Capítulo XI

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¡Hola a todos! Acá un nuevo capítulo jejeje, se me olvidó que no lo saqué ayer, es que tengo varios editados de esta y no los he sacado jaja pero por ahora solo saco este.

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Besos y abrazos

Había pasado una semana desde que Daemon y Rhaenyra apenas pudieron verse, sus vidas girando en un caos silencioso mientras trataban de encontrar un equilibrio en medio de la tormenta que ellos mismos habían desatado. 

Ambos intentaron en vano reparar los pedazos rotos de lo que alguna vez fueron sus relaciones con Harwin y Laena.

No para volver con ellos, no deseaban eso, ni era posible, pero si para tener un mínimo de cordialidad, pero no había funcionado. 

Para Rhaenyra, cada conversación con Harwin era como caminar sobre cristales rotos. Él, normalmente cálido y protector, ahora se mostraba distante, atrapado en una indiferencia que la hería más que cualquier enfrentamiento. 

Los silencios entre ellos eran como un vacío, si ella estaba en la cocina, él no entraba, si ella entraba a su habitación, él la tomaba de un brazo y la sacaba de allí.

Intentó hablar con él, explicarle que lo que había pasado con Daemon había sido algo inevitable, que no quería causar daño, y que lamentaba no haber sido valiente para decirle la verdad, pero él jamás escuchaba sus palabras. 

Nunca pensó que Harwin pudiera ser tan duro con ella, pero evidentemente, él podía serlo. 

 Intentó hablar con él, explicarle que no quería causar más dolor, que lo que había pasado con Daemon era inevitable, pero las palabras se quedaban atrapadas en su garganta. La indiferencia de Harwin era una barrera impenetrable.

Finalmente, un día en que él volvió borracho y le gritó que lo dejara en paz, ella se rindió.

 Con el corazón pesado, tomó una decisión. Esa misma noche, ella empacó una pequeña mochila con lo esencial. No se llevaba mucho, solo lo necesario. No quería herir más a Harwin llevándose todo, ya que sabía que, aunque el amor se había desvanecido, él no merecía el dolor de verla vaciar su hogar.

Con la mochila al hombro y una tristeza profunda en el pecho, Rhaenyra salió en silencio, dejando la puerta cerrarse suavemente detrás de ella. La frialdad de la noche la envolvió cuando llegó a su apartamento universitario. Se sentó en la cama, dejando que las lágrimas finalmente cayeran. La carga de lo que había hecho la aplastaba, pero al mismo tiempo, un peso se había levantado. Había tomado el control de su vida, pero a un costo que dolía demasiado pagar.

Mientras tanto, Daemon enfrentaba una tormenta propia. Laena, herida y enfurecida, había decidido que ya no podía soportar su presencia. En un acto de desesperación y autopreservación, había puesto una orden de alejamiento contra él, forzándolo a abandonar el hogar que una vez compartieron. 

Daemon intentó razonar con ella, intentó explicarle que, aunque sus sentimientos por Rhaenyra eran innegables, él nunca quiso lastimarla a ella ni a sus hijas. Pero Laena no quería escuchar. Su corazón estaba roto, y lo único que podía hacer para protegerse era alejarlo de su vida, sin importar el costo.

Él no quería dejar su hogar, pero la orden de alejamiento era irrevocable, ni siquiera le permitieron apelar con un abogado. 

Sus niñas no entendían por qué él se iba, y lloraron viéndolo marchar, él solo les dijo que iba de viaje, y que pronto se verían de nuevo, aunque Laena le prometió que eso no sería verdad. Que él no volvería a verlas.

Dejó su casa destrozado, sabiendo que ya ni siquiera tenía un trabajo fijo, 

Cada paso que daba alejándose de ellas era una puñalada en su alma, pero sabía que no tenía otra opción. Si se quedaba, lo apresarían y eso le jugaría en contra en el juicio.

Rutas prohibidas (Daemyra)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora