un paso hacia ella, acercándose lo suficiente para que pudiera ver el dolor en sus ojos, un dolor tan profundo que casi la hizo retroceder.

—No mientas más, Rhaenyra —dijo, su tono se endureció—. Recibí el video. Vi todo- dijo él y ella cerró los ojos.


El mundo de Rhaenyra se detuvo en ese instante. Todo el aire se escapó de sus pulmones y una desesperación indescriptible la invadió. No podía creer lo que estaba escuchando. Todo lo que había temido se estaba haciendo realidad.

Criston Cole había actuado, ella había sido muy ingenua al creer que lo que él le había hecho eran amenazas vacías.

Era obvio que el actuaría, Criston Cole siempre buscaría la manera de hacerla miserable.

Rutas prohibidas (Daemyra)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora