Capítulo IX

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Daemon se quedó inmóvil en la sala por un momento, procesando todo lo que acababa de suceder. 

Laena furiosa por estar siendo engañada, simplemente quería estar lejos de él.

Era cierto, su matrimonio era solo por las niñas, pero eso no significaba que él pudiera engañarla de esa manera.

Daemon la siguió, molesto por el vídeo y porque ella lo ignoraba incluso para hablar un tema como ese.

- Laena- llamó él- Hablemos esto, no puedes simplemente irte, déjame explicarte- dijo él 

Laena se detuvo en seco y se dio la vuelta, sus ojos ardiendo de ira.

—¿Que no puedo simplemente irme? —gritó ella, su voz llena de amargura—. ¿Por qué? ¿Porque soy solo una más en tu lista de personas a las que has traicionado? ¿O porque temes que ahora todo el mundo sepa que no eres más que un traidor? ¿Temes acaso que publique el vídeo? Deberías preguntarle a quién lo envió si es que piensa publicarlo- dijo Laena y Daemon maldijo.

- ¿Quién te ha enviado eso?- preguntó él confundido ¿Quién podía tener ese vídeo? Solo lo tenían él y Rhaenyra.

- ¿Crees que me importa?- dijo ella con rencor, mirándolo casi con odio-  ¿Sabes por qué tu hermano se alejó de ti, Daemon? Porque él sabía lo que tú eras capaz de hacer, sabía que solo sabes lastimar a los que te quieren, a los que confían en ti, lástima que él te haya perdonado, tal vez incluso seguiría mejor lejos de ti, así no te habrías enredado con su hija- dijo Laena y Daemon apretó los puños.

El nombre de Viserys fue como un látigo que le golpeó el alma. Sentir su nombre utilizado en medio de esta pelea reabrió viejas heridas que Daemon había intentado enterrar. 

Se supone que ella era su esposa, incluso si eso solo era político, ella había estado allí cuando él discutió con su hermano, lo había visto sufrir, y ahora ella usaba ese sufrimiento en su contra. Ahora ella usaba eso en su contra, aún cuando en ese tiempo, dijo comprenderlo. Su enojo, mezclado con el dolor, estalló.

—¡No te atrevas a mencionar a Viserys! —gruñó, acercándose peligrosamente a ella—. ¡Nuestro matrimonio estaba acabado mucho antes de que Rhaenyra apareciera! ¿De verdad  esto es una sorpresa para ti? No hemos sido nada más que dos extraños compartiendo la misma casa. ¡Así que no actúes como si esto fuera una traición recién descubierta! Intenté por años hacerte feliz, intenté volver a retomar lo nuestro ¿Qué me dijiste todas las veces? Que no fuera un idiota, debí decirte la verdad, es cierto, pero no acepto que esto te tome por sorpresa- dijo Daemon hablando desde el enojo que sentía también.

Laena lo miró con desprecio, sus ojos llenos de lágrimas de rabia.

—¡Y aún así, aquí estás, pretendiendo que todo estaba bien! —exclamó ella, sus palabras llenas de veneno—. ¡Eres un cobarde, Daemon! No solo traicionaste a nuestra familia, sino que además no tuviste la decencia de enfrentarte a mí. Escondiste tú relación con Rhaenyra, me hiciste visitar la casa de tú hermano, compartir con ella ¿Se reían en mi cara mientras yo estaba en esa casa? ¡Eres un hombre sin honor, y no voy a seguir permitiéndote que me humilles de esta manera!

—¿Qué es lo que quieres, Laena? —preguntó Daemon, su voz temblando de rabia contenida.

—Quiero el divorcio —respondió ella, su voz tan fría como el hielo—. Y también quiero la custodia completa de nuestras hijas. No permitiré que crezcan bajo la influencia de alguien como tú.

Las palabras de Laena fueron como un puñal directo al corazón de Daemon. 

No aceptaba la posibilidad de perder a sus hijas. Cuando pensaba en que Laena se enterara de la aventura que él tenía con Rhaenyra, jamás esa posibilidad pasó por su mente. Porque era inverosímil, las niñas no tenían la culpa de que ellos estuvieran peleados o divorciados.

Rutas prohibidas (Daemyra)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora